domingo, 3 de noviembre de 2013

AVENTURAS MITOLÓGICAS CLANDESTINAS. CAPITULO IV: DE COMO JONÁS Y HEMERITO VI HICIERON PARA NEGOCIAR CON LOS PERROS DE BALLIULKA



CAPITULO IV  DE COMO JONÁS Y HEMERITO VI HICIERON PARA NEGOCIAR CON LOS PERROS DE BALLIULKA

 

 

-Si los perros de Balliulka no dejan de ladrar es porque tienen algo que guardar -decía ahora Jonás flotando en el mar, aunque  esto no hiciese falta, pues con los pies a la tierra que hay debajo del agua se podían ya él y Hemérito VI anclar-

 
-Como todos los perros..., ¡ya ves! ,... ¡qué cosas dices pues! -replicaba Hemérito VI-, lo que sí es evidente en todo esto es que son de un aspecto y tamaño monstruoso, ¡y eso de que avisen de un futurible daño, que enseñen sus afilados dientes a nosotros..., ¡aunque es curioso! ,  y es que no se mueven, ¡es algo asombroso... ¡

 
- No son como todos los perros – decía Jonás-, mas..., estos guardan secretos mayores, y aunque todos los perros guarden secretos de amas y amos, estos se disponen vigilantes para que nadie perturbe la paz de los dioses y diosas.

 
-Yo no se  toda la historia, pero algo hay o se comenta...

 
- ¡Alto ahí!, hablar de diosas y dioses no es empresa que licite rumores sino que es algo más serio –interrumpía ahora Jonás a Hemerito VI-

 
-  Tampoco es para ponerse tan meticuloso..., digo yo..., pues el hecho de que se comente algo del hecho es ya un hecho, ¿no es así acaso y tal vez que no o que sí?

 
- ¡Así es de justicia! El conocimiento de estas..., pero..., ¡dime!, ¿qué ibas a decir?- comenta ahora Jonás mientras se fija su vista en el fondo marino, y como nada ve sumerge la cabeza en el agua, pues parece que algo se mueve en el interior del mar que aparece como una cálida losa apaciguadora en la orilla. Vuelve a salir la mollera al exterior y vuelta a sumergirla, y así intermitentemente

 
- Sabiendo por las sagradas escrituras que los perros de Balliulka se escaparan del templo..., ¡mejor así...! , ¿No?, - respondía ahora con ironía Hemerito VI  a Jonás -,pero..., ¿se puede saber qué estás haciendo?...

 
-No sé precisar, pero en medio de esta  paz marina noto una extraña fuerza que viene a perturbar mi foco de aparente tranquilidad –decía así Jonás, sin parar de introducir y sacar la cabeza en el mar-

 
-¡Vaya!, pues yo la verdad que no noto nada más que si seguimos aquí flotando al lado de la orilla nos vamos a helar. Tenemos que salir a tierra y convencer a los perros. Pero antes, y para zanjar el camino que abriera anteriormente en mi discurso, pues..., ¡en fin!..., como iba antes diciendo..., sabiendo que se escaparan los perros de Balliulka del templo, lo que no se sabe es como hasta aquí llegaran, y aunque nosotros deberíamos recordarlo, tal y como así nos instruyeran desde la ciudad de las Bestias Sagradas los y las ilustres comisionadas, difícil es al ser tantas y tan prolongadas la lista de criaturas, reyes, diosas y demás de la naturaleza. Pero..., ¡bien!, esto...,¡vaya!, pues resulta que estoy hablando solo..., ¡por Horrintae!,  ¿porqué introduces una y otra vez tu calavera en el mar?, ... ¿a qué viene ahora adorar a diosas y dioses del fondo marino, en el acto litúrgico de ahogar una tras otra vez la sesera en estas gélidas aguas?.; ¿quién está por ahí? , ¿acaso Libisett?.  ¡Ni me escuchas al estar afanado en tal tarea!. ¡Párate un momento!- decía esto último Hemerito VI cogiendo del brazo de su compañero y tirando así de él-

 
- ¡Verás!, -decía ahora Jonás, al pasar de ser su centro de atención el mar y hacerlo ahora sobre Henérito VI vascular-  noto la presencia de algo, creo que puede tratarse de...,pero...¡será mejor que abramos el cofre donde está el libro de instrucciones!, ¿o te acuerdas de memoria de todos los Elfos, hadas, duendes, reyes, monstruos marinos...

 
-¡Pero Jonás!, si el cofre iba en el barco...

 
-¡Ya!, ..., esto....ja, ja, ja..., -decía ahora confuso y aturdido Jonás- esto...¡en fin!, bueno...,en realidad que más da..., si total nos...,si total nos las hemos de ver con tantas y tantos que es lo mismo. Se mostrarán ellas y ellos como quieran y lo demás dará igual, siendo así...

