lunes, 7 de enero de 2013

¡SIOMARAY!



Se sentía con fuerzas. Muy atrás quedaban ahora aquellos años de indagaciones introspectivas al lado de donde habitan las diferentes clases de  gentes desarraigadas, que viviendo en la miseria u otras psicológicas calamidades se pierden en una torre de Babel que era usada como un vertedero de basura de un suculento negocio. Ahora podía hablar de ello con conocimiento de las injustas causas. Pero ella se dejaba llevar por lo que su corazón le dictara. Convivió con ese mundo donde las personas parecen salidas de un bosque mitológico aislado de los demás bosques. Porque esas personas permanecían aisladas de la sociedad, al mismo tiempo que vivían en ella. Una sociedad conservadora que necesita de la marginalización para su mezquina existencia .Pero ella, como buscaba el amor tenía primero que estar donde el amor hacía más falta. Se trataba de una inocente búsqueda interior. Mendigaba como las demás y todo igual que las demás, primero la heroína, luego todo junto, luego el alcohol. Pero ella estaba buscándose a sí misma, era cosa pues distinta. Ocurría que era tan buena que iba ello en su contra. Pues ya se sabe que en este mundo no se puede ser tan buena, y menos aún en ese otro mundo mitológico en el que en realidad estaba. Porque esto es lo que se dice,¿o no?.¡Eres demasiado buena!.Era lo que solía ella decirse  en ese  mundo de miseria en el que se encontraba.”¿Porqué siempre tuve que ser tan buena chica?”.Siomaray, como así se llama nuestra querida compañera protagonista de este relato .
Aprendió de la sabiduría de sus gentes y del arte del sustraer lo ajeno y superfluo para cubrir las necesidades; lo  que el guión reclamaba. Aprendió del arma defensiva de la paciencia  y sus ventajosas cualidades. De hecho, esto último es propio de un santo, Santo Job, de un santo que sufrió de la miseria por culpa de un juego de vanidades entre Dios y Satanás. Y en verdad, no dejaba de decir luego Siomaray ,”¡Cuanta paciencia tenían !” .Todas las horas del día por delante dan para mucho pensar.Las decisiones trascendentales, sin embargo, se suelen tomar en la vida sin un previo planteamiento, porque el futuro no se puede vaticinar. Vienen repentinos los hechos que las originan, como el agua del río que pretende desbordarse. Como los movimientos sísmicos de la tierra que anuncian nuevas composiciones en su estructura de placas.

Esos movimientos internos desplazaban el centro de gravedad de Siomaray hacia el corazón ,con lo que constantemente le venía la sensación de pérdida del equilibrio. Habitaba en un mundo donde había que ser fuerte para supervivir. Pero también hizo amistad con algunas sabias que predicaban en el desierto de sus pasiones. Seres pacientes que dejaban ver sus cicatrices sin desesperación y conformaban poéticas mensajes, allá donde anidaban duendes y hadas olvidados por los mortales. Anidaban en la fría piedra tradicional de soportales y callejones,en las  fuentes paganas, donde habitaban las hadas;  y cruceros  que señalizaban  el encuentro de plazas solitarias.

