Al subir encontré un amable
gesto
de bienvenida en nombre
de Bóreas.
Llevaba suficientes
comestibles para una semana.
Pregunté por el maestro
de la magia y las ilusiones
a las águilas de Mongolia
desde el pico más alto
que alcanza mi memoria
y me sugirieron
paciencia, que volviera otro día.
Bajé la montaña, y al
volver a mi hogar
tuve que tranquilizar a
mis seres queridos
“Habrá otro momento de
hablar
con el maestro”
Ahora estoy aquí, pero...
¿Qué aconteció
para que yo, Mimo, hasta
aqui llegara, hasta Mongolia?
Bien, lo cierto es que
debo hablar un poco...
no sé.., pero..La vida en
Europa era:
El mal de ojo, la
miseria, la gente que llega
y lo quiere todo de tu
vida, la marginación, el odio,
el rencor, la envidia,
los consejos del necio, el
vacío en la frustración
hecha venganza.
Tuve que arrastrarme por
el lodo
para desviarme de tales
acueductos
que vigilan acechantes,
y en mis ilusiones fundé
una familia.
Hize lo que me decía el
corazón,
pues latía con fuerza y
dominaba la situación;
un efecto de desolación
cubrió la bóveda...
Y en el interior sentía frustración,
Mis sueños no se verían
cumplidos
si no aprendía a soñar,
pero yo era torpe en
condición,
altivo en la desolación,
débil en la condición
amatoria,
tímido en la procedencia
y sensible en la
elocuencia...
Ahora mismo la cuestión
es:
“Habrá otro momento de
hablar
con el maestro”
-no sabía por decir otra
cosa que eso a la familia-
La questión es ahora,
aquí y ahora...,
aqui...¡ En Mongolia!
Subo y subo la montaña,
y me dice el gigante que vigila
la cueva sagrada:
“¡Vuela usted mañana!”
Todas esas plagas divinas
hicieron que me refugiase
y por refugio llevo
conmigo
la dura sensación
que abunda en la
melancolía,
y aunque bien sea cierto
que lo cierto es que en
realidad
lo de la familia era una ilusión
,lo cierto es que fundé
una familia
a través de esfuerzos
con el don de la
imaginación.
Pero... ¿Cómo llegué aquí...?
¡Habrá otro momento!
¿... hasta las montañas
de Mongolia?
Un gesto, una mirada...
Ah! ¡Cómo recuerdo ahora!
...por el exceso del
propio dictamen
en la materia del rubor.
Una sensación interior
que me turbaba
me impedía expresarme con
suficiencia,
era la vergüenza de la
composición
haciéndose pública en la
timidez del amor.
Pálidos objetos. Europa sin
Sol,.
Parecían estatuas
circundadas
Pero...¡ Y ahora qué!
¡Muchas cosas dan igual
estando ahora en las
montañas
en la estepa sagrada de
Mongolia!
¡Aquí me esperan las
mejores leyendas
que permanecen sepultadas
en los oasis de la tierra!.
Ellas se dirigían con
mejor pie que el mío,
me refiero en Europa y
las estatuas de Europa
Más decididas
La obsesión en la
obcecación
de ciertas almas
guerreras
trae la confusión
por el efecto de
intimidación
y con ello el reduccionismo
de la materia esencial
objeto de estudio.
Trae la confusión cual de
esa manera
pues arrojan la bandera
en el lindo vuelo
cual rayo de infante
marginador,
que tapa otras bocas y
consuela
solo a las viejas como idóneas.
Y al fondo del abismo la
depresión,
pues la oscuridad aparece
cuando
se cierran las puertas,
por no dejar entrar en
sus casas
a otras y otros que
vendimian
también en el amor .
Entonces...yo...Necesitaría
huir, pero... ¿Adonde?
Si la sensación es...;
Y es tímida la sugestión
que me abrasaba.
¿Andar con firmeza?
¡Santa devoción en ti
anclada, madre mía!
¡Madre mía! ¡Esas son las
verdaderas palabras!
¡Anclar la pasión
haciendo orilla
en el amor!
Tu que vives dentro de mí,
yo por ti no permitiré
esta traición...
Contigo estoy dentro de
ti,
la vida, mientras...
¿Qué es la vida sino un
farol de tu brillo?
Entonces...yo...Necesitaría
huir, pero... ¿Adonde?
Si la sensación es...
Y es tímida la sugestión
que me abrasa
Madre mía...¡Objeto de mi
pasión!
¿Qué está ocurriendo aquí?
¡Yo me dirigo a ti,
todos los días de mi vida
Para que salves a este
alma perdida
con tu bendito amor!
El caso es que..., el
caso es que...
