domingo, 1 de septiembre de 2013

FANTASIA DE CORTE Y NOBLEZA (ACTO I; ESCENA III)


                                                  ESCENA III



(En el País de las Sirenas, en la cueva de la reina están la propia reina Mougadiviche y su Camarera real Surtinailda. Vigilando la entrada está Pópulo y Pípulo, pajes de la reina)

PÓPULO: ¿Tú crees, mí querido amigo, que es cierto eso que se dice de que el diablo que anida en las falsas pasiones es hijo de Mougadiviche?

PÍPULO: Te confundes. No es exactamente eso lo que se rumorea, pues aún siendo posible ello no está nada claro si existe ese diablillo.

PÓPULO: ¿Cómo es eso posible?

PÍPULO: Puede una persona dentro de ella convivir con otra y no necesariamente tener que ser hijo y madre en la acción en futuro engendramiento, y una puede ser buena y la otra no. Pueden hasta alimentarse de dos maneras diferentes, y el cuerpo como es uno solo deberá adaptarse a unas u otras necesidades, diferentes concepciones y éticos valores en una misma sustancia.

PÓPULO: Pero...eso es... ¡espantoso!

PÍPULO: Hombre, dicho así..., tanto como espantoso no lo sé, yo diría más bien que es un inconveniente ilustrado. Verás, es el lado bueno y el lado malo en una misma  persona conviviendo mutuamente, y venció el lado bueno en el interior de la reina. Mougadiviche, al ser hechizada es probable que se liberara de su parte negativa y esta cobrase estructura ósea independiente. Así puede ser que naciera el diablillo de la modernidad desde el cuerpo de Mougadiviche. ¿Vas entendiendo?

PÓPULO: El que creo que no entiendes eres tú. Yo pienso de otra manera. Todo lo que nace es pequeño, y sale desde el mismo sitio en el que se depositó la semilla. El diablillo  algún día tuvo que nacer, y así tuvo que ser. Luego puede haber encantamientos a lo largo de una vida, especies y formas que se van transformando, pero eso ya es otra historia. Bien, pues para mí, y habando claramente, yo ahora cambio de teoría. ¡Mougadiviche fue exorcizada! Esta es mi teoría ahora, amigo. Se le exorcizó y salió la sustancia mala, y posteriormente se convirtió  ella por contemplación  en un hada, cuando en ella ya no quedaba parte insana, y creó así este lindo País de las sirenas.

PÍPULO: ¡Mougadiviche exorcizada! ...bueno... ¡quien sabe!, igual hasta tienes razón. Ahora mismo están ahí dentro representando la obra

(Dentro de la caverna)

MOUGADIVICHE: Hola, vivo donde tú quieres que yo viva. Esta es mi historia, que os voy a contar. Soy reina, y vivo en el reino donde se confunden las realidades con los sueños.Quien no supiera es hora ya de saber y que sepa de una vez y que se entere el mundo entero y parte del otro que la ilusión cambió mi vida. Ya no vivo tan solo entre los humanos y humanas aunque lo siga siendo, pero sigo viviendo, que eso es otra cosa aunque parezca asombrosa, y todo sea dicho bien desde el principio pues por extraño que parezca sigo siendo yo aunque ahora pueda ya por fin vivir dentro de múltiples sustancias diferentes, según la ocasión requiera . Puedo por ejemplo un día dejarme llevar por el agua que cae en forma de arroyo y otro día ser yo la arrollada, pero ahora siempre según sea mi deseo, porque el amor que poseo me llevó hasta el conocimiento  de las partículas más pequeñas y en ellas descubrí la inmensidad .Dice quien bien quiere, gente que me conoce y otras especies que bien pudiere y querer servir y sirve a lo venerable del alma humana pues es el amor universal en la matriz, y no dejo de pensar así yo entonces en lo curioso del hecho que el mundo de vueltas desde que quiso el darlas o si le fue algo impuesto. El planeta y sus penurias, la condición esclava del hecho de vivir, siendo pues los conceptos de felicidad esquivos, mas no así quienes acompañan mis fantasías, que son las verdaderas heroicas disposiciones de un alma interceptada en su libre condición por llegar a la verdad. Así pues estudié en las grandes universidades de las ciencias y las letras pero alejada de la academia y más cercana al vibrar de notas musicales y pasiones inconfesables. Por poder puedo penetrar en los poros de tu piel sin que apenas percibas más que un pequeño escozor, pero soy respetuosa y a ti en tal caso te tocaría decidir, porque yo te digo que sin apenas darte cuenta dormirías en mi regazo como una pobre cría agradecida. Bien..., esto...¿cómo va?..¿Qué tal va?... ¡tienes que decir algo!..., aunque sea un gesto elocuente...

