CAPITULO I
BREVÍSIMA CRÓNICA DE VIDA Y
OBRA DE GUSTAVO HASTA SU ESTANCA EN MONTIPOULA Y UNA CARTA DE INVITACIÓN
Vivía bien Gustavo. Era feliz, o por lo menos era lo
que le gustaba decir. Naciera en Fuxa. Su trayectoria biográfica era la misma
que la de muchos otros y otras jóvenes de esas épocas, que viviendo en un
régimen de opresión empezaran por deslizarse en la adolescencia hacia el
interior de los libros y las enseñanzas del vivir la vida bajo los dictados atribuibles
a la gran filosofía de la práctica y la meditación. Era lo que en aquellos
tiempos estaba de moda, una moda que venía de afuera, de las grandes
multinacionales del Estado Imperial de la Unión Capitalista , un Estado
que dirigía la política de los demás Estados en unas épocas convulsas, llenas
de contrariedades esperpénticas, nacidas dichas contrariedades de la inventiva
voz de la inteligencia humana que se empeñaba en ser sumisa al dolor evidente;
inmersas e inmersos en criminales
arbitrariedades de irreflexivas voces
amparadas en el manto protector de quien a ellas y ellos mismos exprimían; así,
hasta la última gota de sudor , de un sudor del que luego vendría la otra gran
gota del dolor o lágrima. Era entonces la gran
filosofía de la práctica y la meditación la que atraía a ciertos
adolescentes de esa época, y de entre esas y esos había algunos y algunas que se dejaran
engañar adentrándose en las redes de
pesca de la ingeniería manipuladora. Se construyeron templos, palacios y
monasterios del recogimiento del alma al servicio de teóricas conclusiones de
lo evidente que no llevaban a nada más que a proclamar de lo evidente un hecho
necesario y de fe, porque, ¿qué es si no, por ejemplo, decir que para ser feliz
conviene mejor respirar profundamente? , ¿No es eso algo que la propia persona
va descubriendo cuando los riesgos de la vida le ponen en antecedente, no es
eso evidente? Gustavo pronto abandonó estas teóricas invenciones de llamamiento
a una meditación y equilibrio con la naturaleza, porque como él decía estaba ya
la cosa equilibrada en cuanto que el ser humano pertenecía a esa naturaleza, y
nada ni nadie mejor que la propia persona para entender que es un ser que
medita, de lo que se debía inferir que cualquier dogma venido de fuera y que solo
nos dejaba una muestra teórica de lo obvio debería descartarse. Nacieran estas
inclinaciones del ser individual como respuesta a la vida esclava en condición
arrendada al beneficio de la clase militar opresora. Así fue que entró Gustavo
en la política, siguiendo los pasos de su padre. Tal fue así que ingresó en el
partido comunista del Valle del Amor cuando cumpliera su mayoría de edad. Eran
aquellos tiempos pretéritos en la historia
del Valle del Amor los que
llevaban a los más jóvenes a las revueltas callejeras contra la tiranía que en
esos tiempos atesoraba en tan bellos lugares, donde se decía que el Sol a
ciertas horas paraba su trayectoria circular y se dedicaba a contemplar a las
hijas e hijos de esa tierra que en aquellos momentos estaba gobernada por los
militares, los cuales se abrieran paso
entre los amotinamientos de los cuarteles
que se situaban en las zonas más conflictivas y depredadoras del ser
humano, allá donde la avaricia coloniza a humildes ciudadanas y ciudadanos e
instaura la bandera de una unión artificial y llena de deseos de rapiña. Pero
aquellos años de adolescentes deseos ya habían volado
Pasaron los años y Gustavo fue cada vez derivando más y más
hacia un estado donde la moderación de las conclusiones personales, según él, debería ser la norma aplicable. Empezó a
leer libros de epopeyas y caballerescas condiciones de personajes que llamados
por nobles y reyes procedían a conquistar la tierra en nombre de una fe nueva.
Era el principio del fin de la influencia genética en la hereditaria filosofía
comunista y libertaria. Gustavo, convencido de que la vida era una constante
aflicción donde todas y todos se ponían la zancadilla, decidió que lo mejor era
dedicarse a la política, pero desde una perspectiva original, desde la perspectiva
del propio enriquecimiento. Ahora era Dios el macho salvador para Gustavo, que
vendría montado a caballo para hacer así mayor su gloria, blandiendo la espada
que elimina la contradicción del inocente. En esos tiempos, acudían hidalgos
como él a reuniones donde se ensalzaba la figura de un Dios todopoderoso que
vendría a salvar a la humanidad, como un caballero andante en tiempos antiguos
en los que las sociedades y costumbres permanecían aún bajo la influencia de
otras formas de pensamiento más acordes con la naturaleza. Se reunían, de este
modo, en lujosas cuevas donde antes era otra la palabra de nuestras y nuestros
antepasados, donde antaño figuraban cavidades de la decencia.
Y yo..., mientras, ¿qué puedo decir yo? :
“OH, dolor, que en mi ser haces inmersión,
Líbranos del opresor en un acto de bendición.
¡Enséñanos, luz de la tierra a amar!
Como deberíamos amar estando en la mar
Y teniendo una y otra vez que las redes echar”
Era el principio del fin..., era el principio del fin de la
influencia genética en la hereditaria filosofía comunista de Gustavo, pues como
digo, ya él ahora se reunía en las lujosas cuevas donde antes era otra la
palabra de nuestras y nuestros antepasados. Pasaran algunos años más y fundó el
Partido de la Santa Victoria.
¡Bien!, hicimos así un recorrido muy breve por la historia y
vida de Gustavo, mas ahora, dejemos, por fin, que hable él y sean también las y
los demás quienes así se expresen también.
-Para mí es fundamental el equilibrio. ¡Sí!, ¡claro que
sí!...ja, ja, ja, ¡dadle más fuerte!, ja, ja, ja..., ¡más fuerte! –decía así
Gustavo a sus siervos.
Estaba Gustavo el elefante subido ahora en un columpio, en uno
de los extensos parques que había en el Estado de Montipoula, mientras un grupo
de indígenas tocaba la trompeta. Alineadas a ambos lados de la comitiva tocaban
dichos instrumentos, mientras otras indígenas como avispas y abejas iban de
aquí para allá con platos de entremeses, cócteles y viandas.
-Gustavo, creo que es hora ya de reunirse con las y los
representantes de la Cámara
de Comercio y de la Bolsa
de los Valores y de la Ética Económica, debemos de dejarte de columpiar; –decía uno de los sus lacayos que le acompañaba -¡debes así entender!,
nosotros tus siervos ya sabemos lo mucho que a ti te gusta columpiarte, pero,
debes entender que se hace tarde, ¡por favor!, ¡Gustavo!, ¡debes entenderlo!
- Sois demasiado aburridos y cumplidores, ¡malditos siervos!,
nosotros los empresarios necesitamos diversión y que la originalidad sea la que
incida en nuestras horas de ocio y esparcimiento, en los minutos y segundos que
tenemos entre una obligación y otra en nuestro trabajo.
Detrás del parque se hallaba
el Banco Central del Estado de Montipoula. El elefante estaba de gira
empresarial. Representaba al Estado Federal de los Valles del Amor .Era su
primera reunión oficial como político en el Alto Comisionado de la seguridad y
protección del sistema de mercado (ASPSM), una cosa hecha para la defensa,
según ellos y ellas decían, de la buena ética y revaporización del estado del
bienestar, ya que eran tiempos en los que estos tipos de cuestiones estaban
siendo puestas en tela de juicio; porque la verdad, y todo sea dicho, ¿puede,
acaso existir un Estado con ese nombre?
Gustaba Gustavo de escribir en los momentos de las cuestiones
protocolarias de las grandes reuniones. Mientras se columpiaba, un empresario
de la rama textil de Montipoula le echaba el humo en la cara a modo de cómica
adaptación teatralizada, para dar la sensación de un día con niebla. Ese tipo
de cosas inspiraban al elefante, y así era que
esperaba la inspiración con su enorme pluma de faisán. Mientras, el
columpio no dejaba de subir y bajar, sujetado a la estructura metálica con sus
convenientes y gruesas cadenas las que
los siervos estaban pegados.
- ¿Os dais cuenta,
aburridos lacayos, os dais ahora cuenta de cual es la diferencia entre un
lacayo y un empresario?. ¡Nosotros tenemos buen sentido del humor! , es así que
dejamos hacer este tipo de cosas.¡Más humo, más sensación de niebla! –decía así
Gustavo, mientras miraba con sorna y aires de superioridad a sus dos fieles
sirvientes, para luego atravesar esa mirada hasta llegar al corazón de ellos y
así detenerse acto seguido en el empresario del ramo textil de Montipoula- ¿Os
dais cuenta, aburridos lacayos, os dais ahora cuenta de cual es la diferencia
entre un empresario y un lacayo?. ¡Bien!,¡ ya está!, ¡dejad de echar humo!. Voy
a escribir una carta. ¡Ah, mi querida Fuxa!, tierra que me viste nacer, yo
vuelvo a ti ahora que ya soy mayor, después de tanto tiempo apartado de tu
belleza y singulares condiciones conocidas n todo el Valle del Amor. ¡Bien!,
será una carta de invitación, y como siempre escribiré yo de mi puño y letra, acompañado
por las trompetas. La misiva era esta:
“Como bien sabéis nuevos acontecimientos están ocurriendo en
la tierra. Pero también mi cumpleaños se acerca. He aquí, delante de tus ojos una carta de
invitación. Los nuevos acontecimientos y el que yo cumplo los setenta se
mezclan. Voy a celebrarlo por todo lo alto, como siempre pero más ingenioso. Fruto
de los tiempos que nos toca vivir que condicionan los nuevos límites impuestos
por la austeridad, es cuando debe salir la gracia y la espontaneidad propia de
quien como yo, se dedica al arte de la interpretación y de la política. ¡Ahora
bien!, yo vuelvo a mi tierra, allá en Fuxa, algo que aunque suene tópico
decirlo yo nunca abandoné, igual que tampoco pretendo abandonaros a vosotros, y
para celebrar las dos cosas, lo de cumplir años y que vuelvo a mi querida
tierra, os invito, que no convoco a disfrutar y sobresalir en pasiones en el
día de mi onomástica, el doce de abril, será algo apoteósico y descomunal. Habrá
fiesta carnavalera. ¡Vengan disfrazados de cualquier variedad de especie de la
creación dentro del reino animal! Es mi deseo también que un día antes estés en
Fuxa al mediodía para así conmigo comer, también disfrazados, de cualquier
variedad de especies de la creación dentro del reino animal. Este último es un
caso de democracia participativa, y bienvenido seas si el azar te tocase, como
bien ya sabrás por otra carta en la que explicaré el proceso de selección que se fije conveniente y otras pautas de
comportamiento de la esencia de este evento anterior al gran evento de mi
setenta cumpleaños .Trataremos, después de la ingesta y de una soberana siesta temas
de enorme transcendencia que podrán hacer cambiar la historia. Tanto el cumpleaños como la reunión protocolaria
del día anterior serán disfrutados en la enorme mansión que poseo allí donde se
encuentra la Colina del Privilegio
Terciario en el Estado de los Valles del Amor, en Fuxa. Recibid un cordial
abrazo, un beso, un saludo o lo que se os antoje.
