viernes, 25 de octubre de 2013

AVENTURAS MITOLOGICAS CLANDESTINAS. CAPÍTULO I: LAS VERDADERAS RAÍCES DE PRUSIMEA LA CIERVA Y EL BURRO NICAFOR



CAPÍTULO I

LAS VERDADERAS RAÍCES DE PRUSIMEA LA CIERVA Y EL BURRO NICAFOR



- Cuando vea en el fondo del mar resplandecer de él la luz de mi amor significará que hallé otra dimensión...; y me sentiré tan bien que si me descuido vendrán a por mí.
Es la hora de tomar ya la decisión si así fuese...; ese brillo que sale luego que siembre los campos de encuentro con las gentes de diferente condición para quien habite aún en el mundo antiguo. Fingiré en tierra dormir y gozaré de mis sueños, al mismo tiempo que nuevas ilusiones traeré preñadas de futuro alimento. Pero..., ¡mira Jonás!, nos acercamos ya a la isla. Aquí deberemos habitar hasta el final de nuestros días.


Y fue entonces que del cielo se desprendieron rayos de fuego de los que colgaban pequeños filamentos de oro y cobre... ¡Bien!, lo cierto es que ahora era que dejaban atrás  la ciudad de las Bestias Sagradas. Rayos de fuego de los que colgaban pequeños filamentos de oro y cobre que al chocar con el mar se sumergieron. Jonás y Hemérito VI tenían una misión que cumplir. Saliendo del fondo marino emergentes peces ciegos que ahora buscaban la luz como los girasoles de la tierra, llevados por el encanto arrollador del polvo que se desprendía de los filamentos de luz ya mencionados. Jonás y Hemérito VI habían sido enviados a aquella isla. Haces de luz del fuego vital cobrizo y dorado que se desprendían en caída veloz del cielo, y es que así y que una vez anegados ellos, cobra un nuevo sentido su veloz diamantino al chocar en el agua y sumergirse hacia el fondo marino.

Así pues tenemos a Jonás y Hemérito VI en el mar, en una pequeña barca y cerca de una isla a la que parece que han sido encomendados desde la ciudad de las Bestias Sagradas en alguna extraña misión, y rodeados de peces que saltan por todas partes. Es ahora momento de retroceder en la historia que enlaza con esta aventura para así un poco mejor y desde las raíces ir descubriendo los acontecimientos que luego va y provoca.

 
En el momento del último ciclón que asoló los fértiles valles de las aldeas aledañas a la antigua ciudad amurallada de Vistrikam, así como a este epicentro fortificado, ciudad llamada antaño de las Bestias Sagradas, ocurrió que fruto de ese viento encolerizado desaparecieran todos los hombres que luchaban en la batalla que confrontaba en tal ciudad pertrechada a dos clanes diferentes, y se dice que sus espíritus anidan en las tres islas que se hallan mar adentro, relativamente cerca de la ciudad, islas por lo demás que despiertan en los y las lugareñas de la pequeña república de Gotagma, donde se encuentra la ciudad, un temor y espanto mezcla de devoción del que da buena cuenta y respeto hacia ellas el que sean un lugar sagrado al que solo pueden ir las y los muertos.

