martes, 10 de septiembre de 2013

FANTASIA DE CORTE Y NOBLEZA (ACTO II;ESCENA IV)





(Lago cálido del exterior de la cueva de Mougadiviche. Están Mougadiviche, reina del País de las Sirenas y Halmagetón, asesor militar del reino de Mougadiviche)

                                               ACTO II
                             ESCENA IV

MOUGADIVICHE: Bien Halmagetón, de este reino tu eres el bicho macho en el que aquí más confío


HALMAGETÓN: Gracias por el cumplido


MOUGADIVICHE: No, no te creas que es eso, la reina del país de las sirenas no necesita adular a nadie.


HALMAGETÓN: Cuando hablas de bicho, ¿no incluirás entonces a los machos humanos?


MOUGADIVICHE: Pues claro que si. Los pajes y oficiales son simpáticos pero no llegan a tus alturas. Para mi es como si todos fueseis hijas e hijos míos. Renuncié a mi pasado y fabriqué  una antorcha con mi  cuerpo que iluminase el camino en medio de la noche.


HALMAGETÓN: ¡Sabia decisión!


MOUGADIVICHE: Luego apareciste tú



HALMAGETÓN: De eso me acuerdo. La primera vez que te vi no se borrará de mi memoria


MOUGADIVICHE: Bien, veo que captas muy bien lo que quiero decir. ¡Es admirable tu vuelo! Pero comenzaré por el principio


HALMAGETÓN: ¡Eso es!, como la historia...


MOUGADIVICHE: Cuando era niña mi familia de la que ya no me acuerdo, pues ese es el precio que hay que pagar por ser reina de este país...


HALMAGETÓN: ¡Horrible!


MOUGADIVICHE: ¡Oh, trágico destino que te retuerces en mis senos!, ¿porqué vino a mi esta prueba? Tú lo comprendes muy bien porque estabas anteriormente presente en mis sueños.


HALMAGETÓN: Eso me tienes así ya comentado, una gran dicha y honor para mi cuerpo de halcón.


MOUGADIVICHE: Pero yo te decía..., yo te iba diciendo..., ¿dónde yo iba? Es que verás, ¡son tantas las emociones! Como sabes estoy ensayando el papel de mi vida


HALMAGETÓN: ¡Si!, y ya comentaras que cuando eras una niña tu familia practicaba el arte de la cetrería y que lo sabes por un libro.


MOUGADIVICHE: Sí, gracias, mi querido Halmagetón, cuando acabemos con esto me convertiré en halcona para ti y haremos el amor


HALMAGETÓN: ¡Será para mi un honor!. La pena es que no pueda ser al revés...quiero decir...convertirme yo en rey y tu como estás ahora.


MOUGADIVICHE: No debes de desear con vehemencia aquello de lo que la naturaleza no te dotó o que es de difícil solución.¡Bien!, estaba yo haciendo el amor...,esto...¡no!, perdón...,estaba yo en que cuando era una niña y al tiempo de hacerme mujer entro en mi vida un extraño ser... Esta parte ya la ensayé mas veces con Surtilandia. El caso fue que entró en mi vida un extraño ser y embaucó mi corazón. Decía que debía ayudarle, que se encontraba solo en este mundo. Era él un hombre que vestía de negro y que ya anteriormente había entrado cuando era niña en mi vida en un sueño en el cual era portador de un a guadaña y que se alejaba cuando a mi me vio, como si fuese la cosa de que me hubiese perdonado la vida. El caso es que volví a ver a ese hombre pero ya no en sueños sino en la realidad pasados unos años. Él  robó mi corazón con cantos lastimeros e invocaciones al amor en juegos adornados con la bella palabra. Hechos y palabras que me condicionaban de tal manera que lo que parecía un inmenso fervor de pasión en un apacible día de invierno se transformó en una agonía.


HALMAGETÓN: ¡Vaya pues!..., ¡qué dolor!, ¡pobre!..., ¡oh, mi querida Mougadiviche!, déjame abrazarte



MOUGADIVICHE (Abrazando al halcón): ¡Oh, mi lindo jilguero!...bien..., esto..., debo seguir con el relato. ¡Despeguémonos!