_Gustavo el Elefante_
Iba a ser su setenta cumpleaños. La misiva fue entregada a la
amplísima relación de invitados al
evento, pero debido a la popularidad del autor fue este evento de un
conocimiento público atronador en el Estado de los Valles del Amor. Lo de que “si
el azar te tocase, como bien ya sabréis por otra carta” correspondía al hecho
de que solo unas pocas y unos pocos iban a ser los privilegiados para reunirse
con Gustavo el Elefante el día anterior de su onomástica en la mansión. Saldrían
de un sorteo que tendría lugar tres meses antes del cumpleaños de Gustavo. En
esa ceremonia previa iba a estar convenientemente establecido el guión teatral
realizado por él mismo; así, cada una de las invitadas o invitados en una
especie de ritual que pretendía ser original tendrían un papel que representar
sin salirse de él hasta el momento en que estuvieran sentados para comer. Las
cámaras de TV de color rosa como la miel rosa iban a estar presentes también. El
sorteo se cumplió y tocó la fortuna a una Lombriz, una Liebre, un Colibrí, Una
tortuga y una Cierva.
Mientras, en el Estado del Valle del Amor en una zona de la tierra
casi desconocida y a la que llamaban Fuxa, donde naciera Gustavo, las gentes
del lugar despertaban, y lo hacían con la noticia que llevaba la misiva.
Pero una duda asaltaba. Era Gustavo un hombre o un elefante
que soñó ser de joven comunista y después un político empresario corrupto?,
¿eran la Liebre ,
Tortuga, el Colibrí, la Cierva
y la Lombriz
una tortuga, colibrí, lombriz ,liebre y cierva o eran hombres y mujeres
disfrazadas?. ¿Qué era Fuxa?, ¿Cómo era
Fuxa?
CAPITULO II
GUSTAVO EL ELEFANTE SE PREPARA PARA EL
ACONTECEMIENTO
En el girar de la rueda de la Diosa
Fortuna se dibujó entonces, otra vez, (¡tantas ya!, y no se cansa la rueda de
decirnos que es un suspiro del color invisible del azar el que nos une, y un
suspiro el que nos aleja de toda facultad) un nuevo trazado caprichoso. Gustavo
volvió de Mantipoula y ahora estaba en Fuxa, en su mansión descomunal. Desde el
momento en que se fijó el sorteo hasta el otro en el que se celebró la reunión
anterior al aniversario de Gustavo pasaron
los demás muy agitados y locuaces en la vida de las diferentes especies que por
los alrededores de las montañas de Fuxa rondaban. El cotilleo de sus vecinos y
vecinas. Ya corrían los murmullos descalificadores como los de la
familia de ranas rojas que emigraran hace años de Costa Rica – Este Elefante podría
marcharse de aquí, es un estridente que rompe la harmonía de la montaña-, decía
el progenitor del clan; o este otro - El sorteo está amañado, es toda una
estafa, menudo Elefante capitalista-, como así aseguraba la única jirafa que
por allí se encontraba y que viniera de Somalia. Otras voces escépticas había, con
la inquietud en la duda filosófica y
revolucionaria de las inocentes y a la vez bellas bestias salvajes acosadas y
puras, las más aguerridas en conciencia que dispone la vida en su gira que te
gira y giraré; tal era así que respondía el hipopótamo del “ Lago Pálido” a una cigüeña
que vivía en una cabaña rosa con Ninfas y Libélulas - Cierto es que trajo
consigo el progreso a estos lugares, pero el progreso en bienes materiales
también llamó a él y se dejó corromper. Y ahora vuelve en nombre de la verdad y
la justicia. No me fío-. También había las
benefactoras y benefactores propios del cotilleo romántico; así era tal que
decían al unísono un grupo de tórtolas y palomas silvestres, como en un coro
triunfal -es capaz de pintarnos el cielo
con tal de vernos felices-, o este otro totalmente desmedido y apasionado en la
alabanza que salía de la voz de una parasitaria y solitaria hormiga azul que
vivía en una pequeña choza de madera, del tamaño de una caja vacía de cerillas
grandes y blancas -Es el Mesías de todas las especies de la tierra-. Así pues, los
diferentes puntos de vista se desplegaban sin haber un criterio unificador. Y
llegó el día anterior del cumpleaños. Las cámaras de la TV y micrófonos aparecían por
todas partes del jardín; por allí estaba el Elefante, quien hablaba en voz alta:
-
Primero, para esto del aprendizaje en el mundo de la rima bien valen componer
unos versos como gotas de agua que subiesen para arriba, -decía el Elefante con
mirada entre satánica y perdida -, unos versos que tengan no ya una doble
lectura, sino hasta tres y cuatro también; de esa manera aglutinaré a cuantas
especies de la tierra sean necesarias; pero es necesario siempre que primero
venga un pequeño corpúsculo azaroso, como este de hoy, paladines y testigos a
la vez de mis deseos. Hacer así que caiga el peso de tal democrático estado en
los atributos de personas tocadas por la famosa vara del poder. Y como yo tengo
ese poder así es que la agito. Si hay que dar la voz al pueblo que sea así en
esta ley de casualidades, y entonces..., ¡llora mientras miro la vara y la hora...!
esto... ¡no!..., ¡perdón!, lo que quiero decir es que agito la vara con la que
me ungieron mientras miro la hora, pues se está haciendo tarde. ¡En fin...!, creo
que algo así es y era que es...- continuaba hablando Gustavo el Elefante en lo
que eran ensayos de última hora, antes de que las cámaras de televisión diesen
la voz del comienzo del espectáculo, una semana más, como todas las semanas
desde hacía unos treinta años, y en hora de máxima audiencia
-Algo así es, aunque no te preocupes mucho que tampoco esa
parte tiene mucha importancia –decía ahora Estilikón, el consejero mayor de
Gustavo, que siempre estaba ahí para ayudarle ante las dudas filosóficas, de
amor y de guerra, y en general todas las dudas que a su amo se le pudiesen
aparecer en cualquier punto del planeta y a la hora cualquiera que se dignasen
en aparecer para colmo de males.
-Cómo? .Que no tiene importancia? Igual quien aquí no tiene
importancia eres tú...,¡pero bueno!,¡será posible!. Justo cuando estoy hablando
de la vara de poder y de mis facultades ante tales designios. ¡ Santa Madre la
que no s escucha!, ¡perdónale!, pues la verdad que no sabe bien lo que hace
este tu hijo que a mi me protege,...aunque ahora, en vez de bien conducirme –
decía ahora Gustavo mirando a los pies de Estilikón- niegas mi patrimonio de
mando y dote para la conducción del rebaño a la mesa...
- Lo que quiero decir es que si seguimos así no acabaremos
nunca, y ya casi es la hora...
Ahora interrumpía el Elefante a Estilikón. Declamaba Gustavo:
“Dímelo tu, paro yo,
Ahora te toca a ti
Y toco yo,
Vuelvo a decir yo
Y ya van dos,
Ahora tocas tu
Y tú también con dos.
¿Porqué es así y no dejamos entrar
Al aire para que desentrañe este misterio
Y que refresque nuestros cuerpos
Abatidos por este calor de invierno? “
Eran los últimos ensayos, propios de quienes revisan los
últimos conceptos antes de un examen
-Bueno..., ¡no está tan mal!,- continuaba hablando Gustavo- la
declamaré como si fuese un acto espontáneo, la repetiré varias veces mientras
nos dirijamos al comedor, ¡eso es!, pero debo perfeccionar los saltitos, lo que
ocurre es que ya no tengo tiempo. Aunque... ¿Porqué callas ahora cuando
deberías hablar?
- ¡Bien!, francamente bastante bien. Los saltitos tienen que
ser más espontáneos... -decía Estilikón al Elefante-
Quienes nos dedicamos a divulgar nuestra obra en beneficio de
la humanidad, y si el guión así lo requiere es evidente que debemos de ofrecer
lo mejor que de nosotros pueda salir. El hecho de que no esté yo dotado de la
agilidad necesaria para dar esos saltitos no implica el que yo no quiera darlos
de la mejor manera que creo que se puedan dar; la exigencia en mi es enorme, no
tan monumental, desde luego como mi aporte corporal.
-Vaya!, pues ahora, la verdad es que dicho así francamente lo
que yo recomiendo es que estas palabras tan llenas de aplastante mencionadas
cuando llegue el momento en que estés delante de las cámaras, llegada la hora
en que el instinto declamatorio tenga que salir todo desde dentro hacia afuera,
como si de un prematuro vómito se tratara...
-¿Vómito? –interrumpía ahora el Elefante a Estilikón -
Amigo pues, de las artes este Elefante, pero la verdad es que
solo le gustaba cuando el arte salía de él, lo demás era aburrido si no se
hacía como quería. Pero como elefante público que era estas egoístas pasiones
cuando estaba con la comunidad las disimulaba, de tal modo que las adornaba
como si fuesen beneficiosas para el mundo entero.
Así y todo pues, sigue rondando la misma pregunta: ¿era
Gustavo un hombre o era un Elefante que soñara con que fuera comunista en la
adolescencia y un empresario político corrupto luego?
Era dicha mansión de un estilo ecléctico, propio de la
corriente arquitectónica de esa época, que iba en sintonía con el abanico de
nuevas posibilidades que surgían en la comunicación. A la fachada de la gran
casona se llegaba accediendo por el jardín en que ahora se encontraba, donde la
placidez reinaba en la mezcla de sus diferentes composiciones florales:
Alhelíes amarillos con
pecas de rojo pardusco, rosas silvestres de diferentes estilos y colores,
parras de hortensias trepadoras, claveles, y así un largo continuar entre el
murmurar de las hojas en los árboles y el trinar de diferentes aves.
“Dímelo tu, paro yo,
Ahora te toca a ti
Y toco yo,
Vuelvo a decir yo
Y ya van dos,
Ahora tocas tú
Y tú también con dos
Ahora tocas tú
Y tú también con dos.
¿Porqué es así y no dejamos entrar
Al aire para que desentrañe este misterio
Y que refresque nuestros cuerpos
Abatidos por este calor de invierno?”
CAPÍTULO III
ENCUENTRO DEL OSO Y EL COLIBRÍ
Desde el lugar al que llamaban la antigua cueva del
plantígrado cavernario, allí en Fuxa, venía subiendo el Oso. Estaba despistado.
Y se perdió por el camino, dando así vueltas y más vueltas hasta que se sintió
vencido. Pasó un pequeño sendero de eucaliptos y se encontró una diminuta
bicicleta apoyada entre unos tojos, cuatro o cinco guijarros y un tronco de árbol seco y cortado. ¡Estaba estupefacto por
la diminuta dimensión del vehículo! El sonido de un pequeño arroyo le llegó
como corriente auxiliadora por el circuito sensorial común; bajó entre la
maleza unos metros y se encontró con un pajarito que bebía del agua
purificadora
-¡Hola, hermoso Colibrí! ¡Que calor de primavera! -dijo el Oso
a modo de saludo-
-Ciertamente, un calor de primavera, ¡eso es!, porque..., es
evidente que estamos en primavera, ¡vaya!, que exclamación la tuya tan rara,
pero..., ¡lo cortes no quita lo valiente que uno debe ser! ¡Bien!..., ¡Hola! ,
¿De donde vienes? –decía así y de tal manera que era el Colibrí al Oso -
-Estoy perdido –responde el Oso-
-Eso no contesta a lo que te pregunté. ¡Vuelve a decir otra
vez!, y reflexiona sobre lo preguntado.
