En Tratado sobre la tolerancia François-Marie Arouet Voltaire (1694 -1778), usando una prosa directa y diáfana,y jugando con las comparaciones, nos lleva al mundo de las sociedades clásicas anteriores a las cronológicas de la era cristiana,impulsado por su espíritu de denuncia sobre el modo de hacer justicia en el siglo XVIII, nos recuerda como por ejemplo en la Grecia antigua la justicia era llevada a cabo con mucho más rigor y en un conjunto más democrático y de consideración hacia el reo,en una clara denuncia del retroceso que según él se puede observar en la historia con la imposición de la moral y poder absolutista de las religiones monoteístas, en contraposición con el antiguo paganismo y el culto a varios dioses.
"Parece que, cuando se trata de un parricidio y de condenar a
un padre de familia al más espantoso suplicio, el juicio debería ser
unánime, porque las pruebas de un crimen tan inaudito deberían
ser una evidencia perceptible para todo el mundo: la menor duda
en un caso semejante debe bastar para hacer temblar la mano de
un juez que se dispone a firmar una sentencia de muerte. La
debilidad de nuestra razón y la insuficiencia de nuestras leyes se
dejan notar todos los días, pero, ¿en qué ocasión se descubre
mejor su defectuosidad que cuando la preponderancia de un solo
voto hace morir en el suplicio de la rueda a un ciudadano? En
Atenas se necesitaba una mayoría de cincuenta votos para osar
dictar una sentencia de muerte. ¿Qué se deduce de esto? Que
sabemos, muy inútilmente, que los griegos eran más sensatos y
más humanos que nosotros".
En otra parte del libro Voltaire vuelve a surtir el juego de la dialéctica literaria en un marco comparativo,en este caso en un quiebro de identificaciones entre dos filósofos de la historia ,dejándonos breves pero directas y extraordinarias pequeñas pinceladas de simétricas formas de entender la esncia del vivir, el espíritu que dimana de la conciencia firme,la bñusqueda en el conocimiento compartido,en pura dialéctica de palabra de vida y enseñanza,esclavos de su propio tiempo vivido en nuestra historia.
"Si osamos comparar lo
sagrado con lo profano y a un Dios con un hombre, su muerte,
humanamente hablando, tiene mucha relación con la de Sócrates.
El filósofo griego murió a causa del odio de los sofistas, los
sacerdotes y los principales del pueblo: el legislador de los cristianos
sucumbió al odio de los escribas, de los fariseos y de los
sacerdotes. Sócrates pudo evitar la muerte y no quiso: Jesucristo
se ofreció voluntariamente. El filósofo griego no sólo perdonó a
sus calumniadores y a sus jueces inicuos, sino que les pidió que
tratasen un día a sus propios hijos como a él mismo, si éstos eran
lo bastante afortunados para merecer su odio, como él: el
legislador de los cristianos, infinitamente superior, pidió a su
Padre que perdonase a sus enemigos.
Si Jesucristo pareció temer la muerte, si la angustia que
sentía fue tan extremada que le produjo un sudor mezclado con
sangre, lo que constituye el síntoma más violento y más raro, es
porque se dignó rebajarse a todas las debilidades del cuerpo
humano que había revestido. Su cuerpo temblaba y su alma era
inquebrantable; nos enseñaba que la verdadera fuerza, la verdadera
grandeza consisten en soportar unos males bajo los que
sucumbe nuestra naturaleza. Hay un valor extremado en correr
hacia la muerte temiéndola.
Sócrates había tratado a los sofistas de ignorantes y los
había dejado convictos de mala fe: Jesús, usando de sus derechos
divinos, trató a los escribas y a los fariseos de hipócritas, de
insensatos, de ciegos, de malvados, de serpientes, de raza de
víboras".