SURTINAILDA: ¡Todo va bien!

MOUGADIVICHE: ¿sigo pues?

URTINAILDA: Sigue

MOUGADIVICHE: ¡En ti confío!

SURTINAILDA: Por eso estoy a tu lado y sirvo tus caprichos

MOUGADIVICHE: ¡Que bien nos entendemos!

SURTINAILDA: ¡Ciertamente!

MOUGADIVICHE: ¡Luego haremos el amor tú y yo! Ahora sigo.¿Donde iba?

SURTINAILDA: En que yo me quedaba..., ¡perdón!...en que alguien dormía en tu regazo sin darse cuenta siquiera, como si fuese por el efecto de unos polvos mágicos...

MOUGADIVICHE: ¡Cierto es!...aunque a lo de los polvos no llegara

SURTINAILDA: ¡Llega pues!, continua...

MOUGADIVICHE: Como quien echa polvos mágicos en las altas copas y la poción o brebaje quedase posada en lo fondo y emboscado del terreno y no pudiese echarse la culpa a nadie de tal aturdimiento parece avanzar la miseria. Durante mucho tiempo permanecí  abriendo los ojos de las personas mayores y cerrando los de las  más pequeñas para que así pudieran descansar. Pero la miseria seguía acercándose más. Creía que me iba a volver loca Una noche estaba entre dormida y despierta leyendo un cuento de hadas.... Me dejé llevar envuelta en una nube de imaginativas guirnaldas compuesta de todo tipo de flores. Los ojos se cerraban y mi cuerpo parecía transportarse, surcando el cielo veía yo los mares de la tierra. De repente algo  pareció golpear el firmamento entero...

SURTINAILDA: ¡Oh!...así no..., tienes que poner en ésta última parte más  sensación de angustia, ansia, pasión, confusión y sobrecogimiento al mismo tiempo Como si fuesen dos y no una las  piedras  que a ti te entraran en el corazón.

MOUGADIVICHE: ¿cómo puedes tú saber cuántas piedras entran en mi corazón?, porque lo que aquí hay de cierto es que yo estoy representando el papel de mi propia vida. En modo alguno quiero yo desacreditar el conocimiento que tienes en estos asuntos de las artes múltiples y variadas, mi queridísima amiga, porque ciertamente tenía dos piedras, pero pondré entonces tres.

SURTINAILDA: ¡Eso es!, hay que  poner siempre una más de las que se cree tener. Puedes continuar

MOUGADIVICHE: ¡bésame antes!

SURTINAILDA: ¡Te besaré y  acariciaré tu piel!... ¡allá voy!


 (Entra Pópulo, paje mayor de la reina)

POPULO: ¿Me llamaba, su majestad?

SURTINAILDA: ¡Que inoportuno!

POPULO: ¿Cómo?

MOUGADIVICHE: Habló ella, no yo, ¡atiende solo a mi...!,  pero... ¿de donde sacas que te he llamado?

POPULO: Creí oír la caracola.

SURTINAILDA: ¡Que atrevimiento!

