Cuando Tiarabela
hablaba gustaba de ser oída, como cuando escuchaba los sonidos que salían de su
guitarra. Ahora estaba hablando en un descanso. Tiarabela gustaba de hablar
para ser oída, por eso estaba ahora sentada en el calvario.
-Amigas....Pero....¿acaso
no?...,-decía Tiarabela-,pero....¡yo!Amigos...es que para sentir que hay un
dios o una diosa....,¡eso son…¡ PALABRAS MAYORES!...para sentir eso,...es que
para sentir eso hay que sentir que algún día...¡quién sabe que día!,pero que
algún día cabe la posibilidad de que esa diosa o dios del que se está hablando
puedas ser tú y solo tú, pues es dentro de ti…
-¡No y no!…, esto
no son más que palabras, palabras y más
palabras y nada más que palabras. No seré yo quien niegue la buena voluntad que
las rige, pero… -decía ahora Piedrabuena-
Piedrabuena por
ser quien era, pues siendo muy joven opinaba que si había piedras que escondían
serpientes no eran todas las piedras buenas, por eso le quedó el nombre de
Piedrabuena, a modo de crítica por su aversión a las serpientes. Una anécdota a
destacar cuando Piedrabuena conoció a Tiarabela estaba relacionada con los
ofidios. No comprendiendo ella la aversión de este a las serpientes quiso
profundizar y se lo preguntó:-¿Porqué odias a las serpientes?Y él respondía-¿Y
porqué no iba a odiarla?-Representa a la mujer-le volvía a decir ella. Milagrosamente,
Piedrabuena cambió de actitud. Pasaron
un par de meses y fue a casa de Tiarabela para comentarle que podía pasar
cualquier día por la aldea donde vivía para ver la nueva serpiente que
tenía.-Bien, veo que te ha servido de algo que te dijese que la serpiente
representa a la mujer, cosa en la que no estoy en nada de acuerdo, no por el
hecho en sí, sino de la maldad de donde proviene. Has demostrado comprender
emocionalmente la situación, aunque el acto fue exagerado.¡Devuelve la
serpiente!,o mejor, ¡libérala en el monte!-Y así acaba la anécdota de cuando
Piedrabuena y Tiarabela se conocieron.
Pararon un
momento de andar el camino, ella con la guitarra, y él con la gaita. Él estaba
de pie y ella sentada en la plataforma del crucero. Estaban en una encrucijada.
Si una o uno se fijaba bien, pareciera como que la calavera que estaba
representada en el capitel los estuviese observando
-¡Ni siquiera
eso!, palabras son que no las rige más que lo que pudiera regir una bonita
puesta de sol.
Ahora quien así
hablaba era Monaghan, que entraba en escena y se sentaba junto a Tiarabela. Un
irlandés de grandes dimensiones, algo pendenciero pero de buen corazón, con
pecas hasta en las orejas.
El día era apacible,
era un azul lleno de un claro oxígeno transparente el que figuraba en su imagen
de postal.
-Bien…, está
bien que deis vuestro parecer. Licencia tenéis, pues permanecéis en la tierra
que pisamos y eso es suficiente habiendo nacido con el don de poseer el tan
conocido orificio por donde salen las
palabras, auxiliado por carnosa lengua, la sublime boca sensual a la par que
conflictiva.
-¡Que
conciliadoras son tus palabras!..., ¡si hasta nos permites hablar!..., ¡Sí,
claro!, bien…, unas cuantas bombas y todo estaría resuelto-decía Monaghan al
tiempo que le pasaba el canuto a Tiarabela.
-¡Eso es!,-decía
Piedrabuena-¿Conciliadoras? .Dice que está bien la crítica pero no responde a
ella, responde con requiebros naturistas.
Una flauta sonaba,
la de Isolina, una mujer que llegara con Monaghan. Tenía ella unos ojos azules
refugiados en cara de tez pálida y alargada,
con una frecuente y prominente sonrisa que invitaba a las más dulces de las
reflexiones. Las palomas subían y bajaban, trazando perpendiculares y
paralelas, dando vueltas dentro de su esfera geométrica. La flauta paró e
Isolina ahora comentaba.
-¡Bien se ve!,
dos hombres contra una mujer. ¿Por qué no dejáis de meteros con Tiarabela? ¿Solo
porque no cree en lo que vosotros pensáis? Ella de lo que habla es de quererse
una o uno mismo y vosotros respondéis con otras cuestiones, como la de que este
mundo solo se soluciona con la violencia. Los pájaros hablan de amor y vosotros
de guerra. -Ahora algunas palomas giraban sobre Isolina. La flauta se acomodó
en sus dulces labios y volvió a sonar-.
-Gracias, Isolina,
pero como bien dice Piedrabuena no son más que palabras. Mi afán es que puedan
servir de puente tutelar . En este caso
habláis vosotros de la libre disposición de no creer lo que yo digo. Pero,¿estoy
acaso yo en desacuerdo de ello? .Por mi podéis acordar o no conmigo que me da
igual. Yo no tengo que responder ante nada ni nadie, igual que cuando se está
sumido en la ignorancia y esta exime de culpa. Puede ser que el girar de mi
brillo poético anide en la hiperbólica, mas no es más cierto que verme desposeída
de toda violencia quisiera. Lo que ahora voy a empezar es un mundo de
predicación, un paso más hacia delante.