- Vengo de la cueva del plantígrado cavernario y...
-¡Alto! –le interrumpió el Colibrí. ¡Ya has contestado! No
tienes que decir más. Reflexiona sobre lo que se te ha preguntado. Las cosas
son así y no de otra manera, ¿entiendes? Está claro, por otra parte que yo no
he puesto las reglas pero las cosas son así y no de otra manera, ¿entiendes?
¡Responde!
El Oso, realmente asombrado por la forma tan directa de hablar
del pajarito estaba desconcertado y contestó de manera amedrentada:
- No sé si entiendo.
-Bueno..., ¡está bien!, es esa una respuesta dubitativa pero
está bien. Ahora puedes respirar tranquilamente si quieres. ¡Acércate y
refresca tu cuerpo! Tú eres bueno, ¿verdad? Así parece ser. Pero te diría una
cosa .No te dejes doblegar por nada ni por nadie, como ahora yo en este juego
malabarista y embaucador te intenté demostrar, y tal es así que yo te vuelvo a
preguntar, ¿entiendes ahora?
Y el Oso pasó en un suspiro de tener el cuerpo en tensión a
estar mucho más calmado, y contesta de manera ya más relajada:
-¡Sí!
- ¡Sin miedo, Sin miedo...!, puedes extenderte en las
contestaciones. ¡Eres libre!, puedes...
-¡Cállate!, -dice ahora el Oso encolerizado haciendo
aspavientos con sus garras enormes y suplicando con la mirada al cielo-.
Pareces un colibrí muy arrogante. ¿Porqué tiene que ser todo esto como tú estas
tramando? Es un juego en el que no quiero participar.
Ahora el colibrí, que tenía un pico enorme, que de lo enorme
que era resultaba en el arte y mérito de la proporcionalidad ser su extensión
el triple que de la de su cuerpo, se entretenía moviendo dicha extremidad de un
lado a otro, al tiempo que emitía secos y
breves trinos del disimular muy vanguardistas para un colibrí, de lo más
moderno y jocoso que se pudiese esperar en el mundo entero. Para el pico de
menearse y se proyecta sobre la figura del Oso señalizándole, al tiempo que
dice:
-¡Así me gusta!, y permíteme que te diga..., ¡así me gusta mi
amigo!, acabas de demostrar saber en un momento dado defenderte. ¡Bien!, ahora
tranquilízate. Lo cierto es que ya sabía yo que vivías allí, en la cueva del
plantígrado cavernario. Por tu aspecto se diría que estás perdido.
-¡Vaya!, ¿eres acaso un colibrí que lee la mente?, eso es lo
que te dije hace un momento, que estoy perdido. Pero, ¿y tú como sabes que yo
vivo allí? .Yo no te lo dije, te dije que venía de allí.
-Bien, veo que también tienes memoria, ¿adonde vas? – Pregunta
el Colibrí al Oso - ¡Deja!, ¡no respondas!, ¡ya lo sé!
- A la casa de Don
Gustavo el Elefante, ¿Lo conoces?, allí donde la Colina del Privilegio
Terciario. Fui invitado por él. Pero..., ¡quien no responde eres tú!, ¿cómo
sabes que yo vivo allí?
- Primero debes saber que soy un Colibrí, eso para un Colibrí
como yo, concienciado y a la vez dotado de pico enorme hace que me convierta en
una excepción de entre todo los demás colibríes; entonces y de tal manera que
es así fácil adivinar ciertas cosas, aunque también quiero decir que todo esto
es en beneficio del Colibrí, porque si no fuese Colibrí podría ser una simple
cáscara de nuez, ¡imagínate!, ¿que haría yo? Mas tu ahora estás perdido y a ti
es a quien se debe ayudar, pues aunque parezcas herido de muerte por lo turbado
de tu situación, yo te digo a ti que se puede. Se podrá ver cumplido el
sueño que con el ejercicio de tu
voluntad inquebrantable y el debido tesón por salir del agujero en el que te
encuentras requiere, pues con lo que de ti se espera que solo quede la sensación
de que hubo un día en tu mar interior de efímeras pesadillas, y así
acudirán a tu orilla a darte la
bienvenida los delfines de tu corte y pasión. Así lo entiendes tú también,
¿verdad?...razónalo si quieres y contéstame, que bien puedes si quieres haciendo
un esfuerzo de comprensión y con tus ojos ser testimonio de lo que dicta el
corazón. ¿Comprendes lo que digo, verdad?
- Pues verás, como quien dice, dos palabras sí y ochenta y
siete no, o más bien y mejor, entiendo tus palabras y prefiero yo a partir de
ahí hacer mi propia redacción, calcula entonces si quieres cuanto podría
entonces tardar en comprenderte, Colibrí, ¡pero!, sigues sin responderme, ¿y tú
como sabes que yo vivo allí, en la cueva del plantígrado cavernario?
-Bueno, está bien, te respondo, pero antes te debo decir que
yo voy también hasta la casa de Gustavo el Elefante.
CAPÍTULO IV
GUSTAVO EL ELEFANTE ESPERA
El Elefante ahora se encontraba sentado en un banco de piedra,
al lado de la fuente central del jardín; dicha fuente recordaba algo a la de
los cuatro ríos de Roma, de la Piazza Navona ,
solo que esta era más discreta. Vestía elegantemente, con calzas de color rojo,
como correspondía a la nobleza antigua, que le cubrían las piernas, con
bordados de ovejas y cabras, ambas sometiendo a las pantorrillas por medio de
un juego complejo de cordeles entrecruzados; y cubriendo el torso amplia túnica
de seda con flecos de adorno dorados. Llevaba consigo unas tarjetas. Era el día
previo a su onomástica y la hora en que los y las elegidas deberían llegar. Como si un set de plató
pareciese las cámaras se dividían en varias zonas. Desde la zona uno se ofrecía
un plano general donde se divisaba el jardín y al fondo la mansión. Jorobun iba
de un lado a otro, era el director de orquesta de la ópera rosa. Tan pronto iba
a la zona tres para hablar con el realizador para sugerirle una mayor apertura
del plano como se ponía a tocar la guitarra. La zona tres era donde estaba la
fuente y el banco de piedra. Él usaba bigote delgado con puntas largas hacia
arriba formando curvas. La zona más próxima a
las comisuras estaba
convenientemente rasurada. Era un bigote Daliniano, era un bigote considerado
hoy como el gran bigote de Dalí. Había otros bigotes, como el que lucía
Esmirriako, como así se llamaba el realizador; un ligero bigote, discreto y
uniforme que iba de un extremo a otro de las comisuras labiales, pero el caso
de Jorobun era excepcional, ya que era él un caso particular de devoción por
los bigotes; tal era así que se acomodaba a cualquier tipo de bigote que fuese
extravagante, como el bigote inglés o también el imperial, pero ahora eran
tiempos de escenarios, focos y bambalinas y nada mejor, según él que aquel
bigote que luego pasaría a ser el gran bigote de las personas extravagantes. Estaba
ya todo dispuesto para que empezara el espectáculo, de tal manera que Jorobun
hizo un gesto confidencial al Elefante con sus dedos de que todo va bien. Luego
se entretuvo unos segundos mesándose el bigote para acto seguido lanzar como un
grito de guerra : Todo bien por ahí abajo?...; entonces el realizador dio una
señal al director advirtiéndole de que esperara un momento. Ahora Esmirriako coge unos guijarros pequeños y colérico apunta
con ellos a Espirrin, el encargado de la cámara móvil y se los lanza, mientras
este último se defiende emboscándose cogiendo una silla y una carpeta enorme
que por allí había.
-¿Qué todo va bien?, ¡serás idiota!, ¿no ves acaso donde está
Espirrin? Pero..., ¡Maldito seas Espirrin!, ¿porqué fijas la cámara móvil ahora
sobre el facistol?, ¿es que no ves que ahí no hay nadie?, ¿en que estás tu pensando?
–decía ahora el realizador Esmirriako gritando como si fuese el mismo Hefesto
cuando se enteró de lo de Ares y Afrodita- ¡Sigue a la Cierva !..., ¡es ahí donde
se enfoca!
-Pero, ¿no iba el Elefante a empezar en el facistol? –
Replicaba Espirrin-
-¿Y quien te dijo a ti eso?
-Es una suposición.
-Ufff....., ¡Cuánto incompetente hay que aguantar!, y es que
ahora según tú todo esto se trata de un suponer, ¿serás atontado?
-¡Está bien!, dejad de hacer el burro, -decía ahora Jorobun- y siendo así que de tan mal que queda ello afea al burro y a
quien lo representa en el acto. Bueno ¡Gustavo!..., ahora es cuando sí que empieza
la verdadera representación .El guión establecido por ti debe de empezar. ¡Bien!,y
es que..., ¡entramos ya en directo para toda la audiencia pública!, se acerca
la primera invitada, ¡Adentro!:
-¡Ya están ahí otra vez
esos pendencieros! - decía la Cierva , la primera en
llegar.- ¡Hola Gustavo, me alegro mucho de verte!, perdona que entrara así tan
sorpresivamente, ya me entiendes, pero la verdad, esos siervos tuyos desprenden
un estruendo demasiado irritante para el oído sensible de un ser como yo. En
fin, te deseo que la tranquilidad reine en tu memoria y que cumplas más años de
los que tú desees, si es que eso puede ser cierto. -Mientras esto decía, cogía
una tarjeta que le era entregada por el
mismo Gustavo. Para cada una de las y los que allí iban a reunirse correspondía una tarjeta-Pero
vaya...,¿quién está ahí...,detrás tuya...¡Ah!...,si es---.¡OH!, ...,trátala
como bien se merece!
Y el guión establecido
por el anfitrión debía de continuar:
Así es que siente el
elefante como si alguien le estuviese tirando de su extremidad posterior. Es
tímida la liebre, ¡se trata de ella!, escondida por la parte trasera del banco
donde Gustavo se sentaba. Ella le mordía ligeramente la cola en señal de amistad a él; ¡Lo cogió
de sorpresa! Quedó la liebre pegada con sus dientes al Elefante, pareciendo
ella una grotesca prolongación de su cola.
-Pero, ¿quién está
aquí?, si es la liebre, ¡ven conmigo!, ¡OH!
,¡mi querida azucena!,- dice así Gustavo con gestos sobredimensionados, luego
de darse la vuelta y agarrarla ahora con
la trompa, despegándola de la cola, llenándola de besos y carantoñas-.