MOUGADIVICHE: Tan poco seas tan mal pensada. Además, aunque fuera como tú crees, él también tiene derecho a sus deseos. No te creas que eres la única. Muchas y muchos desearían besar a la reina del País de las Sirenas. ¡En fin!, pues..., nada de eso hubo lindo paje, a no ser que tú quieras también besarme, como piensa Surtinailda

SURTINAILDA: ¡Yo!...creí oir...la caracola...

MOUGADIVICHE: Está bien, pues si solo es eso..., ¡no me beses y vete!


 (Sale Pópulo)


MOUGADIVICHE: ¿Continuamos Surtilandia?


SURTINAILDA: ¿Con lo del beso y las caricias?


MOUGADIVICHE: Ahora no, sigamos un poco con los ensayos de la obra


SURTINAILDA: Así pues ibas en aquello que ocurrió cuando leías un cuento de hadas y te estabas quedando dormida


MOUGADIVICHE: Sí, claro..., ¡ya no me acordaba!, pero gracias por ello. Así pues sonó dentro de mí como un martillazo en mi cabeza, como el del mismísimo Thor y sus descendientes en  lucha pagana contra la cristiandad. Alguien, con indefinible voz y presencia, y que parecía salir  dentro de mí  me decía que yo debía de bajar de esa nube y salvar a la humanidad...


SURTINAILDA: Esta alusión céltica no venía en el guión.


MOUGADIVICHE: La puse a última hora. Soy yo la guionista de mi propia historia. ¿O qué?


SURTINAILDA: Sí, pero si vas a estar cambiando el texto  por lo menos avisa.


MOUGADIVICHE: No creas tener en esto más papel que el que te corresponde. Asesorarme pero desde mi creación, no la tuya. Yo no tengo que avisar a nadie de lo que hago.


SURTINAILDA: Pues podías  emplear conmigo otro tono, al fin y al cabo somos amigas. Puedes continuar.


MOUGADIVICHE: Pues ahora no quiero. Necesito descansar un poco, aunque al poco rato necesitaré estar llena de vitalidad. Aunque no sé que será lo mejor...o quizás no sea nada más que eso..., ¿qué importa todo esto que yo digo o de alguien que va dentro de mi cuerpo? ¡Estoy intranquila! Espero con impaciencia la llegada de Halmagetón, ese halcón que vigila lo que mis ojos no llegan a alcanzar.

(Suena una concha de mar. Entra Pípulo).

PIPULO: Hola, ¡aquí estoy pues otra vez! ¿Necesitabas algo, Mougadiviche?.


MOUGADIVICHE: ¿Aún no ha llegado Halmagetón?


PIPULO: Si hubiese llegado te lo hubiésemos hecho saber.


MOUGADIVICHE: Ya, claro. Cierto es....¡retírate!, a no ser que quieras besarme


PIPULO: ¿Besarle los pies?


MOUGADIVICHE: Como ves, Surtinalida, cada paje es diferente.


(Sale Pípulo)


MOUGADIVICHE: En fin, debo seguir lo que con interrupciones constantes empezó. A ver si ahora va esto mejor. Como iba diciendo anteriormente estaba una noche entre dormida y despierta  cuando oí una voz que me aseguraba que yo salvaría a la humanidad. No me otorgó ningún poder especial ni pesquisa alguna sobre el ejercicio de dotes sobrenaturales, me dijo que en ese momento me iba a quedar profundamente dormida y que al despertar descubriría  que me había convertido en hechizara, aseguraba que confiaba en mi persona y sabía que no iba a traicionar a las especies del planeta. Al despertar me di cuenta que esa voz interior me había transformado. El espejo trataba de engañarme representando su papel. Para él seguía siendo mujer. Ahora tenía que entrar en otra dimensión...


SURTINAILDA: Que salga todo de ti, todo lo que tienes. ¡Ánimo!...


