CAPITULO X A LA OGRESA ACURANATAK
LE GUSTA MUCHO EL HIDROMIEL
¡Quince días con sus quince noches de reunión
jocosa!
-Nuestra misión consiste en dar con el espíritu de
nuestras guerreras y guerreros que fueron hasta aquí conducidos...
-Bien, no es exactamente que hasta aquí
llegaran-interrumpe aceleradamente Jonás a Hemérito VI-, se trata de una
creencia...
-Una creencia o no, el caso es que estamos aquí
-interrumpe airadamente Hemérito VI a Jonás- para demostrar o no si esto así
ocurrió
Quitando a Minurl (el perro de Balliulka que
presumía de no tener un nombre propio, pues aseguraba que todos los perros de
Balliulka atendían por el mismo nombre, es decir “Perros de Balliulka”) ,nombre
que le pusiera la ninfa Rosemeriamli al
cánido, las y los demás gustaban mucho del hidromiel, aunque unas y unos más
que otros y otras.
-De lo que sí se sabe a ciencia cierta es que hasta aquí llegaron diosas y dioses
convertidos en animales de la creación...
-¿Y porqué se sabe científicamente eso?-interrumpe
ansiosamente Rosemeriamli a Jonás-
Jonás, Hemérito VI y la ninfa Rosemeriamli
pertenecían a ese grupo que hacían un uso moderado del hidromiel para así dejar
que el pensamiento fluyera por el hábito de la pesquisa y no de las falsas
emociones. Hablaban alrededor de una hoguera junto a algunos marineros y
campesinas, bajo la mirada atenta de Minurl, que permanecía con las patas
hundidas en la tierra al lado de la ninfa Rosemeriamli...; ninfa de de trenzas
doradas que le llegaban hasta los tobillos y con pecas aromáticas dispersas
entre los poros más genuinos de su piel, conocedora del arte de las lenguas e
interpretaciones.
-Porque es algo, una cosa que es tal su evidencia
que no necesita ser demostrable, claro está...-responde Jonás-
-Yo más bien me inclino a pensar que es porque
alguien de vuestro reino- habla ahora Rosemeriamli mientras juega con un palo
haciendo cicatrices en la pálida arena- o de algún otro reino allegado, sabe de
la existencia de diosas y dioses en la isla, porque alguien hasta aquí ha
llegado..., y así lo ha visto y lo dejó reflejado.
-De donde venimos no es un reino ello, sino una
república
-¡Bien...!, ¡esto en sí...!, ¡decir que...!, lo
que tu mencionas...,¡es hablar de las sagradas escrituras!
-¿Sagradas escrituras?, ¿república? Hasta ahora oyera y leyera cosas
de reinos y libros de viajes..., pero esto que comentáis es nuevo para mi.
¿Cuál es el significado de estas dos cosas? –pegunta asombrada Rosemeriamli
- La sagrada escritura es el libro de la ciencia y
la república es como un reino pero sin reinas ni reyes –contesta Jonás.
Próximo a este grupo se hallaba la ogresa Acuranatak
que bebía sin parar. Cogía las ánforas más grandes con un solo brazo mientras
avivaba el fuego de unas hogueras y sobre ellas saltaba, o disponía las brasas
de las otras de tal manera que sobre ellas andaba, al mismo tiempo que retaba a
campesinas y marineros para ver quien a ella superaba..., ¡en tales
disposiciones atléticas!, animando a las y los asistentes a combatir contra
ella.
-¡Vosotras, ninfas y elfos no podéis en este juego
interactuar!. Es el inconveniente de poder volar. No poder participar en los
juegos de un olimpo tan singular -decía así la ogresa Acuranatak, mientras golpeaba
con sus pies la arena y hacía temblar la tierra
- ¡Mirad como se divierte la ogresa Acuranatak!