- ¡Suéltame, Gustavo!, demandaba así la Liebre , ruborizada y
moviendo sus patas de un lado a otro bruscamente, intentando zafarse del
elefante anfitrión, mientras que a este un picor en su pie izquierdo se le iba extendiendo
hacia arriba, tal así que preso de un nerviosismo y excitación inusitado cada
vez enrosca más la trompa –
-¡Gustavo, que me ahogas! Si no por ti, si por tus hijos que
están en Sierra Leona, ¡Gustavo!, ¡sácame de aquí! – Exigía la Liebre-
Y el guión establecido
por el anfitrión, Gustavo el Elefante debía de continuar:
-Pero, ¿qué es esta sensación que desde abajo sube por mi
ser?..., ¡OH! perdona mi querida amiga Liebre..., pero...-dice el Elefante -...,
¡vuelvo a decir!..., ¿que es esta sensación que desde abajo sube por mi ser?,
¡no puedo más de las cosquillas! Alivió la presión a la que estaba sometida la
liebre; tal así fue que se abrió la trompa de todo y la liebre cayó. Mientras,
alguien se divertía en el pie del elefante causándole esos hormigueos. Las
tarjetas que llevaba para repartir volaron, y raudos y veloces se presentaron
tres estorninos para recogerlas.
-Jajay..., jajay... ¡basta!, ¡por favor!...pero..., si es... ¡OH!,
¡la lombriz! –Decía ahora Gustavo ya más calmado-, pero que juguetona eres.
Descomunal tu tamaño para ser del linaje del que procedes pero pequeña para mi condición tan colosal,
mas hermosa dentro de las hermosuras, debo yo tener cuidado de no hacerte daño.
No te había visto entrar. ¡Bienvenida!
-Trabajo me dio llegar hasta aquí, no te creas – dijo la
lombriz al Elefante-
-No te preocupes, enseguida comeremos y luego dormiremos una
siesta...
CAPITULO V
LAS INOCENTES COMPLICIDADES DE OSO Y COLIBRÍ
Mientras todo esto ocurría en los jardines de la mansión de
Gustavo iban Oso y Colibrí por el sendero que les llevaba a dicha residencia.
Pasaban ahora por la parte trasera de los desvencijados establos de la
propiedad que antiguamente tuviera la
Marquesa del Valle del Florido Amor, para acto seguido, y en vez de meterse
hacia la derecha subiendo la cuesta del Adivino Peligroso torcer a la izquierda
y desviarse hacia el Monasterio del Apetito del Cuervo. Lo cierto es que iban
dando un rodeo pero que muy grande aunque divertido. Ahora el Oso se podría
decir que estaba ya totalmente perdido, aunque lo cierto también era que este
Oso llevaba mucho tiempo aturdido, y consecuencia de tal momentánea
indisposición era lo que da el equívoco panorama conceptual de una absoluta
desolación ; estaba pues como
confundido, no vencido, y con la sensación de haberse perdido, quizás sea así
mejor la definición.
-A estas horas ya deben estar todas y todos reunidos. Llegamos
tarde. Pero tenemos tiempo. De hecho tenemos el tiempo que el azar nos depare.
Ni más ni menos, -decía el Colibrí
pajarito de verde metálico, que iba montado en la pequeña bicicleta. El
pajarito era plenamente consciente y sabedor de cual era el camino. Algo le
llevaba a entretenerse con el Oso desviándolo del camino.
-¿Tú crees que podrá ser como dice Gustavo, un evento
apoteósico? –Le pregunta el Oso al colibrí-
-No sé a que se refiere Gustavo por apoteósico -responde
Colibrí- al mezclar su cumpleaños con la política. Yo a eso le llamo egolatría.
-Bueno, parece como si no le entendieses. –Decía ahora el
Oso-; El es así, le gusta tanto la comedia como la tragedia. ¿Por qué te invitó
a ti?
-Bien, en realidad a mi no fue a quien me invito realmente.
Pero verás, tengo que decirte que te
estaba buscando cuando te vi., aunque para ser más preciso vale mejor decir que
te estaba esperando. ¿Vives solo en tu cueva?
-Así es. Llevo mucho tiempo sin salir de allí. Pero te
recuerdo que sigues sin contestar a la pregunta, ¿cómo sabes que vivo allí?
-Ya te lo digo ahora, pero, ¿cuándo conociste a Gustavo?, ¿si
es así que lo llegaste a conocer?
-Hace mucho tiempo, hará de ello unos cincuenta años, ¡todo un
combatiente por las libertades! –Decía ahora el Oso, al tiempo que paraba la
marcha del andar sobre las dos piernas posteriores, saltando bravuconamente
sobre la tierra mojada por el efecto de un pequeño charco-
-Te confundes, mi amigo, pero..., ¡para de saltar!, me estás
dejando el chaleco lleno de barro. ¡Te confundes!, los tiempos cambian y las
formas y el pensamiento también.
-¿Es que acaso no es
así? , - decía el oso frunciendo el ceño-
yo le salvé la vida una vez, cuando se metiera el pie en una
alcantarilla en las revueltas del famoso año conocido como invisible. Una
bandada de perros policías salvajes lo acosaban y yo con el fuego los intimidé,
hace quince años de eso ya. A mi me arrestaron un año por eso y desde esas me
refugié en la cueva, y tanto me refugié que dormido me quedé, hasta que
desperté hará cosa de dos o tres meses tal vez. Pero... ¡estoy harto de que no
me respondas a la pregunta!, ¿cómo sabes que vivo allí, en la cueva del Plantígrado
Cavernario?
-Bien, ya te lo digo ahora, pero, ¿Cómo dices llamarte?
-Me llamo Pierluquin. ¿Y tú, Colibrí?
-Simplemente Colibrí, amigo Pierluquin
-Pues encantado de que seas mi amigo, Colibrí
-Lo mismo digo Pierluquin
-Eres tú un bicho raro, ¿sabes Colibrí?
-Tu te llamas Pierluquin , en eso se basa la diferencia
entre tú y yo
- ¡No te entiendo, Colibrí!.
-Tiempo al tiempo y sabrás, Pierluquin. Lo que sí es cierto que
se están produciendo hechos de enorme importancia en la evolución de todos
nosotros, querido Pierluquin, situaciones que afectan de diferente manera no ya
en alteraciones de una especie determinada sino en el comportamiento y
desarrollo individual, así que, en estos nuevos tiempos, lo de ser un bicho
raro o no es muy relativo. Pero hablemos de ti y con ello te contestaré a tu
pregunta que sigue sin respuesta, y como casi toda pregunta es merecedora de su
contestación y lleva ella consigo una historia que contar empiezo por la
historia y respondo a la pregunta. La cuestión es que tú no has sido invitado al
cumpleaños de Gustavo, fue un sueño de hará unos tres meses que se prolongó en
otro sueño de hace muco más; los dos sueños producidos por tu mente trastornada
que quiere salir de la prisión, como si hubieses recibido un golpe muy fuerte y
entrases en coma y ahora te estuvieses recuperando
-¡Mentira!, -decía ahora el Oso Pierluquin llorando con
lágrimas de Oso herido en el orgullo, y lanzando al mismo tiempo un aullido
atronador que despertó a una manada de caracoles que ahora baboseaban
frenéticamente, para huir de donde procedía lo que a ellos les parecía un
huracán-. Aunque, ahora que lo dices, no sé si creerte, desde luego, ando
bastante aturdido, ¡perdóname!...,¡OH!..., ¿porqué soy tan desdichado? –Lloraba
y lloraba el Oso de tal modo que formó un pequeño estanque al que llegaron
enanísimos pececitos de colores- Algo de
eso puede que haya. De hecho yo mismo siento como en mi cuerpo se están
produciendo transformaciones desde que hará cosa de un mes leo los cuentos de Piloverin, ¡Viva Piloverin! –decía ahora alegremente el Oso, más tranquilo, en un efecto de
contrariedad absoluta con el estado anímico anterior depresivo, para acto
seguido echar un bostezo atronador -
- ¡Piloverin! – Exclama el pajarito-
-¡OH!, un osito pardo pequeñito, muy pero que muy pequeñito él
que escribe cuentos y habla entre otras cosas de que en el proceso de la toma
de conciencia positiva, en los últimos tres años de nuestra era se observan
rasgos de una etapa primera de confusión en los organismos vivos portadores de
la llama de la buena ética al no reconocerse ellos mismos como entidad
particular de una especie determinada;
así, estas orgánicas materias cuando se miran delante de un espejo creen ser lo
que no son. Dependerá de cada uno de estos seres que la verdad entre o no
dentro de sus almas y lleguen por fin a reconocerse como lo que son y no otra
cosa. Y para poner un ejemplo, como él dice, qué mejor que los elegidos por un
azar desconocido en nuestra raza de ositos pardos que en ese estado intermedio
entre la ignorancia y el conocimiento no sabrán diferenciar el hecho de que
haya pájaros con conciencia del hecho de que esos pájaros no sean humanos. Yo,
la verdad que no entiendo muchas cosas de las que dice, pero me lo paso muy
bien cuando leo lo que escribe Piloverin.
- ¡Vaya!, qué clase de coincidencias más extrañas, de esa cosa
es de lo que yo quería hablarte también, y resulta que es lo que estás leyendo.
Así se entiende que tú me veas como lo
que soy, un colibrí, un colibrí con conciencia, pero yo, como llevo más años
que tú de conocimiento sí que sé bien discernir y llegar a entender de mi mismo
que yo soy en mí un colibrí , pues la conciencia activa la claridad de las
visiones, tanto si llevas como si no llevas lentes de contacto todo es más
claro, aunque si los llevas preferible
es que los sigas llevando, pues nada tiene que ver una cosa con la otra, ni a
las tres de la mañana...esto...,¡bueno!...,que a las...cuatro; ¡pues eso!...,en
fin...,¡que me pierdo!...
-¿Qué quieres decir? –Interrumpía el Oso mientras se rascaba
juguetonamente el ombligo -¡vaya trabalenguas!
CAPITULO VI
EL ESPECTÁCULO DEBE CONTINUAR
La enorme habitación que serviría de comedor estaba inundada
de la suave melodía de un cantar tradicional. Unos diez o doce estorninos que
servían a Gustavo el Elefante iban de aquí para allá de la estancia con
pequeños detalles de última hora, en pequeños y coordinados, a la vez que
veloces vuelos. Unos encendían los sobrios y de plata candelabros de pie, que
eran de considerable altura, otros estiraban con el fino pico las esquineras
del bajo mantel y del otro, ¡el principal!, ¡de exquisito lino del Nilo!, un
enorme lienzo blanco de bordados con motivos costumbristas de fábulas y
leyendas. ¡Era algo espectacular! Conseguía dar el aspecto de sobrecogimiento
deseado con el que se hundía envolvente sobre la enorme mesa de madera de roble
de estilo barroco, la cual daba a la
vida del mantel el verdadero sentido de su existencia. Otros estorninos, otras
diez o doce también iban y venían desde el interior de la mansión hasta donde Gustavo estaba; eran ellas y
ellos a los que se refería la cierva como siervos irritantes. Era una hermosa
cierva ella, con falda cuadrada agujereada en la cintura y camisa
aterciopelada, de mangas ajustadas, con una elegante cofia encajada a su cabeza
con cinta de color rosa y bien atada a la barbilla.
Y el guión establecido
por el anfitrión debía de continuar:
-¡Mi querida Cierva!, como puedes ver estos “mis siervos
irritables”, como tu les llamas – hablaba ahora Gustavo el Elefante-, son muy
diligentes en su oficio, llegan cuando tienen que llegar y con gran maestría en
el arrojo de sus servicios. Ellos están aquí porque aquí les gusta estar y son
bienvenidos. ¡Gracias!, ¡muy amables sois!, -decía Gustavo al tiempo que daba
instrucciones a los estorninos- dadle una de las tarjetas a la lombriz y otra a
la liebre, que quedó echa una pelota, ¡la pobre!
