domingo, 20 de mayo de 2012

Sonicleta y Chapulín

Lo cierto es que no se puede habalar de que había una vez una niña que tenía un perro,esto no es correcto,sí es más admisible decir que la niña tenía ocho años y se llamaba Sonicleta.¡como va a tener un perro una niña?,¿de que parte de su cuerpo le cuelga?.Al perro sí que le colgaban unas enormes orejas,suaves como las sábanas de una cuna hechizada,negras y con tonalidades que pasaban por el pincel de un pardo aclarado con gotas blancas que se exhibía formando manchas como pequeñas islas,ante la inmensidad de sus orejas en un Océano.

Vivían en Apple Valley,una zona relativamente tranquila de California,alejada de la multitud de las grandes ciudades,en el que según las últimas encuestas oficiales había sesenta y nueve mil y una personas,esto lo tenía muy claro la niña,ya que su papá que se llamaba Justiniano,esa mañana,antes de ir al trabajo,mientras sus manos estrujaban el periódico y sus gafas comentaban a sus ojos la noticia estadística,así se lo hizo saber,y le añadía:¡Sonicleta!,tu eres esa una que hay que añadir a las sesenta y nueve mil,lo que a la niña le hizo muy feliz y dichosa.

Eran ahora sobre las ocho y dos minutos y treina y un segundos de la tarde;Sonicleta bajaba de la segunda planta del pequeño edificio en el que vivía,se iba estrepitosamente al encuentro de las camelias y tulipanes,en realidad no era la niña la que así se autoimpulsaba,sino que esto ocurría cuando bajaba al portal con el perro agarrado por la correa,era él quien la llevaba,las flores que estaban encerradas en los alféizares inferiores de los soportales contiguos,encerradas en hileras, eran ligeramente olisqueadas,una de las camelias un tanto a la defensiva e inquieta por la energía del perro,un poco para tranquilizarse o quien sabe si porque de verdad así lo sentía dictaba
-,¡que bonito es!,¿de qué raza es?-,al principio la niña le contestaba que eso de las razas no era algo materia de su interes,pero sí que le podía asegurar que de un perro se trataba,pero se cansó de tener que decir esto,y ahora en vez de responder la olisqueaba,con esto ganó la amistad de todas ellas,la de las camelias y las amapolas.El perro ya andaba libre sin la correa,brincando por la verde pradera.

Pero basta ya de llamar perro al perro,tenía un nombre,en realidad se llamaba Juan de Alvarado Villacifuentes Pedrosa,pero si pronunciabas
este nombre nadie contestaba.La realidad era que Juan de Alvarado fue entregado a Justiniano por un amigo suyo llamado Concordio, cuando tenía un año de vida,pero cuando digo esto aclaro que quien tenía un año de vida era Juan de Alvarado Villacifuentes Pedrosa,el perro,porque Concordio andaría por los ciento y setenta,un sabio de la ciudad del distrito de Mendoza,en la plateada Argentina;y en cuanto a Justiniano no sé que edad debía tener,sobre unos treinta y seis,o a lo sumo treinta y seis y medio,la edad más sana que se podría tener.Juan de Alvarado Villacifuentes Pedrosa,el perro,en realidad respondía por el nombre de Chapulín,nomenclatura heredada de la hermana de Sonicleta,una jovencita que frisaría ahora unos veinte y tres años de edad y que se llamaba Virachoia y vivía ahora en la gran ciudad de San Diego.

Como digo, Chapulín estaba brincando por el verde;Sonicleta alegre corría tras de él,por entre las flores y la pequeña hierba húmeda,con los cabellos alzados al viento y saltando,entregad@s en piruetas,requiebros,imágenes y canciones llenas de hermosura;sintió sed la niña y se paró a observsar alegremente como el chorro de agua brotaba en cascada,que proclamaba transparente y victoriosa,ante el imperativo de su pequeña mano que presionaba la palanca que permitía su salida.

De repente,mientras veía a Chapulin correr dulcemente,algo extraño nubló su mente,pensaba la niña en voz alta:

-Se alegra cuando corre, cuando juega conmigo,sí, pero cuando yo no estoy,o simplemente cuando está en casa,cuando lo veo tumbado como uno de esos peces que se muerden la cola,siento tanta pena por él,papá me dice que es normal,que está descansando,pero yo lo veo a veces con los ojos abiertos,y con los ojos abiertos no se descansa ni se duerme,no es normal,algo ocurre.

Así reflexionaba la niña entre la confusión,o no,el caso es que al volver a casa habló con Justiniano,su papá,y le expuso el caso.

