martes, 29 de mayo de 2012

EL HOSPICIO DE LA LIBERTAD

EL HOSPICIO DE LA LIBERTAD

Hola bienvenidas y bienvenidos, hoy les escribo esta crónica desde un condado sin nombre, allá en las ardorosas tierras del Norte:
Un perro grande, de los de carne de hospicio, entró en el colegio que antiguamente se llamaba San Bernardo, eran las dos sustancias, centro educacional y mamífero convergentes, la primera abría la mente al conocimiento;¡y el perro!,San Bernardo, también,¡amigo fiel inquebrantable!,su manifestación espiritual la bondad, educado en la conciencia,¡rastrea hasta que no cesa!,emana de las duras condiciones naturales del frío polar; su amor es ingenuo,¿ignorante?,como las  niñas y niños.
¡No conoce el sabor del dólar quien no busca su ruina!
La ingenuidad de un mundo verde y florido de especies diversas, en constante peligro; así es que el lagarto se esconde, pero su sombra no le asusta, el peligro acecha y se esconde, y el fiel San Bernardo sigue buscando el rastro de quien se ha perdido. Pero ahora no, ahora entra en la escuela de niños y  niñas, y es que es ahora como le llaman a este colegio:
"Educación libertaria"
Aquí no  existen tantas puertas; el gato también se esconde, espera a que pase el peligro y se cuela en donde habitan las haciendas de las agricultoras y agricultores, porque allí se juntan las semillas que también les pertenece, y esperan a los ratones, y a las ratas que merodean alrededor del granero, en servicio de la mujer y el hombre; pero San Bernardo, no el cisterciense, sino el mamífero, ama a las niñas y los niños.
Cuando entrevisté a una de las maestras de Educación Libertaria no dejaron de conmoverme sus hechizantes reflexiones llenas de una frescura solar inconmensurable:
-Esta es una escuela de primaria, que pretendemos que se ajuste a los nuevos tiempos que se avecinan, la música,¡estos amigas y amigos caninos!...; entre otras muchas caricias a la bondad, hacemos pequeñas incursiones por el bosque en busca de ardillas,¡algún día dejarán de esconderse de nuestra presencia!,las mamás y papás, algunas y algunos escriben cuentos y vienen a leérselos mientras toca un coro de violines, mujeres y hombres vestidos de payasos y payasas, les preparan la comidita, a les dejamos que vean  los bichitos de la tierra, tanto a ojo humano como por tubo de microscopio, cuando corremos por la playa, siempre atentas, pero en todo momento dejamos que hagan, casi siempre acabamos chapoteando en el mar y pintando conchas...
Oyendo a esta mujer me transportaba yo con mi memoria a otras escuelas, donde no se admitían a perros pero sí puertas y muchas puertas.

xurxo fernández gonzález