Efectivamente estaba la liebre enroscada en una pelota de la
que sobresalían las orejas. Había así quedado configurada su fisonomía luego de
que al caer de la trompa del Elefante Gustavo tropezara con un peñasco y fuera
a dar contra unas macetas colocadas en un pedestal contiguo al banco de piedra.
Responde la Cierva al Elefante
- No es la cuestión de la diferente opinión lo que hace que
las cosas se transformen en otras sino la acción de las adiestradoras
voluntades que las manejan –habla ahora la Cierva -,
siendo así que son ágiles en el cumplimiento del deber a ti retribuido y
repudiable estos estorninos, pues no dejan por ello de resultarme irritantes y
a la vez muy simples sus trinos, pero claro, yo soy una Cierva y tu un
Elefante...pero..., ¿qué veo?, ¡mirad!, ¡sobre el puente!
Por una de las entradas a la mansión, desde el Oriente había
que atravesar un pequeño puente de madera para aproximarse al centro del jardín
donde se encontraban; por debajo de él figuraban las aguas del estanque en un
apacible vaivén de nenúfares y hojas del loto flotantes, mezcladas con los lirios pequeños, repollitos de agua o rosas
de té dispersas, que ofrecían mayor
sensación de sutil dinamismo cuanto más se acercaban al surco de agua
artificial, que se presentaba en cascada sonora debido al roce de su pureza con
la de la húmeda piedra. Por este puente iba ahora la tortuga que había sido
invitada al evento del Elefante Gustavo
- Que nenúfares más bonitos. Van ligeros como yo, llevando la
casa flotante ellos y yo sobre mi
cuerpo. Van ligeros como yo, es verdad, parece que nada quieren más que navegar
y flotar y dejar que la vida en nuestras fantásticas ensoñaciones
perviva...,pero...¡Ah!...ya estoy aquí,¡hola a todas y todos!, ¡bienvenida sea
la hora en que nos vemos ahora! –decía así la tortuga, quien una vez pasado el
puente andaba ya sobre las dos patas traseras dando pequeños saltitos de felicidad,
al mismo tiempo que cantaba:
“Como una flor tatuada
En el cielo; y
Aparece el sol en mi morada...
¡Quiero yo, quiero yo esa flor!
Antes de que la luna
Vega a visitarme también”
-¡Miradla!,es espectacular su presencia,¡que bien huele desde
aquí!-decía el elefante grandote de Gustavo, mientras estiraba la trompa y dos
de los estorninos giraban cómicamente alrededor de ella, mientras repetían este
estribillo una y otra vez:
“Es el amor cosa hermosa
Y gustosas sus enredaderas”
Y el guión establecido
por el anfitrión debía de continuar:
Entonces Gustavo el Elefante al oír a la tortuga alegre y
jovial declama también:
“Así es como debe ser digo yo,
Animal extraño de la nación,
Que llevas tu casa y un caparazón en el alma
Y yo aquí en mi mansión,
Haciendo de este día una fiesta
Ven a mis brazos, hermosura mi bella tortuga”
Haré aquí como narrador y fuera de la recreación de Gustavo
una breve mención sobre la vida y forma
de ser de la tortuga. Era ella todo un desprendimiento de vivacidad cargada de energía positiva y de gusto por las artes y
los diferentes estilos que brotan tanto de sus harmónicas interpretaciones como
de las más estridentes y rupturistas. Mas esta condición encerraba comportamientos
de un estado compulsivo desmedido también, pues a veces eran sus primeras
formas proyecciones de vida en repetidas aliteraciones, gesticulaciones
hermosamente divagantes de un proceder, digamos, quiméricamente ilusionista,
fruto de quien parece preferir poner primero la rima que el verso sin importarle
la ética. No es esto un enjuiciamiento en sí, sino que viene del decir de la
gente, de los murmullos insidiosos que se extienden cuando alguien se coloca
por predisposición propia fuera de los medidos comportamientos de la métrica de
la engañosa vida prefijada; era ella entonces, la que estaba en el punto de
mira de los demás por ser innovadora, y se juzgaba su arte con cruel perfidia,
como quien escudriña en el ombligo de los demás para alimentarse de sus
entrañas.
Tres estorninos cantan y cogen a la tortuga elevándola por los
aires para dejarla a los pies de Gustavo.
-Trabajo me dio llegar hasta aquí, no te creas, pero bien
merece la pena – dijo la tortuga al
Elefante-
Pero, para hablar de la lombriz, la liebre, la tortuga y la
cierva bien están todo un capítulo.
CAPITULO VII
Estaban ya donde la
estrecha pista empinada de tierra que iba a dar al antiguo monasterio de los
monjes del Apetito del Cuervo, como así reflejaba el “cancionero de las tradiciones aladas de un
Dios Menor enemigo de la Pérfida Gula ”
en su tomo diez mil novecientos cincuenta y tres, para aclarar la terminología
: “...de oscuros hábitos y voraz gula de ascetas obcecados, ¿a quien le
interesa su gula de condición asquerosa, allí refugiados en el monasterio del
Apetito del Cuervo, que molestan a las más tiernas de nuestras infantiles
criaturas con sus secretismos de funestos trazados intimidatorios y
perversos?”.
Colibrí tenía sus patas en la tierra húmeda y hacía
estiramientos para luego chapotear con ellas y cantar a coro con unos
jilgueros. Los Jilgueros se marcharon lanzando suaves trinos, mirando hacia
atrás como sin querer despedirse del Colibrí, -Se nos hace tarde- dijeron, y
dejando un rastro en el suelo de pétalos de rosados claveles se marcharon.
-Bien, y llegados a este punto debo advertirte que es
necesario que sepas la verdad, pues hallándose tu cuerpo..., pero dime...,
¿acaso has visto alguna vez tu figura reflejada en el lago? - decía ahora el
Colibrí al Oso-
-¿Allí donde vivo, en el lago?, sí, claro que sí,¡pero que
pregunta más estúpida es esa!,no sé, pero si lo que quieres es decir si me he
visto la cara en un espejo, pues eso, dímelo así...,
-Los Osos con un espejo no son de buen ver
-¿Osos?, ¿y qué tienen que ver conmigo los Osos?
-Evidentemente, amigo Pierluquin, si tu fueses humano me
verías a mi como humano, pero tan solo eres un Oso, pero un Oso eso que
comienza a despertar. Cuando tengas la suficiente conciencia sabrás lo buen
Colibrí que soy, con un pico muy pero que muy grandote, pero soy un pequeño
colibrí
-Je, je, je...,hay que me río...,je, je, je...¡La gran
parvada!...,acabas de decir una burrada impropia de los burros...,je, je, je...,decir
que yo soy un Oso es igual a estar muy pero que muy mal de la cabeza, Colibrí.
Que viva donde está el sitio que se conoce como Cueva del plantígrado
cavernario y que tenga por amigos a esos que allí viven no es sinónimo de que
yo sea un Oso.¡No!, yo me he visto en el agua, en los espejos y hasta brillando
en las estrellas, mi sombra no es tan gorda porque no tengo esas pelambreras,
ni falta que me hace, luzco bien de smoking aunque pez no sea, pues ya se sabe que los peces van
de smoking; mi nombre es Pierluquin, y tan humano soy que desciendo de los
Pierluquines famosos en todos estos valles y feudos. ¿Cómo explicas entonces
que hace unos cincuenta años yo salvara a Gustavo de morir de la más horribles
de las muertes crueles, siendo ya de por sí la muerte cruel, cuando se metió la
pierna en la alcantarilla en las revueltas del famoso año conocido como
invisible, cuando una bandada de perros policías salvajes lo acosaban y yo con
el fuego yo los intimidé?...,¡eh!, ¡toma esa!, porque Gustavo se acuerda de
eso, ¡sí!,le preguntaremos y asunto resuelto.
- Eso fue el sueño que
tuviste cuando eras un osito pequeñito, y te pusiste enfermo, y de tanto que
dormiste al despertar creíste ser humano y así te ves, ya antes te lo expliqué,
y ahora tu inconsciente siente la necesidad de revelarse, andas en leves
confusiones de espacio y tiempo, de adaptabilidad en el ambiente, y así es que
confundes las cosas .Algo así, pues la mente de los Osos sabido es que muy
compleja resulta ser ,y no se pueden entender bien todos sus caprichos y
contradicciones desde el punto de vista de otras especies, tal cual es el caso
de la mía ; confundes la realidad y por eso te ves así y no como Oso. A estas
conclusiones llegamos Chilamiro y yo, o más bien Chilamiro. Verás, yo sabía que
íbamos a vernos, pues ese quien dices que es un osito pardo pequeñito, muy pero
que muy pequeñito él, que escribe cuentos y habla entre otras cosas de que en
el proceso de la toma de conciencia positiva y todas esas cosas...,ese quien
dices es Chilamiro, que vive también habitualmente en la cueva del plantígrado
cavernario, uno de los ositos de las nuevas generaciones con una identidad
verdaderamente revolucionaria y de pensamiento abierto al compromiso de la
búsqueda de un edén que hoy solo se ve en las aguas del océano de las
imaginaciones.
-¡Vaya!, si desde luego todo eso que dices es un cuento bonito
es como cuento. Pero no se llama Chilamiro sino Piloverin, tiene ya cara de
Piloverin, igual te refieres a otro osito. Pero si es un cuento, si es que así
es que es un cuento, la verdad que a mi me afecta, pues la verdad que deja de
ser cuento y se convierte en algo real esa verdad, aunque tenga la base de un
cuento, por lo que deduzco que todo lo que me dices puede que sea cierto, real
y verdadero. Además, ahora que dices todo esto, se me abre al pensamiento un
hecho insólito que antes no recordaba y que bien se puede interpretar y en
lógica deducir el hecho de que pertenezco a la familia de ositos pardos, verás:
Una mañana de lluvia intensa en este mes que llevo de vida despierta después de
tanto tiempo dormir, contemplaba atónito
como un grupo de siete u ocho salmones
subían a contracorriente el río, cosa normal en época de desovar, pero lo raro
del caso es que al ver mi figura reflejada en la atmósfera salieron velozmente
del agua y empezaron torpemente a volar, pero lo suficiente para escapar de mi
punto de mira; perplejo quedé, y no dejaba de hacerme la siguiente pregunta:
¿qué mal hice yo a los salmones para que huyan de mi?.
CAPITULO VIII
BREVES CONSIDERACIONES SOBRE LA LIEBRE ,LA TORTUGA Y LA LOMBRIZ
La liebre, desde su posición estática y circular espiaba a la
lombriz con la mirada. La desnudaba y la volvía a vestir, pero temerosa de que
su pasión fuese vista como indiscreción permanecía en estado de lo que algunas
beatas llaman como puro y virginal, sin saber bien en que se basa tan estúpida
identificación de lo diamantino con la ausencia del amor carnal.¿Porqué le
sucedía esto a la liebre?, porque la verdad es que ella no deseaba permanecer
en ese mundo de tan afligidas e hipócritas transparencias de la abstinencia,
pero algo fuera de ella la obligaba a tal condición, llegando a apartarse de
las y los demás, ensimismada en un mundo interior que había adolecido de un
temor abismal a la incerteza y a lo desconocido, pero aún así ella se resistía
a ser simple víctima del opresor y se cargó de valor y valor, decidió abrirse a
los caminos del conocimiento, y aunque no se fundiera en los cuerpos del séquito de tan fieles escuderas del saber, que
como ella, inquietas, se lanzaban a las plácidas confidencias de los libros
abiertos de un tipo de antigua civilización, sí que bien entendió cual era el
verdadero sentido del ser sin remordimiento, apartarse del miedo al miedo por
medio del entendimiento. ¡Sí!, ¡eso era lo que le ocurría a esta liebre!,
estaba anclada en la timidez porque tenía miedo a la ignorancia que la frenaba.