–decía uno de los marineros del grupo de Rosemeriamli
- ¡Tanto tiempo en el fondo marino que adora las
hogueras!- atinaba otro de los marineros del grupo de Rosemeriamli
-¡Y al hidromiel se pega! -apuntillaba así una de
las campesinas del grupo de Rosemeriamli
- ¡Y también está este otro que es muy divertido! decía
así y ahora la ogresa Acuranatak, mientras que con una fina y alargada caña de
bambú se dedicaba a hacer trazos continuos y simétricos de perpendiculares y
paralelas, formando como pequeñas casitas parceladas, las cuales iba saltando
de una a la otra. Aterrizaba en una y bebía del ánfora de la que no se
derramaba ni una gota.
- ¡Es de un espíritu bonachón y alegre!- decía una
de las campesinas del grupo de Rosemeriamli
- ¡Sus juegos son muy infantiles!,
¡extraordinariamente naturales y sin ataduras morales! - decía otra de las
campesinas del grupo de Rosemeriamli
- ¡Se lleva muy bien con las criaturas más
débiles, con las más pequeñas y con quienes de más complicada edad también! -
decía otro de los marineros del grupo de Rosemeriamli
-Es fácil adivinar que quien se lleva bien con las
personas más pequeñas en edad se lleve
bien con las más viejas, pues son la misma cosa...- decía Hemérito VI del grupo
de Rosemeriamli
Cuando de todo esto se cansaba la ogresa, de todos
estos juegos que aprendiera de las y los humanos, y viendo que no había rival
para ella se ponía a bailar dando vueltas sobre si misma, bebiendo grandes
sorbos intermitentes de hidromiel de los grandes recipientes, sin caerle al
suelo una sola gota.
-Así pues, -continuaba a hablar Rosemeriamli del
grupo de Rosemeriamli- y como antes decía, yo más bien me inclino a pensar que
por lo que vuestras vecinas y vecinos de esa república, las y los cuales
tomaron el acuerdo de traeros hasta aquí
dicen saber ahora que es a
ciencia cierta el hecho de que hasta aquí llegaron diosas y dioses convertidos
en animales de la creación, no sea tal cual por otra cosa que porque alguien de vuestro reino, o mejor dicho
república, o de algún otro reino o república allegada sabe de la existencia de
diosas y dioses en estas islas, porque alguien hasta aquí ha llegado, o él o
ella misma y así lo ha visto y lo dejó
reflejado.
-Aunque tu razonamiento descanse en los buenos
jergones de la buena lógica no debes creerte que es el único razonamiento
posible ni el verdadero-aseguraba ahora, de modo cortante Jonás, del grupo de Rosemeriamli
Ahora Acuranatak, que estaba sentada en una roca,
con los brazos caídos como dos trozos de plomo sujetos a un grueso sedal y los
ojos más apagados que de costumbre, miraba con aire de melancolía al grupo de
Rosemeriamli, como si allí hubiese algo que ella sabía o creyese que no iba a
poder volver a encontrar nunca más. Dudó un momento, se levantó y con paso
lento se dirigió hacía donde estaban. Un grupo de niñas y niños, como casi
siempre sucedía donde ella estaba le seguían, tirando de sus pieles de foca y de
ballena
-Nadie lo dijo, yo solo dije yo creo-contestaba
Rosemeriamli a la interpelación de Jonás
- ¿Y para qué todo esto?, ¡Jonás y yo estamos aquí y ya está! ¡Eso es lo que importa! Se formó un comité de estudiosos del tema Nuestra misión es la de
llegar al espíritu de nuestras guerreras y guerreros que fruto de un viento encolerizado
desaparecieron.... Hombres y mujeres que luchaban en la batalla que confrontaba
en la ciudad de las Bestias Sagradas, en la república de Gotagma, desde donde
Jonás y yo venimos, a dos clanes diferentes, ahora unidos por la misma causa.
Uno es el Clan de “El Burro Nicafor”, de
donde yo, Hemérito VI provengo, y otro el de “Pruseima
la Cierva ” de donde proviene Jonás.