MOUGADIVICHE: Me encontraba sola, sin relieve ni perfil y mis raíces aparecían entre la niebla que cubría el valle;  ¿Qué podía hacer?. ¿Porqué no pude cogerlas?, me preguntaba a mí misma, y acto seguido ya no podía alcanzarlas.


SURTINAILDA: ¡Eso es!...pero... ¡Álzate!... ¡Así!... ¡Fenomenal!


MOUGADIVICHE: Sentada ahora como en las nubes y hechizada esto fue lo primero que me ocurrió. Lo que parecía como un recuerdo se adueñó de mi memoria.Así empezó todo.


SURTINAILDA: Aquí tienes que hacer una suave inclinación oscilatoria y dejarte luego seducir en un ligero vuelo como el de una pluma.


MOUGADIVICHE: Aunque nunca hice eso que comentas creo saber lo que quieres decir. ¡Vamos a ver!... ¿Algo así?


(Gira sobre sí misma Mougadiviche)


SURTINAILDA: Bastante bien, mejorable pero bastante bien. Esa es la línea a seguir en los puntuales momentos en que una desbocada pasión tiende a un aligeramiento. Y ahora atenta, vas a iniciar el relato de un recuerdo, ese recuerdo que sentada en las nubes y ya hechizada fue lo primero que así, en ese estado, se te vino a la memoria. Puedes continuar.


MOUGADIVICHE: Extrañas cosas. Pasaron unos días, y mientras que me iba inciando en el arte de la magia...; era una tarde de verano. Divisaba ahora desde la ventana una extraña sombra que se escondía entre unos también jóvenes manzanos. No sé si era una sombra o si era que una nueva  dimensión  transformaba ese reflejo y se alimentaba de  mi  propio cuerpo para subsistir, si fue una extraña llamada o un efecto de inimaginable causa. La sombra o lo que fuera, no paraba de ir de un lado a otro. El caso es que parecía que me estaba espiando. Sentí un miedo que me paralizaba, no podía dejar de mirar hacia ese lado. El viento, que era poco intenso desprendía sonidos que se arremolinaban en mi cerebro. Tuve que sujetarme con las dos manos al alféizar de la ventana.


SURTINAILDA:¡Vamos!, ¡Que salga todo lo que tú tienes!, ¡eso es!...¡Ánimo!...¡Así!...¡Mi queridísima Mougadiviche!... ¡eso es!


MOUGADIVICHE: La sombra llevaba una guadaña, y de sus ojos se desprendían dos anchas gotas que conformaban dos regueros de sangre. Empecé a llorar desconsoladamente. Y mientras lloraba cada vez más fuerte la sombra se alejaba. Ahora me encontraba sola y todo era confuso,pues al mismo tiempo que me iniciaba en el camino de la fe a una nueva fantasia yo no paraba de temblar, era aún una niña. Temblaba de frío para acto seguido parecer que estaba sucumbiendo en las angustiosas  hogueras de la inquisición. Un sudor pegajoso bajaba por mi cuerpo desnudo hasta los pies. Me tumbé en la cama, pero tampoco podía dormir  por alguna razón extraña que se escapaba a mi entendimiento.

SURTINAILDA: Y ahora... ¡ya sabes! un prolongado silencio gestual.


MOUGADIVICHE: ¿Cómo?


SURTINAILDA: Un suspiro silencioso


MOUGADIVICHE: ¡Ah!..., eso... ¡ya!...uf!


SURTINAILDA: ¡Así bien!... ¡puedes continuar!