Sin embargo no dejaba de admirar a la lombriz, deseosa siempre fue de unirse a
ella en un solo cuerpo y en una única sensación, en una misma dirección, allá
donde la probabilidad deja abierta la puerta de la esperanza ¡Sí!, ¡eso era lo
que le ocurría a esta liebre!, que esperaba siempre algo diferente de las y los
demás y no lo encontraba, pero ella se resistía a ser simple víctima del
opresor y estaba donde creía que debía estar para hacer avanzar al mundo en el
buen girar de sus oscilaciones. Escondía su hocico en el estómago, con lo que
sus dos orejas despuntaban como si fuesen dos grandes plumas de la ciencia de
las letras anunciando el recogimiento de la intimidad que a ellas se ofrece. A las letras, no a las orejas. Al intimismo de
las letras que aparecen arrojadas sobre el papel corresponde una pasión
diferente según sea el momento. Esta liebre, la verdad sea dicha, parecía estar
siempre en estado inconsciente. Veía a
la lombriz como si fuese todo un deseo inalcanzable, pero ahora ya
estaba al lado de ella, como si fuese un barco del amor que se iba y volvía por
el efecto de una luna embriagadora. Iba y venía, parecía estar de vuelta siendo
una niña y era decrépita su inocencia por extraña obstinación que la afligía
¡que inquietud y cuánta fragilidad!, y es que esta liebre vivía en desgracia
pues nada se atrevía a decir, pudiendo permanecer en ese estado largas horas y
hasta días también, pero aún así ella se resistía a ser simple víctima del
opresor y estaba donde creía que debía estar para hacer avanzar al mundo en el
buen girar de sus oscilaciones. Podríamos preguntarnos por el hecho de qué
hacen sus amigas y amigos por ella para sacarla de ese patético estado de
aletargamiento vergonzoso, así como preguntarnos por el hecho de qué hace ella
por sus amigos y amigas para sacarlas y
sacarlos de otros estados gravosos, cruz y cara en la misma moneda donde en
cada cara puede ir una cruz o una cara, cada cosa en su sitio pero dentro de la
misma moneda pues; pero aún así ella se resistía a ser simple víctima del
opresor y estaba donde creía que debía estar para hacer avanzar al mundo en el
buen girar de sus oscilaciones. La lombriz siempre fue más decidida, le venía
por nobleza de sangre lo del amor por la tierra fortaleciéndola al saborearla
y defendiéndose de las inclemencias al
hacerle agujeros en sus entrañas para protegerse; se alimentaba de ella al
mismo tiempo que la regeneraba con la lucha diaria por la dignidad, sin pedirle
nada a cambio ni humillarla. Tenía condición de liderazgo esta lombriz, que
aunque su voz no fuese especialmente grave, si que dejaba honda impresión en
quien la escuchaba, pues parecía una voz que venía desde las mismísimas
entrañas de la tierra, una voz libertaria que ahora ascendía a la tierra para
reivindicar lo que de justicia necesita nuestro planeta.
Y Para definir muy brevemente algún aspecto de la tortuga, que
mejor que leer la carta de presentación que diseñó:
“Sintiendo el ánimo
alegre en mi sugestión vuelo al compás de las ondas del amor, sin siquiera
recordar qué es eso a lo que llaman desilusión, pues aprendí a vivir desde que
abrí mis puertas; ya no recuerdo nada del pasado que me escandalice. Ahora les
permito a mis sueños ser los primeros y no avergonzarme por ello y así será de
mi amor el amor quien quiera, no cualquiera, quienes como bien sabemos que se
debe querer, dando la cara, y el amor, por el efecto de la primavera, y otra
vez que llega la polinización. Ahora bien, tengo buen juicio, y si hace falta
coger un arma la cogeré; sabré defenderme del opresor con la garantía de quien
quiere aprender cuantas más cosas mejor
de la divina naturaleza. ¡Cuántas cosas he de querer y a cuántas almas
complacer en esta tierra que nos vio nacer!.
CAPITULO IX
GUSTAVO EL ELEFANTE QUEDA ESTUPEFACTO
¡Bien!, ya estamos todos –decía ahora el Elefante
- Perdone Elefante, pero falta el Colibrí –decía
interrumpiendo a Gustavo uno de los estorninos
-¿Cómo?, esto no estaba en el guión. Es cierto, pero..., ¡imbécil!,
¿porqué te sales del guión tú por las buenas?...¡En fin!...,esto...bueno –
hablaba ahora Gustavo mientras se mostraba muy nervioso -No te preocupes, Tortuga,
enseguida comeremos y luego dormiremos... - Caminaba ahora el Elefante de aquí
para allá al tiempo que no dejaba de lamentarse -seguiremos con la ceremonia-,¡bien!,...es
cierto,...esto...,no me daba cuenta yo
de que alguien faltaba ,el lindo Colibrí ahora la imaginación de Gustavo le
llevaba a la excitación ante el error cometido, sin dejar de parar de un lado a
otro, o bien enrollándose con un cable
o golpeándose contra un
árbol por mirar hacia atrás. El caso es que al mismo tiempo meditaba
Gustavo. Podía tomar la decisión de cortar la retransmisión, pero lo que en
realidad tenía ganas de decir ahora a viva voz era: “Maldito seas Colibrí
,¿Quién te crees que eres Colibrí, para romperme el guión?,esto me pasa por
dejar que las cosas fuesen por sorteo y no echas por profesionales, todo por
quererme acercar a vosotros...“ , pero no lo hizo, pues su cabezona idea de que
era un gran artista al que se le debían todos los honores por su creatividad
hizo que cogiese el camino de la improvisación
para salir del apuro; así pues seguían las cámaras emitiendo.
Y el guión establecido por el anfitrión debía de continuar, pero
el orden por él establecido se rompió, pero no el concierto, o mejor dicho, la
representación, que continuaba abrigada a la invención espontánea de Gustavo:
“¡OH Colibrí ven aquí,
Sal de ahí,¡ya te vi.!,
Yo Elefante soy tú sin mi y ellos allí,
¿Dónde estás Colibrí sino cerca del mar,
Confabulando con la
Luna ?”
Y no paraba el Elefante de una zona a otra, intentando dar la
imagen de tranquilidad. ¡Que vuele mucho confeti!, dice de repente, y desde el
cielo se escuchan ahora como sonidos de bombas y guerra, pero en realidad eran
docenas de globos que al pincharse desprendían las pequeñas partículas de papel
de seda de colores. Acto seguido se dirige hacia el facistol y con él la cámara
móvil que recoge la ancha figura del Elefante, más ancha aún que el artilugio. Empieza
a susurrar con la boca pegada al micrófono y echando algo de baba, dando la
sensación sonora la cosa de que se estaba preparando café. Mira al cielo y da la
orden a uno de los estorninos para que pongan la Traviata de Verdi como
música de fondo, pero el estornino no le hace ni caso. Sabedor Gustavo de que
las cámaras están grabando en directo contiene de nuevo su ira, pero la
contiene a medias, pues le sale un puñetazo tremendo contra el facistol que
hace que este quede vibrando unos momentos por el efecto de tal nocivo ímpetu; mientras,
contempla con mirada asesina al estornino incumplidor, para acto seguido
encuadrarse bien ante la móvil cámara de Esmirriako, que ahora le hace uno de
esos famosos planos americanos que llegan hasta las rodillas, sin vérsele
lógicamente estas por estar el Elefante detrás del facistol. Se dispone a
hablar a toda la audiencia, no en las mismas condiciones que hubiese deseado
pero ahí está Gustavo.
-¡Mira mamá!, ¡deja lo que tengas y no te lo pierdas!, hoy
está muy entretenido el programa de “el show de Gustavo” – decía desde su casa
Pitusa, la hija del mencionado Esmirriako, uno de los cámaras del espectáculo-
CAPITULO X
Ahora estaban los dos, Colibrí y Oso junto a la estatua de la Rana victoriosa, la primera
manifestación escultórica realizada por
una mosca revolucionaria y la primera y única hasta el momento desde que se
tenían noticias de los cambios de comportamiento de ciertos animales de
distintas especies y acaso subespecies con sus géneros y acaso subgéneros
diferentes que habitan el planeta, llamados sin lugar a dudas a la sublevación.
Dicha escultura se encontraba en sitio del Bello Encuentro, cerca de una de las
colinas más bajas, la Colina
del Privilegio Terciario, donde tenía morada Gustavo, en el parque del Ministro
Protector concretamente se hallaban, y que ahora empezaba a conocerse como de la Rana Combatiente.
Estaba ella representada bajo una
estructura piramidal que daba la sensación de movimiento, como la famosa de
Laoconte y sus hijos, pero al contrario que la escultura de la Escúela de Rodas aquí no había ni hijos ni serpientes ni siquiera sensación
de angustia ante la impotencia humana sobre la adversidad; muy al contrario,
pues reía la ranita estando de pie y con apoyo de la pata derecha en sujeción,
llevando esta el peso del cuerpo y dejando perpendiculares sobre el suelo las
dos patas anteriores y la izquierda posterior, portando en una de las patas de ella, la izquierda
delantera un sable de guerrero samurai, y una sonrisa de tímpano a tímpano
convenientemente estos colocados detrás de sus ojos. ¡Combatiente y feliz por
combatir! Representaba la rana el porvenir de la nueva conciencia que se habría
espacio en el reino animal.
- Debes saber –decía ahora Colibrí apoyado en el sable que
portaba la rana- que clase de persona es Gustavo, quien ejerce como amo y señor
de estas tierras.
Pero, ¿Cómo?, ¿no es un
Elefante Gustavo? – Decía el Oso en su tono normal de confusión-
Pobre osito pardo, estás tan mareado que seguro que sientes
como si tu cuerpo se fuese a desvanecer. Tu ilusión porque un Elefante fuese el
que en conciencia determinara cuál es la solución de nuestros males hace que
creas que es Gustavo un Elefante y no una diversión carnavalera de su
espectáculo de todas las semanas en TV, tan anodina. Trabaja para el enemigo
del pueblo sembrando la confusión . Es normal que estas cosas te ocurran
después de haberte quedado dormido tanto tiempo, pero yo sé que tú saldrás
hacia delante porque eres sensible. Además, las y los camaradas estamos también
para informar y ayudar al que mal lo está pasando como tú en este caso. Gustavo
hombre es. Un político venido a menos al servicio del capital acusado de corrupción
y perdonado por el Estado federado de los Valles del Amor.
-En fin!. ¡Cualquiera lo diría!, menudo pajarraco que está
hecho este Gustavo!
¿Pajarraco? –Preguntaba asombrado el Colibrí-
¡Sí!...,una expresión propia de los humanos que sale a mi memoria.