HALMAGETÓN: ¡Como quiera la reina!, ¡siempre según y hacia donde vaya el viento y  sus caprichos, mi majestad!


MOUGADIVICHE: ¡Qué bien nos entendemos!


HALMAGETÓN: ¡De maravilla!


MOUGADIVICHE: Bien, recordabas tú y con buen criterio que aparezco en un libro de voz anónima


HALMAGETÓN: Eso del anonimato no lo dijeras.


MOUGADIVICHE: ¡Lo digo ahora! En la página mil quinientos noventa y siete párrafo décimo y tercero aparece escrito.” Y la niña de rizos de oro cuando se acercaba en el carro de fuego tirado por bueyes alados sonreía y sus hinchadas mejillas soplaban misterios .Aparecían entonces distintas aves de presa que pareciera como si quisieran amamantarla cuando ya no era necesario”. Esa era yo de niña, ¡Halmagetón! Lo sé por lo de las mejillas y los misterios


HALMAGETÓN: Siendo así nada más que decir por mi parte al respecto. Viniendo de ti yo te creo, y es un honor para mi...., pero..., ¡Mougadiviche!..., ¡oh!, ¡cuánto debiste de sufrir! Así que entonces fuiste, y cuando ya te convertiste en mujer, seducida por un hombre vestido de maligno...; ¡perdón!..., un joven vestido de negro...


MOUGADIVICHE: (Grita desgarradoramente): ¡De nombre Escarpín!...para más señas


HALMAGETÓN: ¡Vaya!, me acabas de dejar de piedra...,, ¡Escarpín!..., ¡Maldito sea!, ¡tienes que aplastarle!...,¡dime!....¡que te hizo!


MOUGADIVICHE: Yo también me dejé hacer. En realidad ni me hizo nada bueno ni nada malo. Se aprovechó de mi inocencia para, y según dice el libro seducir a las aves de presa de mejores condiciones de mi familia.


HALMAGETÓN: ¡Qué horror!, ¡maldito Escarpín!


MOUGADIVICHE: Un día le abandoné, pues él no dejaba de fornicar con hienas, chacales, cuervas y cuervos de insoportable hedor.


HALMAGETÓN: ¡Maldito Escarpín!


MOUGADIVICHE: Atravesando la selva cubierta de densas rocas de árboles amatorios, unidos en sus despensas entrecruzadas por ramajes de los que se desprendían los cien mil sabores del paraíso. ¡Un grito de amor!, ¡eterna sutileza de miga de pan que alimenta!..., y una hoja que se desprende y cae ligera, al vacío, para ser aprovechada por ínfimas especies que se enredan en las raíces y se fortalecen afortunadas de tal ligero desprendimiento, como una suave caricia que alivia el dolor de las y los mortales.


HALMAGETÓN: ¡Qué extraña sensación de consuelo que brinda la naturaleza!. ¡Qué sensaciones tan placenteras!.¡Cuanto mal te debió hacer él padecer!


MOUGADIVICHE: Se aprovechó de mí para hacer amistades con la alta alcurnia de tan variadas especies que dormitaban en el castillo de mi familia, de la que solo tengo referencia por ese libro pero que se hace evidente su realidad en mi condición y existencia. Así pues, un día indeterminado despiertas y te adentras en la jungla tu sola y naces de nuevo cuando sales de ella para volver de nuevo otra vez, pues su hechizo es tan sublime que no ofrece resistencia el vuelo...; y siendo así que una no puede más que dejarse llevar por el amor que a ella le fue sustraído. Inventa entonces en su mente una salida para la abominable  infamia de mortales y sucede a veces que el alma se deja llevar por el abandono de sus necesidades para habilitar la composición de las otras sin las cuales no podría vivir.


HALMAGETÓN: ¡y porqué ese sacrificio!, ¡no lo entiendo!. Pero...., ¡Qué amor tan sublime parece contener!, ¡invita a tal desprendimiento!, ¡gloriosas las voces que desde el firmamento invitan a tales pasiones de sobrecogimiento y dignidad!. Mougadiviche,..., desde que yo te veo la vida para mi recobró un nuevo sentir. Ahora es todo como un juego divertido


MOUGADIVICHE: ¡Ya!...,no sé...


