viernes, 1 de noviembre de 2013

LA EXTRAÑA PALIDEZ DE INGRED




Querida Luzmila: Te escribo desde una cueva. Hoy por fin puedo decir que ya soy libre. Es muy bonito este amor que nos profesamos sin casi podernos ver pero sabiendo que estamos tu aquí y yo ahí..., para lo que se pueda servir...,quiero decir, es buena la complicidad en el amor y tu ahí y yo aquí pensando tu en mi y yo en ti. Por fin acabé de pagar las deudas contraídas con los otros mercaderes estatales de esta nación y me podré dedicar a la que es mi devoción, alegrar el baile de las mariposas con el vibrar de las cuerdas de mi violín, una afición que descubrí hace poco en mi estancia en Libarsie, ciudad termal donde la tierra en su profundo hábitat lleva estrellas convertidas en minerales que se elevan, para gusto de las y los lugareños de este maravilloso condado.

La realidad vino a mi cuando descubrí  allí, en esa apacible estancia a una nueva amiga, la joven noruega Ingred Jensen. ¡No temas!, no debes tener celos de ella, en realidad lo único que hizo fue abrir mi corazón. Tantos años sirviendo licores, canapés y otras viandas que me olvidara de cómo este mi pequeño imperio se fundamentó, vendiendo otros exquisitos placeres que se colocaban en la línea de lo ilegal, para luego dar el salto oficial y poner todo en regla, y así fue como fundé mi primer bar, “el sabueso feliz”. .Ingred, como yo, vive en Madrid y aquellos días de invierno hasta Libarsie llegó, y como yo también  por una...,¡bien! , que a buen seguro que si yo profesase beatitud divina no dudaría en afirmar que se trataría de una búsqueda de unión sacramental de la mente con el cuerpo, pero como no profesé hasta ahora más que idolatría al dinero y convertido era en un ser mezquino, poca cosa era yo, de interés mínimo, y sin embargo siempre rodeado de fragancias que me admiraban con pasión. Pero para las verdaderas almas libertarias de condición salvaje e indomable estaba yo en el punto de mira como un ser arrogante que bien se acopla a las comodidades de una vida infeliz y se aprovecha de ello también. Pero comprenderás, querida Luzmila, que aún sabiendo estas cosas, una vez que deseas un bien material viene otro y otro y ya estás atrapado. Todas  y todos quieren ser tus amigas y amigos porque creen que uno posee influencias en el mundo de la noche, cuando simplemente me enriquezco a cuenta de las y los demás. Ingred es una mujer de luz pálida. De ella, nada más verla se podría decir que esa palidez está fijada en su rostro porque ella así  lo quiso; dejó entrar en su alma la abstinencia a las pérfidas inclinaciones a las que está sujeto un ser tan vulgar como yo, y así comprendió al momento la enormidad de tal sujeción en su escuálida figura para darle un nuevo matiz.  Entrar en su alma es arrinconar la opacidad, dama de la abstinencia después de la lujuria, dama enemiga de las pérfidas inclinaciones, dama de un alto honor, dama de la noche cuando el día tiene algo que decir..., y fija esa luz de blanca tonalidad hermosamente decadente por fervor, separada de la vida que interesa a un ser tan vulgar como yo, preso de la codicia. Aunque..., ¡Luzmila!...,¡verás!, el caso es..., ¡yo he cambiado de ser!, ahora soy otro, hago lo que quiero hacer!, toco el  violín para alegrar el danzar  de las mariposas. No son celos lo que de mí debes  tener, pues ahora soy feliz..., y tu quieres ante todo mi felicidad también, ¿verdad que si?, y en prueba da amistad te dejo a ti el cuarenta por ciento de mi patrimonio y un diez por ciento a tu perro Fifi. ¡Luzmila!, ahora soy feliz, con Ingrid aprendí la magia de la medicina ayurvédica, aprendí de estas cosas Luzmila, ella me hizo entender que la carne va unida a los elementos vitales de la naturaleza en su estado mas salvaje y procreador. Es una fuerza  en la que cada elemento, combinado con otros elementos, figura así presente en el cuerpo, dependiendo de su estado más o menos débil. Así, ella pertenece a Vata porque el aire está subido al éter, ¡ella es volátil!, como así es la gente de condición pálida, y el fuego y el agua aparecen en mí por ser de aspecto más grueso y decidido en la batalla.¡Ah!, mi querida Luzmila, ¡yo sé que tú me entenderás!. La pobre Ingred , ¡cuando me comentó su historial...!, usos y abusos de las drogas de las que yo fui gran mercader y botánico tan solo para enriquecerme...; de por sí esto solo no debe a mi enternecerme..., pues yo vi muchos rostros demacrados, pero la luz pálida de Ingred...!

Como te dije te dejo a ti el cuarenta por ciento de mi patrimonio y un diez por ciento a tu perro Fifi, el resto lo invertiré en mariposas, violines y en la fomentación de la  medicina ayurvédica, Luzmila...!,mas...,si quieres..., ¡ven con ella y conmigo!, ¡Luzmila!, aquí hay sitio para ti también, ¡somos una gran familia!

 
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