Será ello como una predisposición hacia lo humano en mi ser, mientras esté
afligido en este estado. Pero bien, llegados hasta aquí debo decir que tengo
muchas dudas y quiero solventarlas, y no se me ocurre otra forma que llegar ya
cuanto antes a la mansión.¿Falta mucho por llegar?
- ¡Descuida, pronto llegamos!
Y ahora sí que por fin enfilaban la pequeña cuesta de unos
trescientos metros que quedaba para llegar a la mansión.
CAPITULO XI
GUSTAVO EL ELEFANTE ACORRALADO
-Hoy es un día especial para mí y para todos...,pero...,¡bueno!...,mejor
dicho...,para todos y para mí también..., y por supuesto para todos vosotros,
que es así de buena educación y no primero yo, y si me apuráis para todo el
mundo entero. Sucesos absurdos como el que ocurre aquí ahora tienen que
afrontarse con valor y no dando la retirada, como yo estoy haciendo, para
defender los principios constitucionales de las leyes creadas para el bien
común y no dejarse llevar por quienes pretenden con la violencia romper el
orden establecido. Hace tiempo que se viene notando un comportamiento diferente
en las especies de la tierra, dicen algunos, los leones que cantan en la
pradera, hormigas que se salen del rebaño y aúllan a la luna en las noches de
verano o cangrejos excavadores de trincheras en medio del desierto más
absoluto, dicen otras, búhos flotantes en las aguas tropicales, serpientes
dentro de manzanas que se abren al caer del manzano, árboles que ven y ranas
que viven dentro de las flores, dicen otros, son ejemplos de la nueva conciencia,
supeditados ahora a un mundo que cambia cada hora en unas dimensionalidad abismales, como
si alguna voz y forma creadora se
estuviese riendo de toda la creación. Y digo yo, ¡menudas estupideces!, esa es
la manera del cantar revolucionario en sus tradiciones, pero eso está alejado
de la verdad. Como yo no creo en esas cosas ya casi superadas de fe en lo
irracional y sí creo en la fe apostólica, adivino ya que a nadie llama la atención creer en algo que no puede convertir
nada...
-¿Cómo en la fe católica corrompida en la que tú te sustentas,
la de corte y palacete?...
-Pero..., ¡Maldita sea!...,¿porqué me cortas?, ¡Maldita
tortuga! ¡Supongo que ya no estáis grabando!...,pero, ¡Maldita sea!,¡cortad de
una maldita vez!..., ¡Maldita sea!,-pero las cámaras seguían en directo-.
- ...por lo que creo que no hay algún motivo con sólido
fundamento –seguía hablando la tortuga- para tirar de tal motivación, pero sí el hecho
de averiguar porqué todas estas cuestiones que antes parecían fantasiosas y
secundarias vienen justo en este momento a ocupar
un primer plano, como si del carácter intimista tan reservado en flor hermosa,
brotase ahora expandiéndose por el aire el polen que encierra y a la vez
fertiliza la tierra...
-Bien Gustavo, -interrumpía la Cierva- no sé que pretendías en
este tu show de farsa carnavalesca para hoy acudir disfrazado de Elefante. Cierto
es que entre vosotros los humanos...
-¡Corten!,...,¡maldita sea!,¡hijos de mala
ingeniería!...,¡pero!, ¿porqué esto a mi?-decía colérico Gustavo el gordinflón,
mientras se tiraba de los pelos de la
barriga-. Pero las cámaras no dejaban de emitir. En realidad todo parecía estar
en contra de Gustavo y en beneficio de la revolución, todo confabulado
-Sois muy dados a la
risa fácil –continuaba la lombriz-.Aunque deba decir a la audiencia que yo en
realidad soy una lombriz la audiencia no me creería, entonces dejo ello como
estaba para así decir que soy revolucionaria
Ahora Esmirriako apuntaba a la lombriz con la cámara, así como
apunta también, pero con un fusil de asalto de la ingeniería alemana
Sturmgewehr 44 y de perfil a cierta distancia
la liebre a Gustavo.
-¿Tienes algo ahora que decir a esta liebre tímida que
sostiene el bicho este? – Decía la liebre sujetando con las dos patas
delanteras el fusil-
-No os saldréis con la vuestra –decía Gustavo-
-¡Quien lo diría!, pero es cierto,-continuaba la tortuga-, nos
ha tocado vivir este momento, y debemos aprender a disfrutar igual que
resistirse al auto padecimiento. Por eso es preciso entendernos, y a vosotros
mis amigos y amigos, os digo hoy aquí que lo primero que debemos hacer es
llegar a un acuerdo de amistad duradera, que sea un punto inicial tu mirada y
un punto de partida alada y ligera que se desplaza por la pradera...
Y seguía la tortuga que seguía, dándole una y cien mil vueltas
a las cuestiones de la lírica. El cuerpo de siervos de los que disponía Gustavo
en la mansión, y a los que había obligado a disfrazarse de estorninos respondieron totalmente agradecidos ante la
llegada de las cuatro amigas y compañeras de trabajo, la liebre, lombriz, tortuga
y la Cierva a
las que vieron como sus liberadoras. Quien ahora hablaba para las cámaras desde
el facistol era la Cierva :
-Una bonita cierva
delante de las cámaras de las humanas televisiones no es para muchos normal,
pero las cosas en la realidad no funcionan así como parecen ser. Yo soy cierva
y una soy, y no represento a nadie más que a mí, por lo tanto quede claro que
hay que huir de las generalidades, y confío en la alianza de las diferentes
civilizaciones y especies con conciencia libertaria. Os contaré entonces una
historia que me sucedió hace ya unos años:
“Estábamos en el bosque
unas hermanas y yo, descansando apaciblemente a la vez que vigilantes ante los
peligros que pueden acechar en cualquier momento a las de nuestra condición.
Era comienzos de otoño y llegaba la hora de aparearse. Dos ciervos machos
estaban cerca de nosotras con sus hormonales cornamentas compitiendo entre sí,
ufanados en la contienda, en dar rienda suelta a cual era más vigoroso y
merecedor del consuelo del amor, un amor del placer que viene al juntarse
nuestros cuerpos voluptuosos con el de aquel de llamativa cornamenta que
saliese victorioso en el duelo. De pronto se oyó una señal que venía del cielo
y aparecieron varios alces alados, quienes descendían en vuelo atravesando la
parte de la ribera del río donde nos hallábamos. La visión provocó en nosotras
temor y estupefacción, pues aunque sabíamos de la existencia de alces y renos,
nosotras, ciervas rojas, desconocíamos que pudiesen volar, y decidimos dejar
allí a los dos machos que no se enteraron del acontecimiento, pues seguían
entre gesto cómico y competitivo dándose uno a otro con los cuernos, hasta tal
punto que se convirtió en un hecho trágico para ellos, pues quedaron tan
amarrados que morirían de inanición. Corrimos tomando dirección por la senda
que iba a dar al arroyo, y al llegar pudimos contemplar desde cierta distancia
que los alces retenían con gruesos cabos marinos de trenzadas cuerdas de tipo
seda a nuestros mas pequeños cervatillos, que buscaban el auxilio en el corazón
compasivo de las sabias consejeras más mayores de nuestra familia y linaje
-Y ahora os llevaremos más al norte, donde nosotros los alces
y los renos necesitaremos de vuestra ayuda,-decía uno de ellos-, para combatir
contra quienes son de humana fatalidad condicionada y azarosa; considerados
superiores, pero que están haciendo que el mundo deje de ser habitable para
muchas de las demás variedades como la nuestra. Solidaridad es lo que se
necesita entre la especie, a la fuerza o con beneplácito, pero solidaridad al
fin y al cabo... ¡Os venís con nosotros..., entonces! ..., bueno..., ¡eh!,
entonces..., bueno,... ¡eh!..., esto, ¡vosotras y vosotros no!, que sois muy
pequeños, esperaremos aquí por las y los demás, ¡eso es!, y nos las llevaremos,
o mejor iremos a su encuentro. Del cielo bajaba una tribu enorme de alces y
renos alados con sables de tajo curvados entre los dientes, el espectáculo era
aterrador. Cierto es que los humanos no se portaban lo bien que nosotras
desearíamos, pero la visión de estos parientes nuestros los alces y renos con
esos sables y esas alas no dejaba de inquietarnos. ¿Porqué vienen a pedir ayuda
con toda esa violenta disposición?, porque la verdad es que no la piden sino
que la exigen. En ese tipo de cuestiones andábamos. Decidimos que deberíamos ir
con las y los demás para avisar del peligro, si es que no lo habían aún visto,
pero por detrás nuestra aparecieron más alces y renos cortándonos el camino.
¡Fue algo horrible!, yo pude escapar de la matanza que allí sembraron. De todas
las que estábamos solo pudimos escapar tres, a las demás las mutilaron y las
asesinaron, y de las tres la única que queda con vida para contarlo soy yo. Luego
llegaron los humanos, ¡sí!, ¡peor!,¡mucho peor fue!, cometían las atrocidades
delante de sus propias criaturas, de hecho enseñaban a los niños a disparar los
rifles casi antes de aprender a dividir. Era horrible ver como una criatura de
aspecto tan joven te apuntaba. Llegaron a
las montañas donde antes vivíamos apaciblemente y con ellos llegó el
fuego que arrasaba nuestras casas y en el que muchas de nosotras morían...,
Pero ahora estoy yo aquí en representación de todas las
ciervas y ciervos para alzar bien alta la voz de la buena nueva que está ya
surgiendo por fin en la tierra, donde se empiezan a revelar ya algunas de las
almas incluidas en algunas especies que en ella, en la tierra, siembran cada
día.¡Humanos!,vosotros no sois el problema, sino algunos de vosotros que os dominan a la mayoría, eso pasa entre
nosotras también, pero nosotras no nos desarrollamos para matar a otras
diferentes a las nuestras sino para supervivir en una aceptable harmonía:
¡Revelaros contra quien os oprime!, si ello hacéis comprenderéis luego muchas cosas
que antes desconocíais de nosotras las ciervas.
Una vez que habló la cierva el escenario se puso en silencio,
ya que el viento no movía y la boca de las y los allí asistentes tampoco nada
hacía por perturbar la llegada de una quietud extrañamente sensual y natural.
- ¡Carambas!, ¡esto sí que es noticia!,- decía Trusiela,
esposa de Esmirriako, uno de los cámaras que había en el jardín de Gustavo; Trusiela
la madre de Pitusa, con quien estaba, las dos, viendo la televisión desde el
hogar familiar,- ¡esto es más que una revolución!,-decía entusiasmada-, es toda
una cosa fantasiosa echa realidad, pues aunque la mayoría crea que ella es una
mujer a mi me parece que en realidad se trata de una cierva.
-Yo también pienso lo mismo que tu...,¡Vivaaaa! –gritaba
contenta la niña Pitusa, dando pequeños saltitos en la silla-
Y del silencio ceremonioso al júbilo confidencial. Esmirriako,
el director y el realizador, aliados del cuatripartito de libertarias bailaban
abrazados una polka y se hacían fotos con los dedos en señal de victoria
mientras abrían una botella de champagne
CAPITULO XII
DESENLACE
Una vez que dejaron atrás el parque de la “Rana Combativa”
subían la empinada cuesta de trescientos metros que les separaba de la mansión
de la Colina
del Privilegio Terciario, donde el infame Gustavo tenía una de sus mansiones,
las cuales se hallaban diseminadas por diferentes partes del planeta. Un grupo
de unas siete u ocho culebras de origen variado subían la pendiente también.
