CAPÍTULO II LAS ISLAS DE LAS SEPULTURERAS
-Si me lo dices hace tres
días te diría que todo esto es una locura, -hablaba así ahora Jonás- pero ahora
que veo como estos enormes peces que saltan alrededor nuestra no presentan
batalla, diría que algo festejan, y más asombrado me quedo cuando veo que sobre
la cubierta de esta cáscara de nuez caen otros más pequeños que bien nos sirven
de alimento sin necesidad de esforzarnos. Parece que desde que divisamos la
primera isla todo se mantiene en calma
-No debes fiarte, -
continua Hemérito VI- yo soy de los que piensa que es probable que aquí estén
sucediendo otras cosas que no son las que dictan las sagradas escrituras
-Pero..., ¡eso es
blasfemia!, porque..., ¿qué quieres decir exactamente? -Replica Jonás-
-Que el mal que asola a
estas islas y a quienes hacia ellas
navegan puede ser debido a otros factores como los vientos y corrientes marinas.
Ahora está todo más despejado pero hemos salido de una buena
-En verdad, Hemérito VI...,
en verdad que sí, hubo un momento en que parecía que el mar iba a tragarnos,
pero ahora estamos aquí. Bien, en dos o tres horas llegaremos a tierra, todo
parece estar tranquilo ahora. Mas, y por cierto, amigo, verás..., me asalta una
duda. ¿Porqué te pusieron a ti por nombre Hemérito VI, con esa cosa del VI si
no eres un rey?
-Pues por una cosa muy
sencilla, somos seis hijos varones y a los seis mi madre y mi padre les
pusieron el nombre de Hemérito y yo soy el menor
- ¡Vaya!.
En realidad no era la primera vez que se
mandaba a alguien a las tres islas en misión de reconocimiento, o mejor dicho,
bajo ese pretexto, pues muchas y muchos traidores políticos al sistema, así
como mentes criminales de alto peligro para la sociedad (según así decían y hacían
estados criminales y alguno que sigue así en el decir y haciendo en la historia
del gran Golfo de Bradenia) fueron condenadas y condenados al martirio de tan
singular pasaje y terrorífica ruta náutica. Estas prácticas vejatorias eran y
siguen siendo mantenidas y realizadas desde el gran estado federal de Miralboma,
un basto imperio que desemboca en su trayectoria física y eclíptica en su
latitud más meridional en la parte a su vez mas septentrional del Golfo de Bradenia. Las tres islas son genéricamente
conocidas en esta parte de la tierra con el nombre de Fim-Fam que viene de uno
de los dialectos indígenas de la lengua Idotálmica que se hablaba y aún se
habla, aunque bastante menos que antiguamente, en algunas antiguas tribus que
se asentaban en el litoral del Golfo, donde Fim significa llevar y Fam
significa muerte, es decir, algo así como “Las Islas de las Sepultureras”. Las
tres sepultureras son tres hormigas
En la conciencia de las gentes del estado republicano
de Gotagma, así como las de los estados limítrofes de Miralboma, Traiyema,
Digamndia y Tchimkimiolta, los cinco estados que conforman el Golfo de Bradenia,
anida la idea de que no se puede hablar realmente de islas desiertas, y aunque
exista la convicción de que jamás nunca un ser vivo pudo haber llegado hasta
ellas, sí que se sabe a ciencia cierta
de la presencia en sus tierras de diosas y dioses, quienes se convirtieran en
animales de la creación para llegar hasta ellas, y como por saber es cosa
cierta que son seres vivos los animales de la creación..., pero, la verdad es
que..., lo cierto es que para quienes allí habitan y para muchas de las
personas que habitan la tierra cosa distinta es cuando en esos seres vivos se
encierra todo un dios o diosa que viene de la naturaleza
Así atestiguaran ya anteriormente de la
existencia de estas islas y su localización algunas diosas y dioses en los
libros más antiguos y polvorientos de la historia, argumentando que “Las Islas de las Sepultureras” distantes quinientas
setenta y tres millas del golfo de Bradenia se disponen en un plano triangular,
donde los vértices son los tres trozos de tierra adonde llegaran divinidades
transformadas en hormigas. Flotantes son las islas en el mar, soñadoras pues, y
estas tres con unos ángulos conformados en un espacio también armonioso y claro,
dentro de lo asimétrico de las longitudes de un extremo a otro de una a otra
isla. Algo asombroso, mágico y misterioso había en esas islas. Formaban así
entre las tres, y en cuanto a las distancias se refiere, un triángulo
rectángulo escaleno, el que tiene un ángulo recto al ser el trazado perimetral
entre dos de ellas inscrito en perpendicularidad y siendo las distancias entre las tres dispar.
