sábado, 9 de agosto de 2014

URA EN LA CATACUMBA DE SEPTENTRIÓN


Un mito que desvanecer ante la cruda realidad

Donde se te dice que no caben tus leyendas.

El mito en la vida activa y el río de la esperanza.

¡Está claro! La cuestión es:

 
Nuestros sueños aspiran a ser

Parte activa en los flujos cósmicos

Que espiritualizan la antesala

Del altar de la gloria.

Esta es una parte de la leyenda de Ura,

La cabeza simbólica de esta doctrina

 
Pero en ella... En ella su luz ,

Su luz interior en ella se admira.

Es sabiduría toda...

La sabiduría de Ura es la que interioriza su forma.

Con sus más mínimos detalles

Y espera la siembra del brote contemplativo

 
“Hablé con ella”- nos comentaba en la montaña,

Cuando vivía entre nosotras y nosotros-

“Hablé con mi propia existencia”,- nos decía Ura-

“Y le di forma espiritual....”

 
Dicen que yo me enamoré de ella después,

Cuando ya estaba muerta...

Es parte de la leyenda...

Y que por eso me convertí en Dios también,

Que venía a por ella de parte de la tiranía,

Pero que me dejé llevar por sus encantos.

Pues decir que  protegí su tumba

De las almas forajidas

Y otros clanes conspiradores

Que querían vivir de su memoria

Con mi poderoso martillo Matrak.

Querían  falsear la realidad de la historia,

Blasfemar en el altar de su reposo y honra,

Profanar su tumba y llevarse las reliquias

Hruh de Sabem es mi nombre!

¡Si en mi crees y eres buena persona

Yo guardaré tu tumba!

 
Pero la cosa comenzó por devoción:

Mi misión era volver a verla.

Era mi misión. Yo me la impuse.

Me la impuse yo.

Desde aquel primer día que la vi allí subida,

Hablando a toda la congregación

 
Una vez que se convirtió en Diosa

Fue a meditar  a la catacumba de Septentrión,

Pero nadie lo sabía. Gustaba de esas cosas

Visité, cuando aún era yo un hombre

A las gentes del clan.

¡Sentí la necesidad vital

De volver a verla!

 
“Ahora hace falta ser persona decidida

¡Subiré al altar! ¿Cuál es el sacrificio para la liberación?”

Las y los miembros del clan, al oír estas palabras de su boca

Se temían lo peor...

 
Dejó así dicho y marchó

Con la palabra del eco redentor

“No temáis”-se despidió-

“Destruiré el altar de la ejecución

Y traeré una nueva filosofía

Para las gentes nativas,

Pero debo antes meditar”

 
Acostumbrada a estas situaciones

Se introducía en las cuevas.

Lo supe después.

Jonás fue el primero en volver a verla.

 
Al saber de su muerte

Yo me presenté voluntario

Para guardar por su tumba todos los días.

 
Ella dejó dicho antes de morir:

“Destruid el altar y solo dejad la antesala”.

Gustaba de ir a meditar sola a las cuevas.

 
Allá, en la catacumba de Septentrión,

Donde permanecía, en aquellos días...

En las más absolutas tinieblas y soledad....

¡Nuestra Ura la Divinidad!

 
“¿Cuál es la solución

Para todos los males de la tierra?”

Eran las relexiones de Ura.

¡Una nueva Diosa se consolidaba

En el clan de Belamar

Y en las amistades de Ura!

 
Hay diferentes tipos de Dioses menores,

Como es mi caso...

¡Los que guardan de las catacumbas de las Diosas!

Pero los espíritus de los guardianes  no hablan,

Solo transmiten voluntades,

Y  mi espíritu al ser el de un Dios Menor

Y dicha categoría tan solo debe contemplar

Y observar detrás de las amapolas

El juego de los mortales:

Duerme activo, juega con los sueños,

Vive en los de ellas y ellos,

Se conmueve por sus costumbres e ilusiones.

 
¡Cayó prisionera del malvado Prioto!,

Sabemos ahora que así ocurrió con Ura

 
Prioto, el amamantado con sangre de Tauro

Para deleite de su padre, venido del más hondo misterio,

En un corcel iluminado con estacas de fuego,

Descubrió donde estaba Ura

Con la bola que desentraña los secretos

Y la raptó.