HALMAGETÓN:¡Oh!...así debe ser.


MOUGADIVICHE: ¿Cómo un juego?


HALMAGETÓN: Bien, no sé, la cosa será entonces más seria. Eso de la magia..., pues..., pues es así que debido a las adversidades es cosa de convertir piedras en panes de sabia ingeniería. Hay mucha miseria en el planeta tierra.


MOUGADIVICHE: Veo que entiendes perfectamente de qué va esto. ¡Ah...,sí!,  y es que las y los de tu especie sois formidables, un vuelo en caída acelerada y certera en el punto de mira, con decisión y sin amilanamiento. Yo vengo a este mundo para traer un poco de dignidad


HALMAGETÓN:  Sea así cierto o no sea bien será el creerlo así que sea


MOUGADIVICHE: Veo que entiendes perfectamente de qué va esto, vuelvo a insistir para dejar bien claro. Vosotras, aves de presa que os alimentáis de otras cumpliendo el ciclo de vida, algún día dejareis esta condición esclava y subiréis con vuestro aleteo a las más honrosas cumbres de un nuevo amanecer. Pasarán días y noches de meditación y bajaréis con vuestro ardor guerrero para llegar a un paraíso de amor donde la vida descansa apacible del efecto transformador, convertida a capricho de sus sueños en una nueva realidad con fundamento. Entonces comprenderéis que son vuestros amigos los petirrojos y las culebras también.


HALMAGETÓN: Sea así cierto o no sea bien será el creerlo así que sea. Repito de nuevo, porque bien vale también para esta ocasión este estribillo popular .


MOUGADIVICHE: Y ahora, ¡vayamos al fondo del asunto!


HALMAGETÓN: ¡Pues vayamos entonces!. Pero...¿está muy al fondo?


MOUGADIVICHE: ¡Tengo una nueva misión que encomendaros!,pero antes...



(Suena una caracola. Entra Pipulo, paje menor de Mougadiviche)



PIPULO: ¿Qué desea su majestad?


MOUGADIVICHE: ¡Simpático paje!,que entre el bufón



(Entra Bubobibo)



BUBOBIBO: ¡Aquí estoy su majestad!, siempre con el ánimo puesto en servicio fiel al público con merecimiento si de ellas y ellos una sonrisa, un acertijo o un indicio de nueva pasión entrasen en sus molleras .Pero ahora, y siendo tan reducida la audiencia aquí sentada, ¿desea su majestad que haga esas cabriolas que tanto le gustan?, ¿o desea alguna otra cosa en especial que salga de su gusto tan exquisito?


MOUGADIVICHE: ¡Canta una canción!


BUBOBIBO:


“¿Qué hay en el mar

Que perdió en su interior la botella

Y con ella el mensaje

Que en código secreto se adjudicó?

Fuese acaso tal misterio

De un fuego tan ingenuo

Que el efecto de tan suave licor

El mensaje descifró

Pero la botella no apareció?”


MOUGADIVICHE: ¡Puedes retirarte!


BUBOBIBO: ¿Bonito?


MOUGADIVICHE: ¡Bonito!


HALMAGETÓN: ¡Bonito!


(Sale  Bubobibo)



MOUGADIVICHE: Pues bien, decirte antes de nada que debemos mantener con precaución una de nuestras máximas cartas a favor, la de que nadie sepa nuestra posición. Ahora bien, debemos de andar con mucho cuidado, pues aunque bien sabéis de mis habilidades de bruja Escarpín también es poseedor de otras, y su pretensión inicial es formar un ejercito de alimañas para hacer sembrar el terror. De hecho ya ha comenzado y se divisan por la costa los primeros.



HALMAGETÓN: ¡Entiendo, su majestad!, ¿y cuál es la misión?


MOUGADIVICHE: Antes, ¡hagamos el amor!


                                      FIN