 
-¡Ay!...,pero...¡por Tualba!..., algo hay aquí que...,¡tenías tú razón, Jonás!, ¡maldita sea!...,¡ayúdame!...-suplicaba Hemerito VI

 
- ¡Voy enseguida en tu auxilio! –tendía a la suplica Jonás- .Pero!..., ¡ay!...,¡no puede ser!...¡ay!...,Verás...,yo...,¡no puedo avanzar!...,pero...,¡oh!..., ¡Por Irizaulguina!, ¡un extraño ser se enrosca entre mis piernas...!

 
-  Pero..., ¡déjame pensar, Jonás!. Sí, puede que sea, verás, me acuerdo de los Gusanos Marinos del centro de la tierra que eran enemigos de los perros que guardaban los templos...

 
-¡Sí!, ahora que lo dices..., pero... ¡debemos darnos prisa!, estos cada vez aprietan más. Como era..., ¡lo tengo en la punta de la lengua!

 
- ¡Los gusanos Kemplanelfing! –atinaba Hemerito VI- ¡sí!, eso es....,¡ahora ya me acuerdo!

 
-¡Yo también!, sí, debemos acariciarles y preguntarles como salir victoriosos de los perros si no sabemos descifrar el código

 
-¡Oh, sabios gusanos de Kemplanelfing!, - decía Hemerito VI con la vista en el interior del mar, hablando y al mismo tiempo acariciando a unas serpientes marinas de dos cabezas que aprisionaban su cintura- vosotros que venís desde el centro de la tierra al fondo marino  y desde allí las orillas buscáis donde los perros del día y la noche vigilan, decidnos a mi y a mi amigo Jonás como obtener la buena consideración de estos que tienen cabeza de león y son grandes como el Ogro Mengrolkffiuem, que habita en las estepas

 
- Oh, sabios gusanos de Kemplanelfing!, vosotros que venís desde el centro de la tierra al fondo marino y desde allí las orillas buscáis donde los perros del día y la noche vigilan, decidnos a mi y a mi amigo Hemerito VI como obtener la buena consideración de estos que tienen cabeza de león y son grandes como el Ogro Mengrolkffiuem, que habita en las estepas- repetía Jonás, solo que donde decía antes Jonas decía ahora Hemerito VI-

 

Lo que luego ocurrió fue que los gusanos de Kemplanelfing se despegaron de las cinturas de Hemerito VI y Jonás . Ambos tocaron por fin tierra mientras que los perros permanecían inmóviles pero a la vez hostiles. Dichos perros se disponían en un espacio semicircular que imposibilitaba toda salida, o más bien decir toda entrada al centro de la isla. Pero alguna conversación debió de haber entre los gusanos de Kemplanelfing y Jonás y Hemerito VI o entre los gusanos de Kemplanelfing y Jonás, porque este se dirigió hacia el centro de la cala y con decisión y ronca voz dijo:

 





“ Fuente sublime de boca curiosa


En tu pedestal ella nacerá


Y de Formoi hija nacida al mundo.

Tú ¡Fuente llamada Minxial!,

Que precipitas tu manantial

En la cercanía de mi aliento juvenil.

 

Vuelves ahora a mi en forma de Diosa,

La ilusión de mi vida por ver que estás con vida,

Mi joven Ninfa del amor.

 

Y arrojas tal cantidad de agua que

Solo el verte recogiéndote el cabello

Que desprende chispas de fuego infantil

Me hace sentirme bien;

¡Ese agua que brota de tus ojos

Hechos al amanecer!,

Y que luego de un éter suspiro

Riega mi amor para contigo.

 

Aquella sensación que también brota

Y arroja de mi pequeñito corazón,

Como la esperanza de mis días

Que ven florecer albas del mediodía

En las noches más oscuras

En que un ogro pudiese morar.

 

¡Abrid pues los ojos, perros rencorosos!,

Menguad vuestra posición y dejad que

Pasemos los gentiles de

Jonás y Hemerito VI!

 

Tiemblo solo del hecho de pensar

Que algún día no existirás,

Dios Formoi!,

Mientras que tú,

Que brotas del agua del manantial,

Mi hermosa mujer que haces

Que mi vida cobre sentido

Después de las largas horas

Dedicadas al estudio de las letras

Con su cinturón de la ciencia,  

Atrapadas caigo y rendido en mis tinieblas,

 ¡A tus  pies!”

 

 
Y los perros de Balliulka una vez terminados de recitar estos versos (los cuales escucharon  muy atentos y sin ladridos, con las patas derechas apoyadas en la sien y con la lengua hacia afuera) aullaron a la luna y se quedaron dormidos. Esta historia aparece en los libros sagrados, solo que sin Jonás. Él tan solo se adaptó al guión establecido, pues no se sabe a ciencia cierta si estos versos ya los conocía Jonás, si estos versos se los dictara uno de los gusanos de  Kemplanelfing, o también, y porqué no, que estos versos salieran de él mismo sin jamás haberlos leído nunca, ni en las sagradas escrituras ni en cualquier otro pergamino

 
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