Y el padre le dijo:

-Notas que eso ocurre en el perro,yo la verdad no noto nada raro,sí es cierto que cuando más felices son es fuera de lo que nosotros construimos,de estas casas que nos esclavizan.Pero para tu mayor tranquilidad te voy a decir lo que vamos a hacer.

La niña estaba toda ilusionada con las palabras de su papá y sus ojos se abrieron como platillos volantes y su gesto de felicidad inundaba su tez sonrosada.

-En San Diego,donde vive tu hermana Virachoia hará unos cinco meses se inauguró la primera clínica mental para perros,dicen que tiene mucho éxito.Voy a coger un día convenido e iremos tu y yo hasta la casa de tu hermanita y a esa clínica mental.

-¡Hurra,Hurraaa!,voy a ver a mi hermanitaaa....,y Chapulin se pondrá bien,gracias,papaito mío queridísimooo...

Y llegó el día convenido,despues de salvar las 153 millas que separan Apple Valley de San Diego,de haber dormido en la casa de su hermana Virachoia,la cual estaba muy comprometida con el compromiso de la vida,pues estudiaba para Ciencias de las Letras Exactas y por las tardes iba a clases de magia.

Despues de este feliz encuentro estaban ya en la enorme torre de un edificio de 1200 pisos en forma de eterno obelisco,Virachoia,Sonicleta,Justiniano y Chapulin,aquí era donde tenía la consulta el psiquiatra.Era un edificio innovador y vanguardista,pues aquí trabajaban tanto personas como otros seres de la creación,era la primera sucursal en California de una serie de empresas que promovían los intercambios entre seres de distinta especie.

-Desde luego,que cortas se hacen las distancias y que distantes las tradiciones con el paso del tiempo,el caso es que esta clínica,desde luego que es la más prometedora de la ahora República Californiana-decía así Virachoia mientra entraban en recepción,con un enorme mostrador lleno de conejos-

Volaron al piso 173 en un elevador tipo esprimidora,primero achatada y luego obligada a un cilíndrico alargamiento estratosférico,con cúpula giratoria filamentada en hojas metálicas cruzadas,de color negro transparente y con sonidos que parecían aspergentes,muy sutiles,como los que salen al golpear la barra del triángulo musical,en un prolongado pero breve eco.Subieron en una céntesima y medio de milésimas,en tiempo cronológico,y con viento en contra.

Ya estaban en frente de la puerta de la consulta del psiquiatra,una puerta de cuatro metros de altura y unos cuarenta y tres centímetros por lo ancho,forrados de terciopelo gris con rasgaduras de garra.
Un cartel a un lado en un atril, y a la altura de los ojos humanos avisaba:

"Si no cabes tu,no entorpezcas,seguro que el perro sí"

Y al lado de una de las jambas,y también a la altura de los ojos human@s una placa de color dorado en la que ponía: GATO FELIZ,CONSULTA ENTRE PÈRROS Y GATOS.

Entre los cuatro convinieron en que quien debería entrar eran Chapulin y Sonicleta,vistas así las cosas más personas parecía innecesario, y decidieron que al fin y al cabo con quien más unión y ascercamiento el perro tenía era con la niña,y en estas cosas de los altos vuelos mentales era cosa muy importante.

Atravesaron la puerta,la sala estaba totalmente a oscuras,excepto el gato que permanecía transparente,con una amplia sonrisa y tomándose una cerveza,con unos bigotes que iban en su amplitud de un lado a otro de la sala,suena de fondo el Higway To Hell,el perro ladra,se enciende la luz y la música cesa,el perro sigue ladrando,mientras el gato feliz dice:

-Sabia decisión en la mente del perro que se tranquilice y que haga un poco como los gatos,mas malabarismos y magia,y sobre todo ejercicio,mucho ejercicio,mucho ejercicio,y mientras esto último decía la música volvía a sonar y el gato no paraba de saltar de un lado a otro de la sala.La niña decidió que lo mejor era marchar de allí,y tal fue así que al día siguiente Sonicleta,Justiniano y Chapulin se encontraban de nuevo en la más tranquilizadora vida de la villa de Apple Valley.

Y los días siguieron rodando y la niña y el perro siguieron junt@s,ahora ella se encontraba más tranquila,más equilibrada en sus emociones,al fin y al cabo  aprendió que Chapulin también tenía el derecho a sentirse triste como también le ocurría a ella misma y a su papá y a l@s demás seres de la creación.

xurx@erencia