 
Ah!...Extraño efecto insolador que en mí provoca el fuego:

Él, que se inclina, abrasivo, hacia el lado de la gente inocente

Y arrasa cosechas y aviva la siembra de la hambruna

Para deleite de los espíritus del centro de la tierra,

Allí de donde viene...

Arrasó con todo... ¡Prioto! Confabulando con quien fuera

Presa del arsénico, Hefesto, el primer forjador.

¡Este fuego creador benevolente

 E iracundo ahora en las estacas de tan funesto corcel!

 

“Hace falta ser persona decidida

¡Subiré al altar!

¿Cuál es el sacrificio para liberar a mi pueblo?”

La  Diosa, nuestra Ura divina,

Que expía las culpas del clan de Belamar

Y hace ofrendas en los agujeros de la tierra

Era persona decidida, Diosa en nuestro clan.

 
El propio Prioto fue a verla en persona,

Allá donde luego la tenía encerrada, en el Etna

 
“¡Aparta de ahí, hija de mala estirpe!

¡No has comprendido nada!

¡Tú debes ser la sacrificada!

 
“Pero, Prioto, entiende...

Yo haré de mi muerte el sacrificio

Que haya elegido, por la voluntad conferida

A mi unívoca resistencia, pues tú serás

Quien se oponga a mi voluntad,

Con lo cual te hundirás en la oscuridad

Y mi espíritu será libre”

 
“¿No comprendes que estás secuestrada

Y tu voluntad es la mía? Pero...

Debes dejar poseerte

Por propia voluntad, evidentemente...”

-Hablaba con irónica crueldad el maléfico Prioto-

 
Una y otra vez resuena

En la catacumba conmemorativa de Septentrión

La voz del padecimiento de Ura ante Prioto.

 
“¡Aparta de ahí, hija de mala estirpe!

¡No has comprendido nada!

Y se cerró el círculo de su gula desmedida

Acabando con la vida de Ura.

 
“¡Deberías haber destruido el altar

 Y dejar solo la antesala! ...ja, jajá..!

- Prioto en la cueva, una y otra vez

Así decía mientras torturaba a Ura-

 
El martirio de Ura resuena

En la catacumba de Septentrión,

Todas las noches a la misma hora

En que Ura resucitó y fue vista por Jonás.

Dícese así:

 
Prioto fue extendiendo su maldad,

Pero la leyenda de Ura se iba extendiendo también.

El malvado , pasados siete años de la muerte de Ura

Cruzó todo el Mediterráneo

Sembrando el terror y llegó hasta la vieja Emesa

 
El pueblo está donde tiene que estar,

En su valle.

Y las criaturas inocentes de las aguas salinas

En efecto de dulcificación

De la montaña inaccesible....

Esas niñas y niños que pasean por el lago

Y disfrutan de las ranas acuáticas

Están donde tienen que estar,

Jugando en el lago...

 
Ura llegó en un corcel sagrado

Desde el cielo dorado.

El niño Jonás la vio desde el lago

 
El fuego, una vez más,

Se inclina ante Prioto el maléfico,

Que va tirando del corcel que abre la caravana

Escupiendo el rendido elemento

Y fustigando a los caballos,

El fuego revive en odio al

Nacer de su boca...Es la señal...!

Las dos monstruosidades al mismo tiempo...

Prioto y el corcel de guerra, el corcel de guerra y Piotro

Prioto nunca se inclina!. Ríe!.  Ríe  y da órdenes...!

Y da órdenes escupiendo fuego de su boca...

Las criaturas juegan con las ranas

Jonás, preso de la emoción cae al lago

Y es liberado por Ura.

 
Y así el valle entero resucita en valor,

Comandado por Ura y hacen frente a Prioto,

Las ranas, las criaturas amigas de las ranas

Y los padres y las madres de las niñas y niños ,

Y de los espíritus de las ranas.

Ha nacido una nueva fe en el valle!

Ura ! Aquel espíritu contemplativo

Y la leyenda de la catacumba de Septentrión
 
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