 Entradas a templos y soportales recubiertas de arcos de medio punto,entre otros. Románicas composiciones donde se mezclaba un mundo pagano con la respuesta de una cristiandad que se abría paso en su imposición ultra católica e inquisidora. Ello daba paso a estructuras ojivales. Siniestralidades góticas más apuntadas en sus arcos. En la Edad Media se encaminaba  hacia un mundo cada vez más monoteísta y déspota. El saber popular de culto al Sol  se sustituía ahora por templos de devoción a una única divinidad, que entraba por el efecto del Sol en monumentales catedrales a través de hermosos juegos de vidrieras. Ellos,los inquisidores, decían que así procedían para salvar a la humanidad de las tinieblas, cuando lo cierto es que las tinieblas las traían ellos con sus creencias, basadas en la dominación y sometimiento, para satisfacer sus propias y golosas necesidades. Mas tarde vino el Barroco, donde la ilusión óptica intenta atraer la devoción de los fieles.” ¡Si no tienes fe en los asuntos de la tierra, porque te sientes engañado por los monarcas, cúbrete de ingenio!, ¡y vistosidad!, ¡guarda las formas y muéstrate altiva y orgullosa!”. En definitiva la antesala del capitalismo.
Así pues, un día Siomaray se dijo a sí misma que ya tenía cumplida la etapa de convivencia con el mundo de las almas que reposan al lado de las piedras, donde los duendes y hadas fueron transformados en oto tipo de seres mitológicos, pero de carne y hueso, creadas por la mente codiciosa, que las usa para justificar la represión, y atraer la falsa inventiva de una miserable caridad, para así liberar a la devota o el practicante de cualquier sentimiento de culpa, (en realidad les da igual a los obispos de la Iglesia que sean practicantes o no, como si son ateos, el caso es que usen de la caridad y donen  a las instituciones eclesiásticas) o de certera humanidad.
Llegados a este punto conviene hacer una aclaración. A Siomaray  siempre le torturó la idea de que existiese la injusticia. Sufría con el hecho  de no poder hacer nada. Aunque esto no fuese cierto. El que no hiciese nada, y por lo tanto que nada se pueda hacer. De hecho siempre se puede hacer algo por las y los demás. Ella eligió su camino. Nadie la obligó directamente. Estar donde habitaba el monstruo de la guadaña para aprender de sus perversas ofuscaciones.
Aprendió entre otras cosas a saber esperar.y a no esperar nada de las demás. Aprendió a amar sin caricias ni besos. Aprendió a llorar cuando ríen las demás y a reír cuando se está totalmente sola.
Ahora Siomaray, fuera  ya de ese mundo, necesitaba concentración. Tenía la imperiosa necesidad de demostrar que sí, que había soluciones para los problemas. Pero para ello debía de instruirse con lo que en realidad nunca dejara de ser la mayor de sus aficiones, el mundo del arte, las pasiones y la búsqueda de la salvación de la humanidad. Se encerró en un pequeño sótano que más bien parecía una cueva de frío y humedad y se dedicó a observar el comportamiento de las demás a través de los libros. Luego cogía aceites y lienzos para guardar las imágenes que le venían a la cabeza y le parecían más entrañables. Casi siempre verdes prados recogidos en pastos para los animales; apacibles dornas en el prado azul del mar salado, o cascadas que bajaban con la fortuna de acaudaladas aguas que refrescaron  la montaña; un carro de apacibles bueyes sin macho bovino o cruceros con dioses paganos vencidos, elevados en petroglifos y de los que brotaban  sangrientas lágrimas .También escribía y hacía calceta, las dos cosas le relajaban muy satisfactoriamente. Un mundo nuevo con el paisaje de lo viejo y tradicional se estaba metiendo dentro del alma de Siomaray.Y era así, porque necesitaba que ese misterio vivido anteriormente en las piedras del bosque mitológico de las desarraigadas fuese comprendido. Ese mundo en el que ya estuviera, lleno de peligros, de princesas secuestradas, dragones encolerizados que buscan la mejor espada, y visiones apocalípticas a la par que contradictoriamente placenteras de un extraño paraíso perdido dentro del olvido, ese mundo debería ser redimido. Porque ese mundo tradicional, pesara a quien pesara existía realmente. Ellas, quienes allí vivieron, no eran las tiranas, aunque algunas pretendiesen dar esa imagen. Estaban, la mayoría de ellas perdidas, y ellas lo sabían. Vivían en las piedras, como los seres mitológicos que fueron aniquilados por la Iglesia. Víctimas del sistema, en definitiva.
Tenía muchos contactos virtuales con el exterior, como es de suponer por su inquieto corazón, pero muy pocos contactos que puedan significarse como tales, de esos de tocar la piel de la otra. persona .Destacables eran dos. Un hombre muy cariñoso que en un viaje de LSD se transformara en Jirafa y una mujer normal, si por normal se considera a las mujeres de oficio traductoras.
 Pasaron unos tres años en los que Siomaray permaneció en su cueva, en una vida de meditación, aprendiendo a respirar cuando solo hace extrema necesidad, “lo otro era amar el aire, y atraerlo en suaves bocanadas”,solía decir ella. Se llevaba muy bien con Jimena, la amiga traductora de lengas arábigas e incondicional amiga de las serpientes. Les unía el gusto por la arqueología y la etnografía. Hacía ya algún tiempo que no la veía. Vieja amiga del mundo mitológico de las piedras. Hasta que un día contactó con ella a través de las redes sociales.
Y lo que a partir de ahí vaya a ocurrir es cosa del futuro. Lo único que puedo decir es que las dos están ahora juntas, enormemente ilusionadas, con un proyecto revolucionario de diversos, comprometidos encantamientos y conjuros libertarios.
Y para finalizar me presento, yo me llamo en realidad Gabino,y soy ese amigo de Siomaray que dicen que se quedó colgado de LSD y se convirtió en Jirafa.¡Mentiras!,eso no son más que envidias.
Xurx@erencia
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