jueves, 16 de agosto de 2012

UNA LUZ INTENSA INCIDÍA EN LA POESÍA


Era ya de noche en el estío. Un hombre de aspecto sereno, con una corbata de ositos de peluche rojos, bigote azul y un anteojo monocular enorme se para a unos doce metros  de la amplia fachada de la hacienda. Apoyando la palma izquierda de su mano en un nogal, apunta el artefacto óptico hacia  la ventana de la casa rosada, donde Catalina compone su obra entre el mito y la lógica de la pasión. Ella, con una mano acariciaba las rosas sujetas al alféizar; la otra  viajaba en el aire, auxiliada por el trino de su vieja amiga, la que nunca faltaba a la cita, la joven golondrina. Haciendo círculos y rectas la hermosa Catalina estaba; con sus dedos sensuales, que gesticulaban las idas y vueltas de su desolación y a la vez de su amor. Respiró para dentro y sus ojos aumentaron la gracia de sus  mejillas. Expulsó el viento que llevaba dentro, y con él sus palabras:

“Comprendo, mi amor, cuando huyes hacia adentro,
Pues yo sé, como tu, lo que hay hacia afuera,
Pero yo no estoy dentro de ti,
Ni afuera hay nada que se parezca.
Yo, soledad traicionera, a ti te digo
Que no podrás con nuestro amor desconocido…

Una luz  intensa dentro de un foco circular que incidía de lleno en su cara vino a interrumpir la composición. Procedía del reverso del ambiguo monocular del hombre con una corbata de ositos de peluche rojos y bigote azul.

-Mujer, ¡no  sufras!, ¡amiga!, tu, que estás ahí apoyada en el alféizar, con esa mirada de hondo pesar, yo te entiendo, ¡no te aflijas!, cuando yo era más joven supe también lo que era el dolor…


- ¡Qué dices!..., ¿Cómo te atreves a compararte conmigo?, ¿acaso mandé con mis palabras un mensaje de auxilio a todas las personas de la tierra?, tú necesitas de alguien que sufra para aliviar tu complejidad, dentro de ti se hospeda una condición monstruosa…,pero…¿Qué ocurre?...¿cómo?...¿será posible lo que ven mis ojos?...¡Oh!...

Al tiempo que iba diciendo esto Catalina, al hombre de aspecto sereno, con una corbata de ositos de peluche rojos y  bigote azul se le iba cayendo el pelo;en vuelo ligero, como hoja de un apacible otoño. Su piel se abotagaba a medida que su respiración se hacía más honda. Nacían como escamas y una cola que cambiaba de colores e iba aumentando de tamaño golpeaba violentamente la tierra, mientras rugían sus entrañas y salían de su garganta sonidos atroces. Ahora sus manos eran garras de las que brotaban cada vez más dedos, sus brazos se extendían cada vez más y se aproximaba a Catalina, quien ante el peligro que se le venia encima decidió hacerse invisible.


xurx@erencia