Algo asombroso, mágico y misterioso había allí, pues si seguimos hablando del
caso de estas tres islas a las que llegaran tres enormes hormigas debemos
hablar de cómo allí llegaran. Cuestión analizada bajo los instrumentos de la
ciencia que actúan en una labor de indagación microscópica. Con dichos
instrumentos se puede descifrar los entresijos de las ilusiones de un pueblo o
varios que descansen en diferentes árboles germinadores pero con las mismas raíces,
y analizar así la esperanza de vida, pues son los síntomas y las posteriores patologías
las que hablan de un dolor en el alma,
por una esperanza perdida, un dolor que aumenta a medida que son más gentes las
que sufren dichas enfermedades, y es así que entonces se transforma todo ello en
una extraña patología de agravio social. Estas tres hormigas enormes como
dinosaurios llegaron allí porque así estaba ya establecido en los antiguos
libros, los que se aproximan más a las verdaderas raíces. Estaba así escrito en
el libro sagrado. La artífice de esta historia de las tres enormes hormigas que
llegaran cada una a una diferente isla de las tres que en conjunto se llamaban
“Las Islas de las Sepultureras” era la diosa de la fertilidad Tutalba.
El Dios de La Guerra Horrintae se presentó
una vez a Tualba cuando estaba esta en una cueva de Fontaua, en la república de
Gotagma. Aparecía ella rodeada de serpientes que se disponían verticalmente,
las cuales tocaban unas flautas verticales enormes sin boquilla. Él se acercó y
entró en la cueva convertido en murciélago. Tualba cantaba, y así era parte de
la letra de la canción:
Comprenderás que la vida ya pasó al final,
y cuando el final que se prometía feliz no
ocurrió...,
pero a pesar de todo eso germinarás
para hacer valer tu estirpe,
un día más en la vida sin saber nada más.
Escucha esta suave melodía,
Es un regalo para ti, mi amor.
El caso es que después de estos versos Horrontae
se abalanzó sobre Tualba dejándose ver quien era, y sacando su enorme espada
que paraliza a los seres de la creación fue así que convirtió a las serpientes
y murciélagos que allí moraban
en estatuas de mármol muy frío, y una vez
hecho esto poseyó a Tualba por la fuerza.No contento con eso raptó a la Diosa
de la Ferilidad,
hasta que luego su padre el rey de Traiyema Sbion IV y su hernano el príncipe
de Traiyema Bismol la liberaron después
de la guerra de los siete días que se impusiera entre guerreros del estado de Miralboma
y el de Gotagma, guerra que vencieran estos últimos. En la liberación el Dios
de la Guerra Horrintae,
viéndose acorralado por los guerreros del rey y príncipe de Traiyema se escapó
precipitándose por un acantilado del que fue salvado por una enorme ave mezcla
de buitre y león marino que lo sujetó a tiempo, aunque no sin haber salido mal
del apremio por haber perdido un brazo en la caída, pues antes de que fuese
agarrado con las garras de tan extraño ser volátil fue a chocar contra las
rocas. Pasaron unos cuantos meses. Era un día otoñal cuando la Diosa de la Fertilidad estaba
esperando que el Sol saliese para disponerse a dar la bienvenida a los más distintos
seres de la naturaleza, y así desearles como cada día, y muy tempranamente en
lo matinal una feliz copulación, cuando de repente y desde el cielo apareció la
belicosa reina de Miralboma Fiulfa II montada en un carro, conducido por el mismísimo
Dios de la Guerra Horrintae,
quien estaba ahora en unión con ella. Horrintae pretendía meter en una jaula
dorada a Tualba. ¡Pobre Diosa de La Fertilidad!, ¡qué destino más fatal tenían
pensado para ella! . Viéndose acorralada Tualba, la diosa de la Fertilidad se echó al
agua nadando mar adentro hacia “Las
Islas de las Sepultureras”.Primero se convirtió en una hermosa ballena franca
por el mar y cuando llegó a la tierra se multiplicó en tres y de ella salieron
tres enormes hormigas con forma de dinosaurio que murieron y el espíritu se
convirtió en un polvo de estrellas. Respecto a esto último decir que hay varias
versiones del tema en cuanto a como acaba, pero todas giran en torno a dos disyuntivas,
la de si realmente murió la diosa y se convirtió en polvo de estrellas o la de
si realmente aún vive en “Las Islas de las Sepultureras”
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