CAPÍTULO I
LAS VERDADERAS RAÍCES DE PRUSIMEA LA CIERVA Y EL BURRO NICAFOR
- Cuando vea en el fondo del mar resplandecer de él
la luz de mi amor significará que hallé otra dimensión...; y me sentiré tan
bien que si me descuido vendrán a por mí.
Es la hora de tomar ya la decisión si así fuese...; ese brillo que sale luego que
siembre los campos de encuentro con las gentes de diferente condición para
quien habite aún en el mundo antiguo. Fingiré en tierra dormir y gozaré de mis
sueños, al mismo tiempo que nuevas ilusiones traeré preñadas de futuro
alimento. Pero..., ¡mira Jonás!, nos acercamos ya a la isla. Aquí deberemos
habitar hasta el final de nuestros días.
Y fue entonces que del
cielo se desprendieron rayos de fuego de los que colgaban pequeños filamentos
de oro y cobre... ¡Bien!, lo cierto es que ahora era que dejaban
atrás la ciudad de las Bestias Sagradas.
Rayos de fuego de los que colgaban pequeños filamentos de oro y cobre que al
chocar con el mar se sumergieron. Jonás y Hemérito VI tenían una misión que
cumplir. Saliendo del fondo marino emergentes peces ciegos que ahora buscaban
la luz como los girasoles de la tierra, llevados por el encanto arrollador del
polvo que se desprendía de los filamentos de luz ya mencionados. Jonás y
Hemérito VI habían sido enviados a aquella isla. Haces de luz del fuego vital
cobrizo y dorado que se desprendían en caída veloz del cielo, y es que así y
que una vez anegados ellos, cobra un nuevo sentido su veloz diamantino al
chocar en el agua y sumergirse hacia el fondo marino.
Así pues tenemos a Jonás
y Hemérito VI en el mar, en una pequeña barca y cerca de una isla a la que
parece que han sido encomendados desde la ciudad de las Bestias Sagradas en
alguna extraña misión, y rodeados de peces que saltan por todas partes. Es
ahora momento de retroceder en la historia que enlaza con esta aventura para
así un poco mejor y desde las raíces ir descubriendo los acontecimientos que luego
va y provoca.
En el momento del último
ciclón que asoló los fértiles valles de las aldeas aledañas a la antigua ciudad
amurallada de Vistrikam, así como a este epicentro fortificado, ciudad
llamada antaño de las Bestias Sagradas, ocurrió que fruto de ese viento encolerizado desaparecieran
todos los hombres que luchaban en la batalla que confrontaba en tal ciudad
pertrechada a dos clanes diferentes, y se dice que sus espíritus anidan en las
tres islas que se hallan mar adentro, relativamente cerca de la ciudad, islas
por lo demás que despiertan en los y las lugareñas de la pequeña república de
Gotagma, donde se encuentra la ciudad, un temor y espanto mezcla de devoción del
que da buena cuenta y respeto hacia ellas el que sean un lugar sagrado al que
solo pueden ir las y los muertos.
Pero hablando un poco de
las raíces de estos dos clanes decir que el clan más septentrional de la ciudad
adora a la Cierva Pruseima,
una cierva, según cuenta la leyenda que se convirtió en mujer después de haber
sido abatida en otra batalla, la que libra contra la especie humana que la
devora. Así era la cuestión, así dicen las gentes, así cuenta la leyenda y así
narro yo que hace de esto un par de siglos se les apareció a dos valientes
guerreros del ahora clan de “Prusimea la Cierva” en
las llanuras al norte de Vistrikam, en Vendrelielka, una bella doncella cuando fueron a coger la
pieza abatida de la joven cérvida. Era así pues..., ¡la figura de una mujer en dorado
cotehardie!, con sus típicas mangas con plisados. Se cuenta que lo que ocurrió
fue que la mujer se les apareció así de pie y con dos flechas pegadas a su
cuerpo, era ella la presa y no la cierva. Las mangas de la bella doncella eran
tan alargadas que casi le llegaban así a ella hasta el suelo acomodadas en un
todo. Ahora los dos diminutos hombres lloraban desconsolados. Los plisados de
las mangas desde los codos. La falda del conjunto era de ancho vuelo, y otros plisados
que bajaban en vertical como desde el cielo, mientras que se abría en su parte
inferior, ya que era muy larga la saya, pues era esta falda, era esta saya, era
que sí que tocaba suelo y más...; cual como si fuese una flor, ¡en verdad que
sí!, como rendida en el amor de primavera, y pareciera que fuera como una
espera que buscaba el allanamiento, ese espacio abierto en el que reposa la
conciencia en el tiempo que procede después del entendimiento, una carga o una apariencia
que se lleva arrastrando sin ninguna vergüenza, como una falda de alto vuelo, o
tan solo como una tendencia de un banal desprendimiento. La joven doncella que
llevaba su nombre tatuado en el cuello murió, y los dos guerreros,
contrariados, estuvieron un día entero llorando de dolor, y rezando por ella,
hasta que decidieron que lo mejor era enterrarla y quitarse la vida por tal