-No te
dejarán-decía Monaghan-
-Amigo…, la
imaginación es algo que nunca se sabe hasta donde puede llegar,-respondía
Tiarabela-, que unida a la persistencia….Además, si no pudiera ello por mortal imposibilismo
en el servicio de la pedagogía, que al menos hagan el efecto mis palabras llenas
de tinta de una anestésica epopeya.
-¿Como un
calamar?-dice Monaghan,… ¡Quiero decir!..., por lo de la tinta.
-Eso es…, jajay...eso
es…, Monaghan…, vas entendiendo…ajajá-decía así Isolina al tiempo que no paraba
de reír-
A veces resulta
que cuando todo está tranquilo parece
que algo viene como caído del cielo para enturbiar la paz. Por el viejo
camino de castaños y nogales se acercaba un hombre.
-Mirad quien
viene ahí. No parece contento.
Panchiño
Villano le llamaban, por su paciencia y su hidalguía de revolucionada vida. Barba
grande, ojos saltones, baja estatura y ronca voz.
-Jerónimo ha
aparecido muerto,-gritaba-…,han matado a Jerónimo…,lo han matado…,en la casa trasera,
junto al antiguo palomar.
Jerónimo Cifuentes, más conocido como “El Chiri”,por lo de
chirikawa. Hombre de tez morena con ojos cristalinos, emboscados en mejillas
arqueadas, frente prominente, nariz aguileña, ancho cuello, piernas arqueadas y
brazos fuertes. Ahora todo eso parecía que de nada le valía. Se hizo un silencio
que solo era interrumpido por palomas, rulas
y dos viandantes que subían por la calle que iba a dar a la iglesia. Cuando las
aves volvían casi todas a posarse en el suelo se oyó una voz, la de Isolina:
-¿El chiri?..., no puede ser…si hace poco…
-Pero, ¿es que acaso no conocéis a Panchiño, otra de sus
paranoias? En fin, ¿porqué no vas a dormir un rato y te despejas?-decía ahora
Monaghan-
-Si tú lo dices…,Monaghan…¡será cierto!,no voy a dudar de ti…,¡será
cierto!…¡Sí!...,¡eso es!…tan solo hacía falta que tu me lo dijeras…,¡eso es!…-Su
ojos, al tiempo que hablaba parecían cada vez más rojos-,¡Sí!...,claro…, que
sí…,¿porqué me iba a mentir Monaghan?.Las personas como tu no mienten…, pueden
estar equivocadas…, pero mentir... no -al hablar se le inflaban las venas. Panchiño
se alejaba. Ahora era como un cigarrillo que se consumía y echaba veneno antes
de perecer en su ceniza existencia-¡Si, Monaghan!, ¡tu mandas!...yo estoy aquí…,
y tú no estas aquí…-parecía hablar con otra persona que estaba dentro de él-
-Este cada vez está peor, pero cada cual que haga con su
vida lo que quiera. Debería cuidarse más-decía ahora Piedrabuena-
-“El Chiri”…,Hay gentes que por
su determinada forma de actuar en la vida parecen decir que prefieren que indagues
más en ellas para conocerlas, es algo de una complejidad barroca, y hay también
otras en ese conjunto que explotan con interpelaciones salidas de tono pero con
toques genuinos, cuando ven favorable el viento en la zozobra. Jerómino es de
estos últimos…,-decía ahora Tiarabela-
-Uuuuufff!!!...¡Tiarabelaaaa!...,¡eres insaciable!.
-En fin,…yo por mi parte no me quedo tranquila. ¡Sí!,ya se
como es él…,pero-¿os habéis fijado en sus ojos? .Además, ayer Chiri iba muy
pasado, y ya sabéis como se pone de
pesado y faltón en estas circunstancias. Yo voy a dar una vuelta hasta allí. Si
alguien viene-comentaba otra vez Tiarabela-
-Bien, de acuerdo. Me has convencido. Pero vamos dos, tu y
yo.-decía Monaghan-
-Sí, y yo de vosotros vigilaría a Panchiño…, no sé…, yo
también lo vi. muy raro-decía Tiarabela-
-Descuida Tiarabela-decía ahora Piedrabuena, mientras cogía
la mochila apoyada en la parte opuesta de la plataforma del crucero a cristo, donde
la virgen maría-Ya verás como no ocurrió nada. Aunque bien estará el
asegurarlo.