Estaba entre ellas la joven intrépida Natrix Maura, del partido de la
liberación revolucionaria, vieja amiga de Colibrí. También estaban las Ranas
Rojas que emigraran ya hace años de Costa Rica, las cuales, en los tres meses
que transcurrieron desde el momento en que se fijó el sorteo hasta el día de la
protocolaria reunión del día anterior al aniversario de Gustavo pasaran dichos
días muy agitados y locuaces. Esas Ranas Rojas que en esos días pretéritos
hablaban de la condición manipuladora de Gustavo con estas palabras: “Este
Elefante podría marcharse de aquí, es un estridente que rompe la harmonía de la
montaña-, decía el progenitor del clan;. También estaba la jirafa, vecina de
Gustavo, la cual también en los tres meses que transcurrieron desde el momento
en que se fijó el sorteo hasta el día de la protocolaria reunión del día
anterior al aniversario de Gustavo pasara dichos días muy agitados y locuaces,
la única Jirafa que vivía en los Valles del Amor, en Fuxa. Esa Jirafa que en
esos días pretéritos hablaban de la condición manipuladora de Gustavo con estas
palabras: “El sorteo está amañado, es toda una estafa, menudo Elefante
capitalista”.Y quien también estaba era o hipopótamo vecino de Gustavo el cual
también en los tres meses que transcurrieron desde el momento en que se fijó el
sorteo hasta el día de la protocolaria reunión del día anterior al aniversario
de Gustavo pasara dichos días muy agitados y locuaces. Ese Hipopótamo del Lago
Pálido que en esos días pretéritos hablaban de la condición manipuladora de
Gustavo con estas palabras, respondiendo a una cigüeña que vivía en una cabaña
rosa con Ninfas y Libélulas - Cierto es que trajo consigo el progreso a estos
lugares, pero el progreso en bienes materiales también llamó a él y se dejó
corromper. Y ahora vuelve en nombre de la verdad y la justicia. No me fío-.
-Hola Colibrí, ¿Qué tal?. Bien, aunque llego un poco tarde ya
os puedo decir que todo ha ido bien. Nadie se enteró de cómo nos las ingeniamos
para sustituir a las cuatro representantes de la ceremonia inaugural de Gustavo
por las cuatro revolucionarias que traen hoy la palabra libertad a estas
tierras.-quien así hablaba ahora, acercándose a saludar al Oso y al Colibrí era
Natrix Maura, la Cobra-
- Hola! , verás, estás confundida Natrix –decía ahora Gustavo
a su interlocutora- ,aunque ya entenderéis...
-¿Y luego? –decía ahora Natrix Maura?
- Bien! –vuelve a hacer uso de la palabra Colibrí- Así como
imposible es para las personas el
averiguar cuándo están delante de un animal con conciencia, de tal manera así
que lo confunden y creen de él o ella que es una persona también, así también
que no se dan cuenta de que en realidad la Liebre , Tortuga, Lombriz y Cierva y yo también no
somos quienes creen ellos que son, humanas y humanos que fueron seleccionados a
acudir al espectáculo de Gustavo disfrazados de Liebre, Tortuga, Lombriz,
Cierva y Colibrí. No se trataba de sustituir a una mujer por una Liebre, por
ejemplo, esa sustitución no existe, la mente retorcida y orgullosa del ser
humano que no posee conciencia es obstinada, de tal modo que solo ve condición
de mujer donde hay Liebre con conciencia.
- ¡Ya lo entiendo!, bueno..., en verdad entenderé todo esto
cuando lo vea con mis propios ojos –decía ahora el Oso Pierluquin
inquietantemente-
Ahora el grupo de culebras, el Oso y el Colibrí están en
frente de uno de los muros laterales a la mansión. Los guardias de seguridad
permanecían por el perímetro de la mansión haciendo rondas, pero en ese tramo
ahora no había nadie.
-Bien, ¡nuestro amigo el Topo Félix ha hecho un buen trabajo!,
sigamos por dentro de la tierra.
Así fue que entraron a la mansión por donde la tierra estaba
excavada. Primero salieron las culebras que se desperdigaran, luego el Colibrí
y por último el Oso. Estaban los dos junto al puente del estanque.
-¡Colibrí! – Decía ahora el Oso- Si realmente es cierto todo lo que dices
ahora yo donde creía que había un Elefante voy a ver un Oso.
-¡Mirad!, ¡es el Colibrí!..- .gritaba la Tortuga señalizando hacia
el puente-
-Efectivamente, y pese a tu aturdimiento,-respondía el Colibrí
al Oso- que yo cada vez veo como te va disminuyendo el Elefante no te verá como
Oso sino como humano, pues Gustavo no tiene conciencia alguna y a todos los
animales con conciencia los ve como humanos
-A ver que sucede, lo cierto es que...-decía el Oso-
-Pero, quienes son esos dos ahora, otros dos revolucionarios
disfrazados de...? –Protestaba el Elefante Gustavo que continuaba siendo
encañonado con el fusil de asalto de la ingeniería alemana Sturmgewehr 44 que
sujetaba muy diestramente la liebre-
-¡Cállate! –Decía la
Liebre a Gustavo apuntándole en el ombligo-
¡Estaba muy contento el osito pardo!...,- ¡Viva!..,¡tengo
conciencia- Y ya no estoy aturdido!
Ahora se encontraban ya
junto a todo el grupo el Oso y el Colibrí. La Cierva sacó un espejo del bolso que llevaba y con
gesto jovial se lo dio al Oso -¡Toma, mírate en él!.El Oso, al verse con esa
densa piel y ese rabo pequeñito le entró la risa-ja, ja, ja...¡hurra!- decía
mientras saltaba hacia delante y hacia atrás- ¡Sí!,¡Soy un Oso!,¡Sois todas y
todos maravillosos!,¡Gracias a todos y todas!,pero...,me queda una duda...¡OH!...¡Sí!,¡una
gran duda!...esto...¿quien me deja un alfiler?...ja, ja, ja...,veréis...¡será
divertido!
-¿Te vale? - le dice mirando dulcemente al Oso la Cierva , pues vuelve a ser
ella la que ahora sale en respuesta a su petición, y revolviendo en el bolso encuentra
un imperdible que se lo ofrece envuelto
en un gesto muy gentil-
- ¡OH!, por supuesto que sí, mi querida amiga –decía el Oso en
tono alegre y divertido mientras se aproximaba al Elefante- ja, ja, ja...vais a
ver
Entre los y las humanas asistentes, los cuales trabajan para
la televisión se oyen murmullos de estupefacción. La inquietud reina en el
ambiente. ¿Qué es lo que pretende el Oso?, se preguntan. También reina la duda
y expectación en las compañeras libertarias, las culebras y los miembros del
servicio de la mansión antes disfrazados de estorninos
-¿Qué crees que va a hacer el osito pardo ahora mamá? –decía
la niña Pitusa en su casa viendo el Show, Pitusa, la hija de Esmirriako y de
Trisuela –
Mientras, el Oso hacía un gesto a la Tortuga y la Lombriz para que agarrasen
fuertemente a Gustavo.
-¿Qué vais a hacer?, ¡No!, ¡quietos!,¡no!,¡por
favor!...-imploraba Gustavo-
¡Pues...,la verdad es que no lo sé..., -contestaba la madre de
Pitusa a la niña- pero..., ¡OH! ..., -¡Plaf!- ..., ¡no puede ser!...,¡OH!...-se
escucha un ruido como si un globo estallara-
-ja, ja, ja...,¡ha desaparecido Gustavo!- reía la niña Pitusa-
¡ha desaparecido!...,ja, ja, ja, ¡ha desaparecido!
-Ja, ja, ja, lo que me imaginaba...,ja, ja, ja –reía Trisuela-
Gustavo desapareció por efecto del pinchazo en su brazo
derecho con el imperdible que le brindaron
a Osito Pardo. En general, quienes estaban ahí quedaron atónitos,¡no se
lo podían creer!,¡había desaparecido! .Era esto un gran misterio, de hecho es
el gran misterio de esta historia que aquí se contó.
Porque, en realidad, ¿era Gustavo un hombre o un Elefante que
soñara que fuera de adolescente un comunista que luego se convirtiera en un
empresario político corrupto?
Fuxa, en El Estado Federal de los Valles del Amor. Así era
conocido el espacio geográfico en el que se desarrollaron las primeras
manifestaciones de estos casos de conciencia en el reino animal, donde se
desarrollara esta historia. La situación al día de hoy es más compleja. El ser
humano se resiste a perder su condición privilegiada y con su desmedido afán de
ambición sin límites está llevando a diversos géneros de especies de la tierra
a su desaparición, pero la rebelión no ha hecho más que empezar. Ahora hasta
hay gallinas que se unen a las exigencias del guión y algunas empiezan a salir
del cascarón. La llama de la antorcha de la libertad está encendida y solo les
hace falta organizarse mejor a estos animales de la creación. Quizás
entendieran algunas personas que tales sucesos no podrían jamás suceder, que no
se podrían torcer las cosas de esa manera, y ese exceso de confianza hizo que
ellos mismos acabaran lapidados con sus propias onzas de oro y barriles de
petróleo por no creer que la imaginación en algunos casos sale victoriosa en la
batalla contra lo irracional.
FIN
INDICE ORIGINAL
CAPITULO I .............................................................................................................................................................................Pg
1
BREVÍSIMA CRÓNICA DE VIDA Y OBRA DE GUSTAVO HASTA SU ESTANCA EN
MONTIPOULA Y UNA CARTA DE INVITACIÓN
CAPITULO II .............................................................................................................................................................................
Pg 5
GUSTAVO EL ELEFANTE SE PREPARA PARA EL ACONTECEMIENTO
CAPÍTULO III ............................................................................................................................................................................Pg
8
ENCUENTRO DEL OSO Y EL COLIBRÍ
CAPÍTULO IV ............................................................................................................................................................................Pg
10
GUSTAVO EL ELEFANTE ESPERA
CAPITULO V ............................................................................................................................................................................
Pg 13
LAS INOCENTES COMPLICIDADES DE OSO Y COLIBRÍ
CAPITULO VI ...........................................................................................................................................................................Pg
16
EL ESPECTÁCULO DEBE CONTINUAR
CAPITULO VII ..........................................................................................................................................................................Pg
18
CAPITULO VIII.........................................................................................................................................................................Pg
20
BREVES CONSIDERACIONES SOBRE LA LIEBRE ,LA TORTUGA Y LA LOMBRIZ
CAPITULO IX ...........................................................................................................................................................................Pg
22
GUSTAVO EL ELEFANTE QUEDA ESTUPEFACTO
CAPITULO X............................................................................................................................................................................
..Pg 23
CAPITULO XI............................................................................................................................................................................
Pg 25
GUSTAVO EL ELEFANTE ACORRALADO
CAPITULO XII...........................................................................................................................................................................Pg
28
DESENLACE
XURXO FERNANDEZ GONZALEZ
08/O8/2013
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