crimen, un crimen tan monstruoso como el que habían cometido, por lo que sin
poder aguantar más los remordimientos, metieron el brazo en la madriguera de
unas serpientes de cascabel y ahí se acabaron sus vidas. Y cuenta la leyenda
que pasados dos días resucitó la mujer de nombre Pruseima y que así lo
vieron dos campesinas de la villa de
Pantoimenka que venían de vuelta de las llanuras de Vendrelielka, en Vistrikam,
hoy la ciudad de Las Bestias Sagradas, y que al inclinarse llenas de asombro e
ir a tocar a ella, a la resucitada, pues que resulta que ella, la resucitada se
convirtió en una cierva, pero era esta vez una cérvida de aspecto enorme, como
el tamaño de un elefante. Las dos mujeres, campesinas pero a la vez elegantes, presas del asombro y estupefacción se quedaron
fijas en el lugar donde estaban, como si fuesen allí a echar raíces. La cierva
enfilaba el pie de la montaña de Ismatumba, en la pequeña república de Gotagma,
y lo hacía por la ladera del Norte, la conocida como “Ladera Encantada”. Nunca
se volvió a ver a la cierva, a la que luego se convirtió en diosa Pruseima,
pero muchas son las anécdotas que se cuentan
de esa montaña, de esa ladera, y de la beneficencia que en ella encontraron
muchas almas, y de la tragedia de muchas otras, todo envuelto en circunstancias
asombrosas tanto para las agraciadas
como para las vilipendiadas. A partir de estos acontecimientos, el clan del
septentrión de la ciudad amurallada de Vistrikam pasó a llamarse de “Prusimea la Cierva” y constituirse por
primera vez de verdad en un clan en todos los sentidos, pues hasta esos
momentos les faltaba alguna creencia verdaderamente asombrosa que les uniese o
más bien el decir también y de comentar de la resolución de conflictos internos
entre las personas de vecindad.
Jonás pertenece a este
clan, el de “Prusimea la Cierva”
y el cacique Hemérito VI al clan de “El Burro Nicafor”,situados al sur de la
ciudad de Vistrikam, hoy conocida como la de “Las Bestias Sagradas .Bien, es
necesario entonces decir de donde proviene este nombre. Ya por el nombre casi
sobra decir que si antes hablábamos de ciervas ahora toca hacerlo de burros- El
caso es que era Nicafor un vendedor ambulante de los senderos que se encontraba en la pequeña villa de
Matrinavia, al sur de Vistrikam, la hoy conocida como ciudad de “Las Bestias
Sagradas” cuando unos cuatreros del camino le dieron tal paliza que dejaron al
pobre de Nicafor medio muerto, y el burro empezó a rebuznar de tal forma
que los cuatreros escaparon con la
mercancía dejando a Nicafor tumbado en el suelo en esas penosas
condiciones.Nicafor se hallaba lejos de poblado alguno, pero la persistencia
del burro en sus rebuznos hizo que se cumpliese el milagro y viniesen aldeanas
y aldeanos que vivían en una cabaña a unas casi dos leguas de donde se hallaba
Nicafor, asustadas y asustados por los terribles rebuznos de desesperación que
emitía el burro, y así fue que después de tres angustiosos días tirado entre
unos matorrales fue rescatado el vendedor ambulante Nicafor. Esta historia
corrió como la pólvora ente las personas que por allí habitaban, con lo que
Nicafor hizo muchas y muchos amigos, sus ventas crecieron y ahora vivía mejor,
pero pasaron dos años y el burro murió de una extraña enfermedad, y Nicafor,
una tarde de invierno, preso de dolor y delante de una pequeña multitud, en el
mercado de los domingos de Matrinavia y apoyado en un crucero y en medio de un
soliloquio que interpreta desde voz mortuoria, sacó un cuchillo de carnicero de
grandes dimensiones y se rebanó el cuello pidiendo gloria y amor eterno para
con el alma de su burro Nicafor. El caso despertó tal inclinación del ser
humano por la veneración hacia el burro y Nicafor que desde esos momentos los
burros son sagrados y sus gentes se unieron en el clan de “El Burro Nicafor”.
Estas son las dos
historias de estos dos clanes, el de “Prusimea la Cierva” y el de “El Burro
Nicafor”. Pero el culto a las divinidades de diferente procedencia animal en la
pequeña republica de Gotagma ya había empezado en otras aldeas y núcleos
dispersos de población, aunque la importancia de estos dos clanes y la
presencia en esta historia de Jonás y Hemérito VI hacen bien el haberse parado
en estas cuestiones. El caso es que volvemos ahora al momento del ciclón, en el
que la tierra, o más bien el viento se llevó a las guerreras y guerreros de los
dos clanes. Se formó un comité de estudiosos del tema y se determinó que la
explicación tenía que estar en las tres islas desiertas que así se encontraban,
mar adentro, por el temor que ellas causaban, y se eligió a Jonás y Hemérito VI
para que fuesen ellos dos los elegidos para ir en la primera ruta de
reconocimiento hacia estas tres singulares islas.
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