MOUGADIVICHE: Sigo pues:  Pasaron un par de meses. La noticia era que un día de tempestad se volvía a arrastrar el monstruo, que en primer acto de frialdad se refugiaba entre los matorrales. No sé porqué era noticia, no tengo más datos sobre él, no recuerdo su cara. Deambulaba  por las callejuelas del puerto pidiendo algo de comer. Podía esperar un día, asta dos y tres meses, pero al final el maligno entraría en el albergue, en las casas, suplicando que alguien le dejara algo de paz. Nadie confiaba en él, nadie quería hablar con él. Por eso se le seguía llamando el maligno. Y un día llamó a mi puerta. Sabía que era él porque nadie llamaba a mi puerta. Afuera hacía un día de mucha lluvia. Abrí la puerta. Lloraba con todas sus fuerzas la lluvia. Él se mostraba tremendamente inquieto y decía con palabras que se entrecortaban que ya no pertenecía al mundo aunque el mundo le viniera a recordar que sí existía. Cuando veía sonreír a las personas se emocionaba. Qué como podía ser que él fuese calificado como el maligno cuando le habían dejado solo. Cuando el desierto se multiplicaba ante sus ojos se veía a sí mismo con un pequeño reloj de arena que sujetaba abrasivamente. Con la misma esperanza que la de un reloj de arena, decía gritando desesperadamente. Se instaló en mi cuerpo. ¡En fin! Ahora mejor. ¿No te parece?, ¿Surtinalida?


SURTINAILDA: ¡Oh!... ¡Sí!...pero que mucho mejor. Esa es la fuerza necesaria para que un monólogo adquiera proporcionalidades verdaderamente creíbles. ¡Ahora sí que fuiste tú!


MOUGADIVICHE: Y no lo dejaré de ser, pese a quien pese.


 (Entra  Pópulo)


POPULO: ¡Su majestad!, ya esta aquí...

MOUGADIVICHE: ¿Halmagetón el halcón?, hacedle pasar

HALMAGETON: Hola, aquí estoy pues

MOUGADIVICHE: Querido Halmagetón, te esperábamos como el agua de un florido mes de mayo que bien vale para hacer mágicas pociones.


HALMAGETON: Pero. ¿Quién entonces? El agua o Mayo


MOUGADIVICHE: ¿El agua, mi querido amigo, el agua, cuéntanos


HALMAGETON: Andaban por la arena de las playas y calas y no paraban de graznar, su aspecto era aterrador pues estaban sumamente inquietos, pero a la vez parecían felices, como si estuviesen celebrando un triunfo. Eran tantos que todo parecía diferente. Una extraña sensación de inquietud y a la vez iniciación hacia el descubrimiento de algo nuevo se apoderó de mí. Dentro de mi cuerpo de halcón divisé un túnel mortífero anidado de cuervos que traían malos presagios. Recordé tus palabras de conocimiento sobre los asuntos que conciernen a las almas y composiciones de ellas, a esa extraña raza en la que se junta un delicioso parloteo con las imágenes más siniestras y que el ser humano pretende  esquivar. En uno de los extremos de una cala, apartado entre las rocas que formaban la base del enfilado acantilado se reunía un grupo de unos catorces lo que pude observar fue algo que escapa a toda condición lógica. Había también un ser humano, el cual tenía el paso cerrado. Los cuervos lo tenían atrapado. Era de baja estatura el homínido. Los cuervos enormes. Ellos callaban. Él chillaba desconsoladoramente. Hubo un momento en que su voz se calmó, presa de la desolación, al saber que sus ondas de reclamo se apagarían al ser depositadas en un solitario firmamento. Todo era cuervos y él ante ellos. El hombre tapaba su cabeza con las manos, en un intento de presentar oposición a los picotazos que ahora empezaban a lloverle. De igual manera caía el agua que empezó a brotar de las nubes. El día estaba cada vez más empeñado en cerrar sus claros. Los cuervos emitieron unos sonidos guturales estridentes y desgarradores que se implementaban al crujir del pico, que alzándolo al cielo azul proclamaba una nueva victoria. Era, como tú bien me tienes hablado de ello, un sacrificio pagano donde el diminuto hombre iba a ser devorado por los cuervos.


MOUGADIVICHE: Más que de un sacrificio pagano estamos aquí  tratando de otra cosa, mi querido Halmagetón.