¡Yo no sé!, el caso es
que si acaso
me hice hombre austero,
no por el hecho de
hacerme hombre,
sino por verme solo y
obligado
por las circunstancias.
El invierno pronto
llegaría,
la gente del valle como
si no existiera,
pues como siempre,
dormían.
Dormían hasta primavera
y despertaban un día
solo para recordar que
existían,
y antes del estío se
volvían a dormir.
Aproveché ante tanta
soledad
para escribir ciertos
libros
que hablaban de grandes
misterios.
Llegué pues, en verano a
Mongolia
con libros de magia de mi
propia tinta China
¡Ahí fue donde fundé la
familia!
¡Cerca de las àguilas!
¡En verdad que sí!
Pero...¿Sabeis?
El viaje para llegar
hasta Mongolia
fue con un pañuelo,
pues secaba mis lágrimas
y con una leve sonrisa
fingía
ante las que eran para mí
las primeras almas de
Mongolia
que yo veía.
Los seres más queridos
habían quedado atrás,
al entender la bien
querida
y añorada intimidad
como un efecto de
proximidad.
Alguien hablaba, era yo
Hablaba solo por ser
tan desbocada la pasión
y corto el entendimiento
de dicha aflicción...
En el tren que me llevaba
a las estepas asiáticas
lloraba,
reía, hablaba solo y con
humildad
asentía ante las gentes
lugareñas de Mongolia
Y la verdad, ...aún no sé
muy bien porqué,
pues no sé porqué pensé
en la cabeza dando
vueltas en Europa
cuando en realidad ya no
estaba en Europa.
Me quedé dormido en la
mitad del viaje,
y un gigante vino a verme;
y por pensar pensaba
que era la cabeza,
que daba vueltas
y que la cabeza llegara
ya a las estepas.
Luego la gente
filibustera dice que no
pero sí que lo piensan,
que estás mal de la
cabeza,
porque la cabeza vuela,
y a mi me daba risa ver
la cabeza de
algunas de estas almas,
comparada con la del
gigante
que en mi espíritu
hacía acto de presencia.
Un gesto, una mirada...
siendo así, de tal guisa,
cotidiana y nada fuera de
lo normal
el poder de tal turbación
en los hábitos rutinarios.
Y aún faltaba el resto,
es decir, toda la vida,
¡Esto solo es el acto
protocolario de la pasión!
Un acto de elevado amor,
pensaba yo...
en mi ilusión...,con un
futuro por
delante y una familia que
fundar
allá en las estepas de
Mongolia.
Pero,por causas del
destino
y acechanzas que ya
contaré,
así como mi deseo es
hablar tal pues
de las experiencias de mi
viaje a Mongolia,
el caso es que volví a mi
tierra
Este fuera el primer
viaje sagrado
de mi santa devoción.
Lugareño de los valles
perdidos
donde existe la santa desolación
del amor perdido por
injusta traición,
de quien por bien se tenía
e izaba la bandera
creyéndose poseedora del
nombre de la verdad,
pues al volver me puse al
corriente
rápidamente de los hechos
del valle.
Hizo justicia nuestra
madre,
pues allí llegó para
poner cordura
en donde había marginación.
Y en vez de afligir mandó cumplir
firme acto de penitencia
para compensar ese fatal
prejuicio desolador,
que habita en las almas
altivas y obcecadas
a quienes juzgaran sin
fundamento las sibilantes
palabras del amor que a
sus ojos era sentencia orgullosa....
pues vano es el esfuerzo de la palabra
que dictamina la obsesión,
de cual suerte y fortuna
que la penitencia llevaba
el dulce nombre del silencio
y la astuta reflexión...
¡Las piernas temblaban
sin las palabras!
Mientras, Europa ardía
Bajaron la cabeza , una
tras uno,
y así en el devenir
dejaron lo que les
indicara la Diosa cumplir
¡Era gente orgullosa!
¡Buena de bandera y de corazón!,
Gente guerrera pero
ofuscada.
Fervorosas y fervorosos
de las tradiciones,
La más bella gente
ofuscada y desconfiada
de la tierra ¡La más
guerrera por ofuscada
y la más bella!
Sus razonamientos tenían
fundamento
pero sus hábitos estaban
reducidos
a la mínima y tibia expresión,
porque
el círculo se cerraba.
La gente creía que a sus
casas
no era bienvenida, pues
establecieron
estrategias de las viejas
guerras,
con planos de batallas a
la antigua usanza,
letras hermosas y
rítmicas
en un espacio aburrido
por poco asistido
al permanecer las puertas
cerradas
a otras almas portadoras
de la flauta sagrada.
¡Una estrategia de gente buena
y civilizada,
gente guerrera
confundida, a la que
para librarles de la
confusión que germina
en el paisaje de la
desolación.
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