Panchiño Villano estaba ahora en las ruinas de lo que antes
eran los establos de una antiguo pazo, sentado en el suelo, apoyando la espalda
sobre la piedra en sombra. Sacó el móvil e hizo una llamada. Cuelga el teléfono,
mira hacia el cielo y empieza a hablar en alto:
-Todos dicen saber la verdad y ninguno acierta, porque la sola idea de que
algo fuese cierto asustaría. Yo lo supe y aquí estoy, él está muerto ahora. Viviendo
en un sueño que hice despertar y se hace realidad. Ver como la cabeza renuncia
del corazón y no hacer nada porque está la despensa llena de tinieblas. No hay
víveres para tanta aflicción al ser traspasado el límite de las existencias por
culpa de la tempestad que acaricia mis labios…, ¿y me hizo cambiar el rumbo la
melancolía? ¿Busqué a la tristeza como quien busca sin saber lo que?..., ¿o era
la abominación objeto de mi deseo?..., y él,…está muerto ahora
-¡No!...,¡Hostia!...¿no puede ser?...,pero…¡mierda!...,¡mierda!...oh…no…-vociferaba
de rabia y dolor Mahogan-
-Tranquilo,…tranquilo…-decía Tiarabela-.mierda!...tran… ¡vámonos!
Y es que cuando llegaron a la calle de la prosperidad, en el
desvío que hay a la derecha del palomar estaba la policía.
-¡Lo ha matado él!,… ¡maldito cabrón!..., ¡lo ha matado él!...mierda…¡Panchiño!...¡maldito
seas!...,vámonos!,¡antes de que nos vean!...
“Las cumbres más altas de felicidad sueño,
Mientras la realidad impone su crueldad.
No me va a decir más nadie nada
De lo que yo no quisiera.
No es tiempo para esa historia.
Pasé por mi lado y vi. una rosa
Que no pude alcanzar jamás,
Y canté para ella.
Para que esa rosa no muriera.
¿Y a quien le toca morir ahora?...”
-Panchiño asi recitaba,lloraba y estrujaba la tierra e
interpretaba la tragedia-
-¿Adonde habrá ido?-decía Isolina que estaba con Piedrabuena
en el camino, los dos buscando a Panchiño.
-No sé, pero el primer sitio al que debemos ir es al viejo
establo, el sitio preferido de él. Además…, tomó esa dirección,-decía Piedrabuena
–yo, la verdad, no me preocuparía tanto, estos no han llamado, lo que quiere
decir que no ha…
-¡RING, RING!-, suena el móvil…,…-¡RING, RING!...-
-¿Dime?...,-decía Isolina-
-¡Hola!,-decía Tiarabela-
-¡Dime!...,-decía Isolina-…
-¡bien!…esto…esto es… ¿hola?,… otra…vez...
-¿Mierda?
-ufff.....…., ¡mierda!
Y el silencio del recuerdo amargo del ser querido se hico
presente, una huella que permanece.
-¡No jodas!... ¡maldita sea!-decía Piedrabuena.
-Vamos hacia el establo…-decía Isolina por el teléfono a
Tiarabela-.Nos vemos allí.
Mientras, Panchiño en el establo:
Un faisán vestido de arlequín,
La dulce fantasía de un mundo feliz,
Una rosa en el timón
Con cinco alcachofas a estribor
Y una pareja de comediantes a babor.
Una isla dentro del ombligo sensual
Marca por donde yo vine y voy…
Mientras tanto, Monaghan y Tiarabela iban por el camino que
sube hacia donde se encontraba el antiguo pazo donde debían estar sus amig@s. Iban
por la parte de la costa. Cuando pasaron por la plaza del pueblo, y atravesaron
la travesía de la melancolía el sol pegaba con todo su esplendor en la explanada
de la fachada que da a la iglesia parroquial. Tiarabela sintió algo especial en
ese momento y así lo hizo saber a Monaghan.
-Es en un principio contradictorio, pero este brillo y esta
fuerza en la piedra labrada por el ser humano, colocada justo en el lugar de la
estrategia para llegar al alma de los demás, con todos los episodios violentos
que lleva su historia,…y yo sin ella no viviría, y al verla resplandecer en
estas reliquias del pasado tan hermosas que llevan el sello de las casas
señoriales donde se forjaba el pan de la miseria de tantos labradores…Parece
ahora querernos decir algo, pero son señales de lo pretérito en el tiempo de
los feudos nobiliarios…¡En fin!...Monaghan…,ya ves que cosas se me ocurren y en
qué momento, pero a mi me da que es mejor así…Dejaron atrás arquivoltas, peanas
y pilares, y hasta un rosetón que invitaba a ser traspasada su circunferencia.Cuando
llegaron ya estaba la policía. Se llevaron a Panchiño Villano.
Más tarde aparecieron nuevas pruebas que encausaron a
Frankie “El viejo”.Un antiguo toxicómano con su foto pegada casi eterna en los
archivadores de los ficheros de la comisaría. Hubo discusión esa noche y
Frankie le reventó la cabeza con una piedra a Jerónimo Cifuentes,”El chiri”.La
policía recibió una llamada de teléfono de Panchiño diciendo que El chiri
estaba muerto, la que efectuó desde el establo, luego de comunicar la triste
noticia a sus amigos. En un principio se pensó que el culpable fuera Panchiño, y
así fue retenido en las dependencias de la comisaría. Pero no había pruebas
contra él. El caso se cerró con la sentencia judicial. Frankie murió colgado de
la horca.
Xurx@erencia
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