viernes, 30 de agosto de 2013

MAMET Y FILIXTRÍN



-Yo tan solo pretendía hacerle reír porque lloraba, mi marquesa, ¿y por mirar tan feliz acontecimiento escapas tú también?, mas allá, en esa colina que parece que se aproxima diviso unas sombras, tal vez sean ya mis amig@s que están por descubrir, ¡águila de las estepas!, vuela y da unas vueltas de reconocimiento al terreno...

 

Hablaba así Mamet, el séptimo hijo de Squem y Naolí, un intrépido guerrero que vivía ahora en las estepas de Kundraki, donde extrañamente un día  apareció, como si fuera este un acontecimiento sobrenatural.Despreciado por su condición desconocida en las tribus vecinas vivió en el exilio y conoció de los lujos y las extravagancias muy bien, pues fuera flor de un día muchos días

 

- ¡Está bien!, me voy, marquesa, y ya no volveré.

 

Y cambió de vida, y al  día treinta y tres:

 

-Confío en esta cáscara de nuez, yo, ¡Mamet!, dispuesto a partir. Yo digo así mientras me levanto, ¡sí!, voy a cambiar de vida. Vendrán tiempos mejores, debo pensar, y dormir lo necesario sin dejar abandonarme, tengo que adecentar la barca, si no pueden llegar a pensar de mí lo que yo no soy..., mas, ¡que piensen lo que quieran!, voy allá.

 

Cuando así disponía apareció Filixtrín, el pequeño loro de la marquesa. Y aunque  eran de ideas contrarias y no se llevaban bien insistió el loro en navegar con Mamet

 

- ¡Yo también quiero ir a la mitad del océano!

 

Mamet, pensando en que siempre era bueno llevar compañía se dejó hacer.

 

-Está bien, ¡vamos allá!.

 

Acompañaba entonces a Mamet el loro de la marquesa, el cual, aparte de saber hablar imitaba el sonido de las hojas muy bien cuando con Mamet iba en esa cáscara de nuez sujetado al pequeño mástil.

 

- ¡Bienvenidos!, -decían los delfines que pasaban veloces por estribor- ...; -¡ buena cosa esta de los delfines!, -pensaba Mamet-, ellos siempre están en el mar.

 

Pasaron unos cuarenta días con sus noches y llegaron al destino, el centro del océano de Mandrakal estaba ya donde ellos dos. Todo parecía estar tranquilo y decidieron allí anclar. A la tercera noche despertaron  a la vez, no se sabe bien porqué. Unas y unos niños jugaban con unas caracolas en posición vertical y elevada unos treinta centímetros sobre el nivel del mar. El loro de la marquesa se inquietaba. L@s niñ@s miraban para ellos como si no estuvieran allí ninguno de los dos y se reían. Es algo natural en l@s niñ@s. A Filixtrim le inquietaba entonces esta postal; no así a Mamet, acostumbrado al mar de los océanos de las finas arenas de los desiertos más inhóspitos. En realidad el loro estaba inquieto pero también parecía feliz, lejos de la marquesa, ya no estaba con ella, ni tampoco Mamet. Para Filixtrim era todo nuevo. Nunca estuviera en el mar. Aunque Mamet era receloso del. Cuando estuviera con la marquesa  se comportaba el loro arisco e impertinente. Ahora estaban los dos justo en medio del océano de Mandrakal.Coge el loro el catalejo del tambucho y apunta para estribor y hace a Mamet una indicación:

 

- ¡Se acercan piratas con sables orientales armados hasta los dientes!

 

En efecto, ¡se trataba  de una balandra!

 

Mientras, asomaba desde el fondo del mar un submarino pequeño de color de rosa, y dentro una familia comía felizmente un guisado de ternera. Cogía el catalejo ahora Mamet y apuntaba a los piratas,

 

- ¡Están ya muy cerca!, ríe subido al mástil uno de ellos;  y ahora gira la vista para donde está el submarino,-decía Filixtrín

 

Cierto era esto, un pirata que se asombraba por la presencia del submarino, perdió el equilibrio del asombro y cayó del mástil...Ahora la familia les hacía señales a Mamet y Filixtrín para quedar  cerca de ellos. El pequeño  submarino va  para el encuentro de los piratas, dispuesto en la busca del sitio estratégico para el lanzamiento del torpedo. Mientras, sonaban las caracolas de l@s niñ@s atronadoramente.