Debemos pues indagar sobre nuestras guerreras o guerreros y sobre el misterio
de estas islas. Sean o no demostrables los hechos que sin ningún nivel de duda
nuestras y nuestros letrados confieren a las sagradas escrituras, nuestra
misión es algo para sentirse orgullosos. Debo reconocer que yo al principio era
mucho más receloso que Jonás de todo esto. Sin dejarme llevar y de lugar a
engaños, comprendí al momento, igual que mi compañero, que esta misión sería el
final de nuestros días, pero cuando ahora podemos decir que no es así nuestra
inclinación, o por lo menos la mía, ya que es de mi de quien realmente yo puedo
decir y no del otro... ¡Ah!, ¡qué maravilloso adivinar que hay cosas ciertas en
las sagradas escrituras!
-Bueno, pues, la verdad...por mi parte...Yo,
Jonás..., ¡bien expresado, mi amigo Hemérito VI!, cacique en tierras de
Vistrikam, la hoy ciudad de las Bestias Sagradas
-¡Vamos pues a lo práctico!. Es necesario hablar
con estos espíritus de guerreros y guerreras que encima de nuestras cabezas se
presentan en elipse.-sentenciaba categóricamente Rosemeriamli
Acuranatak, la ogresa, llegaba ahora hasta el
grupo de Rosemeriamli. Niños y niñas, ancianos y ninfas, elfos y ancianas le
seguían, así como otros y otras jóvenes campesinas y marineros atléticos. Dándose
perfecta cuenta de lo que allí estaban hablando la ogresa lanzó gritos hacia las capas más bajas del cielo, donde
los espíritus de las y los guerreros, que salieran de los búhos y cuervas y
cuervos disecados después de que las jaulas explotaran, se disponían entrelazados y
en elípticas trayectorias acompasadas que formaban un todo. Eran tales
espíritus un coro de aproximaciones homogéneas de fuerzas ocultas que pareciera
que se elevaran, como si fueran pequeñas divinidades gaseosas afectadas por los
cambios de densidad, por el efecto de
la presión y temperatura terrestre. Algunas
de estas fuerzas ocultas que habitaban en los espíritus de las guerreras y
guerreros
se escapaban del círculo primario en una especie de suave torbellino que
descendía un breve espacio de tiempo, para luego desde este viaje intimista y
de tendencia libertaria, volver al eje principal del
círculo primario. Se trataba pues de columnas
de aire que brotaban en posición vertical y se perdían al dejar un leve rastro de invocación
revolucionaria. Un suspiro pues, de torbellinas aclamaciones casi
indescifrables. Algunas ninfas y elfos volando se intentaban acercar a estos
espíritus de guerreros y guerreras, pero cuando parecía que estaban cerca de
ellas y ellos un estruendo gélido se apoderaba de esa parte celestial y se
producía un viento huracanado que devolvía a elfos y ninfas a la tierra. Las
invocaciones de la ogresa Acuranatak tampoco eran más afortunadas, llegados al
punto de que muchas de ellas acababan en tremendos aguaceros.
- ¡Oh!, ¡Acuranatak!. ¡Alabados sean tus esfuerzos!
–gritaba una campesina
- ¡Milagro!..., Acuranatak, ella es...., ella es
quien trae el agua del cielo- gritaba un marinero
-¡Divina entre todas las fuerzas abismales!-declamaba
otra campesina
-Bien, la verdad...es que..., la verdad es que no
era esta mi intención, y ni siquiera sé si es azar lo del agua del cielo -
aclaraba inocentemente la ogresa, mientras bebía un largo trago de hidromiel
- ¡Tenemos que comunicarnos con ellas y ellos! Son
quienes de verdad pueden guiarnos hasta Tualba- decía Minurl, el perro de Balliulka, que ahora se erguía, como si
saliese de un letargo
-¡Sí!, y así Hemérito VI y yo saber si entre ellas
y ellos están los que buscamos
-Bueno, hoy es el decimoquinto día de las jornadas
de júbilo.-decía ahora en tono reflexivo
la ninfa Rosemeriamli- A partir de ahora debemos ir con más cuidado con
los excesos. Tengo un presentimiento. Se acerca Horrintae
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