viernes, 28 de junio de 2013

Gusnabus el chivato

Juan hablaba en alto dentro del coche en la parte del copìloto.

-Pero...,si todo esto...todo esto mi querido amigo,todo esto que digo querida amiga es porque sé que estás ahí esperándome,para ver luego como nuestros hijos pueden al fin correr libres...,no ya los tuyos y los míos sino los que puedan venir de otras partes de la tierra solicitando nuestra ayuda.Esta miseria de vida postrada ante el opresor hizo de la mía una lucha constante interior para que mi cuerpo se untara del valor necesario.¿Sabes?,la gente debería saber más cosas.Yo soy de carne y hueso también.Nunca creí poder llegar a verme en estas circunstancias,porque siempre pensé que no tendría el arrojo necesario que hay que tener ,pero una cosa te puedo decir,hay cosas en la vida que parecen asombrosas y no lo son. Yo no guardo rencor alguno.Sé que eres una buena persona que entiende que las necesidades obligan.Así decía Juan a las tres de la tarde dentro del coche que subía por  la Calle del Ratón.

 
-¿Me entiendes?.Es la conciencia y solo ella...,pero..., ¡debo ahora tranquilizarme!,en realidad hablo solo para tranquilizarme y no verme en silencio...

 
-Efectivamente ,estamos llegando-dijo la que pilotaba el coche -A esa hora no había allí tráfico alguno.Era un buen sitio.Cuando estaban a unos treinta metros pararon. Respiró tranquilo Juan, contando hasta trece.Se persignó,pero mentalmente,para no dar la nota.Una vieja costumbre a modo de amuleto,la persignación mental, aunque él fuese de lo más ateo que por ello se pudiese considerar. Salió del coche e instintivamente se llevó la mano a la cintura como para comprobar si iba bien colocada toda la ropa,para que nada entorpeciese lo que iba a suceder.Paso tranquilo.Ahora ningún movimiento del cerebro es posible en otra dirección para la empresa de Juan.Es imprescindible abstraerse de las emociones que siembran las dudas y aflicciones en ese momento. Desde la parte de atrás otra persona bajó del automóvil también y se unió a él.Ahora enfilaban la tímida cuesta a pie.Cuando llegaron a la altura de la puerta de la taberna el coche se puso en marcha lentamente. “Solo debo pensar en la mesa de la izquierda”, era el único pensamiento de Juan. Entró; el otro esperaba en la puerta,manteniéndola abierta.El coche esperaba un poco más adelante .La mesa estaba haciendo esquina, en la entrada.Juan hace que va al mostrador y se da la vuelta desenfundando la enorme Magnum 45.La agarra con las dos manos.Primero se oyen unos chillidos y luego el sonido de los proyectiles.Uno por la sien y otro en el tórax. Había muerto el asqueroso delator y extorsionista gordinflón Gusnabus,quien estaba convencido que podría vivir eternamente. Y como siempre quedaba una duda,esta fue así disipada.

 
Xurx@erencia