 

- ¡Que hacer!, ¡al loro de la marquesa va a darle un infarto!, ¡cuántos frentes abiertos!... l@s niñ@s están diciendo que no, que vayamos con ell@s... es todo esto tan raro, ¡no sé!, me froto los ojos por si tal vez...-decía en voz alta Mamet-pero...¡oh!...¡que veo!, ¡el loro me abandona!, corre volando veloz para donde l@s niñ@s,y les hace señales con las alas de que no suenen más las caracolas. ¡Mierda, no se puede confiar en los loros de las marquesas!, ¡estoy solo otra vez!, pero debo recordar que correcto es también decir que por un lado soy reclamado por la familia del navío de guerra, por otro lado por l@s niñ@s,y también, porque no decir, por los piratas, los enemigos aparentemente más directos, aunque están desmoralizados. ¡Yo no sé que debo hacer!, igual quién yo creo que me quería atacar tan suelo trataba de asuntos de amistad, aunque fueran armados hasta los dientes con sables feroces...; pero es cuestión dudosa esta cosa. ¿Qué hacer?...oh!.... ¡Santa Bárbara o cualquier santa que fuera conmigo mi bendición...!... ¡oh!, ¡en una cáscara de nuez abandonado!, en medio del Océano y con tan singulares personajes alrededor.

 

Mientras, comenzaban a bajar alegres del cielo panfletos de muy diversos colores y aromas. Uno se posa en la nariz de Mamet. Estornudó un poco .El panfleto decía así: “la guerra ha terminado”.

 

- ¡Yo no sabía que en estas aguas estaban en guerra!, -continuaba Mamet-. ¿Que guerra?, si es que guerras hay en todos los sitios...

 

El submarino se sumerge, pero la familia flota en el agua, desprovist@s de chaleco salvavidas y otros componentes de tal menester, ¡desnudas y desnudos!, ¡como vinieron al mundo!. La armada real abandonaba a su tripulación. Mientras, l@s nñ@s consolaban al loro de la marquesa.

 

 

-  Le hacen lo boca la boca al traidor loro que se deja hacer - decía Mamet-, ¡el muy asqueroso de Filixtrín!, Amigo de la marquesa tenía que ser, ¡está fingiendo!, ¡yo lo sé bien!, conozco al loro en cuestión... allá no me necesitan; la inocencia de l@s niñ@s a veces es peligrosa también, no me fío., no todos los niños tienen el mismo sentir, ¡yo los he  visto retorciendo lagartijas, no me fío!

 

El loro murió l@s niñ@s ahora miraban con odio a Mamet. Él observaba por el binóculo

 

- ¡Como si yo tuviera la culpa!, mas,... ¡oh!, ¡ahora ríen!, ¡que extraño todo esto!, ¡y enseñan al loro descuartizado en mil pedazos!, oh..., ¡no es posible!, ¡tanto dolor!, ¡oh, inocencia cruel!, ¡dame fuerzas, mi santa madre!

 

El binóculo ahora en la otra dirección, donde los piratas; vuelve a estar uno de ellos en el mástil. La misma escena que con el anterior pirata. Sonríe armado hasta los dientes, ahora subido al baoprés. La balandra  pirata se acerca a la familia que flota y sonríen los piratas.

 

- Yo sé por lo que leí –continuaba Mamet- que para un pirata de verdad nunca acaban las guerras. Pienso ahora que estoy cerca de ellos que son más feroces de lo que yo creía; asustan con sus indumentarias y sus canciones tradicionales que hacen temblar al mar. Tengo miedo,lo reconozco, siento miedo de estos piratas...; pero...¡que veo por el otro lado!,¡oh!, l@s niñ@s, que están de pie en el mar se acercan a mí corriendo cómo Moisés. Quién parece el capitán lleva una tabla enorme donde se puede leer en letras rojas: ¡TODO EN TI SERÁ AMOR SI TI QUIERES!..., ¿qué hacer?..., mas..., ¡nada se puede hacer!, ¡es débil esta cáscara de nuez!...

 

En efecto, así era la cosa que era, y cuando estaban ya tan solo a unos cuarenta metros se suben las y los niños al techo de la tabla y permanecen balanceando sus pies, contentos y tranquil@s, ¡riéndose en situación completamente amigable!. - ¡Yo la verdad no entiendo nada!-, se quejaba Mamet.

 

Ahora las  y los niños señalizaban la balandra, indicando con eso que el catalejo de Mamet debía hasta allí girar. Así lo hace. Suben los piratas a bordo a la familia que comiera guisado de ternera y que ahora flotaban en el mar.