 
Pero hablando un poco de las raíces de estos dos clanes decir que el clan más septentrional de la ciudad adora a la Cierva Pruseima, una cierva, según cuenta la leyenda que se convirtió en mujer después de haber sido abatida en otra batalla, la que libra contra la especie humana que la devora. Así era la cuestión, así dicen las gentes, así cuenta la leyenda y así narro yo que hace de esto un par de siglos se les apareció a dos valientes guerreros del ahora clan de “Prusimea la Cierva en las llanuras al norte de Vistrikam, en Vendrelielka,  una bella doncella cuando fueron a coger la pieza abatida de la joven cérvida. Era así pues..., ¡la figura de una mujer en dorado cotehardie!, con sus típicas mangas con plisados. Se cuenta que lo que ocurrió fue que la mujer se les apareció así de pie y con dos flechas pegadas a su cuerpo, era ella la presa y no la cierva. Las mangas de la bella doncella eran tan alargadas que casi le llegaban así a ella hasta el suelo acomodadas en un todo. Ahora los dos diminutos hombres lloraban desconsolados. Los plisados de las mangas desde los codos. La falda del conjunto era de ancho vuelo, y otros plisados que bajaban en vertical como desde el cielo, mientras que se abría en su parte inferior, ya que era muy larga la saya, pues era esta falda, era esta saya, era que sí que tocaba suelo y más...; cual como si fuese una flor, ¡en verdad que sí!, como rendida en el amor de primavera, y pareciera que fuera como una espera que buscaba el allanamiento, ese espacio abierto en el que reposa la conciencia en el tiempo que procede después del entendimiento, una carga o una apariencia que se lleva arrastrando sin ninguna vergüenza, como una falda de alto vuelo, o tan solo como una tendencia de un banal desprendimiento. La joven doncella que llevaba su nombre tatuado en el cuello murió, y los dos guerreros, contrariados, estuvieron un día entero llorando de dolor, y rezando por ella, hasta que decidieron que lo mejor era enterrarla y quitarse la vida por tal crimen, un crimen tan monstruoso como el que habían cometido, por lo que sin poder aguantar más los remordimientos, metieron el brazo en la madriguera de unas serpientes de cascabel y ahí se acabaron sus vidas. Y cuenta la leyenda que pasados dos días resucitó la mujer de nombre Pruseima y que así lo vieron  dos campesinas de la villa de Pantoimenka que venían de vuelta de las llanuras de Vendrelielka, en Vistrikam, hoy la ciudad de Las Bestias Sagradas, y que al inclinarse llenas de asombro e ir a tocar a ella, a la resucitada, pues que resulta que ella, la resucitada se convirtió en una cierva, pero era esta vez una cérvida de aspecto enorme, como el tamaño de un elefante. Las dos mujeres, campesinas pero a la vez elegantes,  presas del asombro y estupefacción se quedaron fijas en el lugar donde estaban, como si fuesen allí a echar raíces. La cierva enfilaba el pie de la montaña de Ismatumba, en la pequeña república de Gotagma, y lo hacía por la ladera del Norte, la conocida como “Ladera Encantada”. Nunca se volvió a ver a la cierva, a la que luego se convirtió en diosa Pruseima, pero  muchas son las anécdotas que se cuentan de esa montaña, de esa ladera, y de la beneficencia que en ella encontraron muchas almas, y de la tragedia de muchas otras, todo envuelto en circunstancias asombrosas tanto para  las agraciadas como para las vilipendiadas. A partir de estos acontecimientos, el clan del septentrión de la ciudad amurallada de Vistrikam pasó a llamarse de “Prusimea la Cierva” y constituirse por primera vez de verdad en un clan en todos los sentidos, pues hasta esos momentos les faltaba alguna creencia verdaderamente asombrosa que les uniese o más bien el decir también y de comentar de la resolución de conflictos internos entre las personas de vecindad.

 
Jonás pertenece a este clan, el de “Prusimea la Cierva” y el cacique Hemérito VI al clan de “El Burro Nicafor”,situados al sur de la ciudad de Vistrikam, hoy conocida como la de “Las Bestias Sagradas .Bien, es necesario entonces decir de donde proviene este nombre. Ya por el nombre casi sobra decir que si antes hablábamos de ciervas ahora toca hacerlo de burros- El caso es que era Nicafor un vendedor ambulante de los senderos  que se encontraba en la pequeña villa de Matrinavia, al sur de Vistrikam, la hoy conocida como ciudad de “Las Bestias Sagradas” cuando unos cuatreros del camino le dieron tal paliza que dejaron al pobre de Nicafor medio muerto, y el burro empezó a rebuznar de tal forma que  los cuatreros escaparon con la mercancía dejando a Nicafor tumbado en el suelo en esas penosas condiciones.Nicafor se hallaba lejos de poblado alguno, pero la persistencia del burro en sus rebuznos hizo que se cumpliese el milagro y viniesen aldeanas y aldeanos que vivían en una cabaña a unas casi dos leguas de donde se hallaba Nicafor, asustadas y asustados por los terribles rebuznos de desesperación que emitía el burro, y así fue que después de tres angustiosos días tirado entre unos matorrales fue rescatado el vendedor ambulante Nicafor. Esta historia corrió como la pólvora ente las personas que por allí habitaban, con lo que Nicafor hizo muchas y muchos amigos, sus ventas crecieron y ahora vivía mejor, pero pasaron dos años y el burro murió de una extraña enfermedad, y Nicafor, una tarde de invierno, preso de dolor y delante de una pequeña multitud, en el mercado de los domingos de Matrinavia y apoyado en un crucero y en medio de un soliloquio que interpreta desde voz mortuoria, sacó un cuchillo de carnicero de grandes dimensiones y se rebanó el cuello pidiendo gloria y amor eterno para con el alma de su burro Nicafor. El caso despertó tal inclinación del ser humano por la veneración hacia el burro y Nicafor que desde esos momentos los burros son sagrados y sus gentes se unieron en el clan de “El Burro Nicafor”.

 

Estas son las dos historias de estos dos clanes, el de “Prusimea la Cierva” y el de “El Burro Nicafor”. Pero el culto a las divinidades de diferente procedencia animal en la pequeña republica de Gotagma ya había empezado en otras aldeas y núcleos dispersos de población, aunque la importancia de estos dos clanes y la presencia en esta historia de Jonás y Hemérito VI hacen bien el haberse parado en estas cuestiones. El caso es que volvemos ahora al momento del ciclón, en el que la tierra, o más bien el viento se llevó a las guerreras y guerreros de los dos clanes. Se formó un comité de estudiosos del tema y se determinó que la explicación tenía que estar en las tres islas desiertas que así se encontraban, mar adentro, por el temor que ellas causaban, y se eligió a Jonás y Hemérito VI para que fuesen ellos dos los elegidos para ir en la primera ruta de reconocimiento hacia estas tres singulares islas.


 
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