viernes, 11 de noviembre de 2011

Hora de nuevas cometas

La tarde iba pasando en la pequeña plazoleta, el joven se hallaba sentado en  un banco tatuado de calaveras y corazones; de espaldas a el, y en frente suya, atravesando una estrecha  carretera,  un muro de una antigua fábrica de conservas, que luego pasó a ser propiedad del ayuntamiento, que a su vez lo vendió a particulares, especuladores del ladrillo puesto por el obrero artesano, que ahora dejaba paso a otra artista, en este caso del grafitti, en directo y componiendo , con sus grandes coletas recogidas como espigas y su ropa de colores vivos, y la música por gargantilla. Ella estaba  finalizando su obra, la estaba ya observando un poco más de lejos, dándole los últimos contrastes; tenía cuatro o cinco tubos de spray y unas seis o siete boquillas entre hembras y machos, cada una con su trazado, unas más gruesas y otras más milimetradas

Venía la tarde de una mañana de lluvia y niebla, y ahora el sol generoso ofrecía su cara para ayudar a la tierra en su trago acuoso.

El joven estaba inquieto, sumido en sus pensamientos, sin dejar de frotarse sus manos, como si fuese el querer de un poco de fuego que alimentara sus ambiciones y coraje, su cabeza daba vueltas por dentro, salía a veces de su ensimismamiento cuando alzaba la vista y la giraba a su izquierda, para contemplar el comer de las palomas a picotadas;  de vez en cuando hablaba entre dientes y musitaba: “el amor debe estar cerca, lo noto en mi respiración, debo meditar más sobre el verdadero sentido de mi existencia, pues extrañas luces proyectan en mi interior tan bellos encuentros que es preciso compartirlos como sea, mas mi torpeza se hace presente por el esfuerzo de fuerzas ajenas que quieren nublar mi mente, debo andar con ojo del peligro que acecha, pues hasta en la pared más clara hay una pequña brecha, aunque no la veamos por ahí se acerca…


El mural se podía dividir en dos bloques: cada uno más o menos del mismo tamaño; en la parte izquierda, a la altura de la cabeza, una frase en sentido semicircular, envuelta en una especie de arco iris:”yo no les creo” y debajo de ella tres buitres que se afanaban en la ingesta del alimento que contenía una bolsa como de tela en cuerda semiabierta, que llevaba billetes de dólar y como acciones de banca por dentro, y en el ire el flotar de alguno que se quería escapar.
En la parte de la  derecha estaba representada una niña, de espaldas, con una camiseta rosa que ponía “la tierra es mi cometa”; el cordel bien amarrado en su mano que se alzaba por el esfuerzo del brazo que tiraba  hacia lo alto, de puntillas y casi en salto y vuelo, la niña estaba así representada; el volantín flotaba en ondulaciones libertarias en un día cromático de boquilla de spray claramente azulado, que iba cada vez más en sintonía con el despuntar del sol cada vez más transparente en la hora de ese día.


Y es que el joven no paraba de darle vueltas al magín de la conciencia, a saber si inconscientemente guiadao o no por lo que el llamaba extrañas fuerzas que se acumulaban en su interior, o si era acaso simplemente el hecho de estar harto de la opresión de un mundo abyecto y dejarse llevar por el abrigo de su torpeza.
Mas era esto lo que no podía compartir pues no podía admitir el hecho de que se calificase de torpe su decisión.

“y es que no se daba cuenta
que el amor iba ya con el,
y que las rosas seguirían
siendo rosas”


Nuestra joven compositora graffitera  estaba bastante satisfecha y no paraba de canturrear y moverse con la sabiduría del amor que se dejaba entrever en su guarida interna, sus ojos rápidos para la interpretación de las distintas escalas cromáticas jugaban así con la naturaleza experta en eso del contraste y el aurea, mezclas de diferentes trinos de aves y de niñxs en el jardin de las ilusiones y de las realidades de los colores y las sonoridades, espacio bucólico del alma que triunfa en la entrega.

De pronto empezaron a venir más actrizes y actores a la escena, unxs niñxs alegres asustaban a las palomas, uno de ellos miraba al joven, y este mostró su alma y con su sonrisa de boca a boca selló la alianza, los dos se aproximaron a la vez y compartieron uno de esos encuentros que no se borran de la memoria, alegres y joviales, jugando con una cometa que llevaba la palabra libertad tatuada.

_xurxinho_
 sábado, 12 de noviembre de 2011 ás 1:21