 

-Se acercan los piratas, pero estoy más tranquilo, no sé porqué -reflexionaba así Mamet-¡están ya muy cerca de mí.... ¡

 

Vuelve así la vista a las y los niños. Una de ellas se tira de cabeza del techo de la tabla, y en vez de ir como Moisés ahora nada hacia Mamet

 

-No sé porque lloro de emoción... viene nadando, pero muy tranquilamente, eso hace que aumente la sensación de amor -reflexionaba así Mamet-. -Aunque no dejo de recordar que ellos mataran de manera tan cruel al loro, que aunque fuera un traidor y amigo de la marquesa, ahora que lo pienso bien, no era tan mal loro. ¡No entiendo nada!, ¿porqué ahora esta sensación de amor?

 

El catalejo gira ahora casi como él solo, como sin ganas de que lo guiasen. Apunta otra vez al barco pirata, a la balandra. Sonrien veinte piratas muy próximos a Mamet. Uno de ellos llevaba en el brazo izquierdo y elevado un bolo de grandes dimensiones. Los piratas se desnudan; ¡no son piratas!, son hombres y mujeres disfrazados de piratas. La mujer que se lanzó al mar llega junto a Mamet y sube a la cáscara de nuez. Lleva algo en una mano. Abre la mano y tira unos despojos en la cobertura del barco; lleva ella una mirada mezcla de sabia y de amor. Mamet no deja ahora de llorar.

 

- ¿Porqué?, - dice Mamet desesperado-, ¡necesito saber porqué!..., ¡oh!, ¡no, por favor!, ¡tanto dolor no...! Es el loro amigo de la marquesa, ¡oh!, ¡Filixtrín!

 

- Tú quisiste..., ¡bien!, acaso..., ¿no llegó un momento que en tu interior daba igual que hubiesw muerto? ...; por lo menos...,  correcto es..., que..., ¡injuriaste su nombre sin tener porqué!, pero nosotros te queremos igual, sabemos de las debilidades del alma –decía la mujer-

 

- ¡No puede ser!..Esto no es posible..., ¡no!, ¡yo aprenderé....más....continuo sin entender vuestra crueldad, yo no la maté, fuisteis vosotros

 

-  No aprenderás,- dice la mujer-

 

- ¿Porqué lo matasteis, entonces?

 

- ¡Porque te queremos!

 

Vuelve Mamet a llorar, tanto que el mar se incrementó de manera que parecía que las aguas rozaban las nubes.

 

- Bien, ¡amigo!- dice la mujer-, ¡aprende la lección!

 

-A pesar de este dolor creo entender perfectamente la situación, ¡cuidado con lo que se dice! –reflexionaba Mamet-

 

Efectivamente, esa es la cuestión-continuaba la mujer-, ¡tú dijiste del pájaro que a nosotr@s venía a corromper!, pensabas que no te escuchábamos

 

- ¡Entiendo!

 

- ¡Mira  para los hombres y mujeres de la balandra!, ellas y ellos ríen,

 

-Correcto -continúa Mamet-, y llevan un bolo enorme, celebran que la guerra remató.

 

- ¡Sí!, pero fíjate en una cosa, ¡vinieron a celebrarlo contigo!

 

- ¿Y esa pobre familia sin hogar, engañada por la armada real?

 

 -Será redimida –respondía la mujer-

 

- ¡Entiendo!

Mientras, de la tabla donde estaban las  y los demás niños un ave voló hasta la cáscara de nuez...

 

-Oh, lindo loro, ¡mi amigo!, ¡estás aquí con vida!

 

Yo ya dejé de ser tu amigo –responde el loro a Mamet-

 

- ¡Entiendo!

 

-Pero no te guardo rencor, yo sé también que fui en vida hasta ahora un estúpido loro; yo también te injurié otras veces sin tu saber, ¡quien sabe!, igual algún día podemos de una vez acabar siendo amigos tu y yo, pero de momento dejemos estar así, los dos aprendimos una lección hoy.

 

- ¡Entiendo!

 

Luego llegaron  las celebraciones , la guerra terminara y aunque la perdieran celebraban que se acabara la guerra. Extrañas cosas que en el centro del Océano de Mandrakal acontecían. Lo curioso de la historia era precisamente eso, que la guerra rematara y lo celebraban aunque la perdieran.

 

 
                                                         FIN
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