SURTINAILDA: Pues me tienes a mi muy intrigada, como me imagino que a él también.¿Se puede saber de qué cosa se está entonces según tú aquí tratando?


MOUGADIVICHE: Lo primero paa ellos es llegar hasta el corazón y cortarlo en trozos más pequeños. Con un pequeño mordisco suficiente para establecer conexión con el alma.


HALMAGETON: De todos modos la escena presentaba diversos signos de ritualidad, pues cuando llegó el momento en que estaban escarbando en las entrañas del hombre, en el  desgarrar del interior hacia afuera ,los otros cuervos que había en la playa dejaron de hacer ruido, sin dejar de mirar hacia donde se estaba dando el festín. No entiendo bien el porqué esperaban y no se avalanzaban. Era  como si se diesen perfecta cuenta de que ese manjar  para ellos no era, sino para  el grupo de doce.


MOUGADIVICHE: Y en realidad así ocurría. ¡Escarpín!, el rey humano de los cuervos, duque para más señas. Sin llegar a ser un cuervo los conoce mejor que nadie. Se fue a Siberia  durante cuatro años adiestrando halcones gerifaltes. Fue allí voluntariamente y aprendió a vivir en las adversidades del inclemente hábitat  de la tundra .Aprendió  de los ritos, graznidos y aleteos, en un mundo tapizado de musgo y liquen. Comiendo carne de reno. ¡Maléfico Escarpín!, se mueve como si fuese una serpiente que guardase el secreto de la perfidia.

SURTINAILDA: Pero..., entonces... ¿Es la perfidia un secreto?

MOUGADIVICHE: ¿Qué?

SURTINAILDA: Como dices que Escarpín es una serpiente que guarda el secreto de la perfidia

MOUGADIVICHE: Yo no digo que Escarpín sea una serpiente, sino que parece una serpiente que no es lo mismo, pues...

HALMAGETON: A los ojos de quien pareciere viene a ser un hecho indiscutible que pasa a ser real lo que así se imaginase, pues lleva toda la carga sustancial el ser existencial en una seductora y cómplice concomitancia con los senderos que dirigen el yo al  recobrar del oxígeno que le falta. La respuesta viene del sentimiento, que es el que juzga, y no la razón...

MOUGADIVICHE: ¿Eh?...

HALMAGETON: ¡Eh!... ¿que?... ¿Eh?... ¡está bien!, haré como el buen  cirujano al que no le debe temblar nunca el pulso  e iré  por partes... sea pues... ¿esto?.... ¡Vaya!..¡se cortó el hilo discursivo ese!,el que bebe de las fuentes sagradas de la cristalinas aguas de la sugestiva y jocosa Mater Inspiratoria. En mi es disculpable, pues solo soy un halcón que está aprendiendo.


SURTINAILDA: Amiga Mougadiviche, a veces pienso que no sé si piensas lo que dices o acaso dices y piensas justo y a la misma vez, de tal modo que lo que haces es transcribir lo que en un  conjunto armónico oyes. Yo  me inclino más bien a pensar en lo segundo. Otros, como es el caso de Halmagetón parece que se pierden y acaban hablando en Cirilio.


MOUGADIVICHE: ¡Cómo! ¿Halmagetón influenciado por la palabra de aquel que dijo “por la fe de Cristo estamos dispuestos a padecerlo todo”? ¡Ja, ja, ja...!, ¡Bien!, ahora en serio, ¡Ja!, ¡ja!, ¡ja!..., lo que querrás tú decir..., es ¡en cirílico!, entendiéndose por ello...


SURTINAILDA: Cuando te ríes de la ignorancia de las y los demás eres extrañamente irritable ¡Sí!... ¡eso es!..., con esos signos tan confusos y equívocos.


MOUGADIVICHE: No te lo tomes a mal, mujer. Bien, está anocheciendo, debo retirarme a descansar, ¿vienes Surtinailda?,¡adiós halcón!


HALMAGETON: ¡Para lo que mandes!


   

                                           FIN