sábado, 23 de noviembre de 2013

AVENTURAS MITOLOGICAS CLANDESTINAS- CAPITULO VII JONÁS Y HEMÉRITO VI SE ADENTRAN EN LA ISLA CON LA AYUDA DE SINGULARES PERSONAJES




CAPITULO VII JONÁS Y HEMÉRITO VI  SE ADENTRAN EN LA ISLA CON LA  AYUDA DE SINGULARES PERSONAJES

 
Jonás y Hemérito VI dormían apaciblemente. Aún a pesar de las hogueras el frío helaba la sangre y del cielo se desprendían gotas de agua congeladas muy  prolongadas longitudinalmente en formas de jabalinas o estalactitas sin techo y estalagmitas sin suelo. Las emociones tan fuertes vividas desde que salieron del golfo de Bradenia hacia las islas de las sepultureras eran ahora transportadas al mundo de los sueños en un acto de apacible retentiva, mientras que los cuerpos se rendían ante la oscuridad tenebrosa y el hechizo entre onírico y redentor de un paisaje iluminado por las hogueras elaboradas de las chispas de fuego que traían las elfinas y elfos de las abejas, convertidas al llegar al suelo en ninfas y duendecillos. Abiertamente tendidos estaban ahora durmiendo Jonás y Hemérito VI, sobre improvisados jergones de paja y heno y cubiertos con pieles de ballena que traía la ogresa Acuranatak, la cual dormía de pie, en cortos espacios de tiempo intermitentes, como las yeguas, y solo si el cansancio  era demoledor se tumbaba en la plácida yerba. Por otra parte estaban las ninfas y duendecillos, diosas y dioses menores que llegaran del cielo y se acoplaban al entorno. Los duendecillos querían dormir con las ninfas, pero por lo general estas lo hacían en el agua marina, cosa que era casi mortal para los duendecillos, que aunque eran de fácil acomodo no podían soportar tales gélidas temperaturas. Y llegaron los primeros rayos de sol siendo los primeros en recibirlos los que más durmieron, los perros de Balliulka. Una de las ninfas, Rosemeriamli, ninfa de trenzas doradas que le llegaban hasta los tobillos y con pecas aromáticas dispersas entre los poros más genuinos de su piel, permaneció toda la noche junto a Jonás y Hemérito VI, y lo hizo descansando dentro de la hoguera que les protegía. Ahora se acercaba, conocedora del arte de las lenguas e interpretaciones, a uno de los perros que movía la cola alegremente, mientras los dos humanos lentamente comenzaban a despertar, perezosamente.

-Dime, ¿cuál es tu nombre?-preguntaba ahora la ninfa Rosemeriamli al perro de Balliulka

-Los perros de Balliulka no tenemos nombre, esa es nuestra inmensidad

-Hay ciertas ninfas, -continuaba Rosemeriamli- como es mi caso, que nacemos por decisión propia de nuestras madres cuando ellas quieren que bajemos al mundo de las esferas terrestres, ellas entonces despiertan de su letargo y se prolongan sus pasiones en nosotras. Algunas, como es mi caso, somos conocedoras de las diferentes maneras de comunicarse los seres de la creación, y entendemos tanto el lenguaje de humanas y humanos como el de las y los demás mortales, y hasta incluso como ayer se pudo comprobar, aunque tú estuviese durmiendo, el de ogros y ogresas, e incluso también el de las superiores divinidades. Así pues es necesario que tengas un nombre, pero...,  dime..., ¿como quieres que te llame?

-Los perros de Balliulka no tenemos nombre, esa es nuestra gloria

-Pero..., ¿acaso no comprendes?, bien..., el caso es que para pasar a la historia necesitáis un nombre que os distinga. Pero..., dejemos lo del nombre..., que ya se hará en su debido tiempo..., ¿cómo llegasteis aquí?

Hablar de Rosemeriamli es hablar del cielo. Bueno, la verdad es que el cielo mira a la tierra de manera diferente que la tierra mira al cielo, y eso es solo porque uno está arriba y otro abajo. Es así que se cree que quien vive en el cielo tiene más poderes que quien vive en la tierra porque estas y estos últimos miran para las alturas y no parecen ver nada o casi nada más que estrellas, nubes y algunas aves migratorias, mientras que quienes habitan allá arriba..., bien, pues quienes..., para quienes allí habitan arriba la cosa parece ser muy  diferente. ¿Por qué sino las estrellas se ríen de los árboles?

- Nosotros vivíamos en el lago de Oximbal , en la villa de  Balliulka, en el actual estado de Digamndia en el golfo de Bardenia.

-Bien, sí, de acuerdo. Eso es lo que yo sé también, puesto que las ninfas como yo, aunque parezca que nacimos ayer como es mi caso en que mi madre salió de la concha marina para darme a mi vida en la tierra..., ya sabemos muchas cosas..., pero..., ¿por qué soy yo quien acaba dando explicaciones y tú permaneces al margen?...,  y lo que hacemos...,lo que hacemos es viajar de una a otro cuerpo que ya vivía anteriormente...,pero...no me respondiste a la pregunta...,¿cómo llegasteis aquí?

Porque sí, es así que las estrellas se ríen de los árboles por capricho, ellas dicen que si bien dichos vegetales pueden desplazarse de un lado a otro ellos no lo hacen porque son de espíritu tendente a la vagancia, y que tanto es así que dejan así caer sus hojas y frutos al suelo. Así ocurre que a veces se enfadan con ellos las estrellas por tales actos negligentes; de tal manera que las esferas gaseosas descargan un poquito de su energía en la gran vara de Soilalbiam, la diosa de todo el firmamento, pues es  aquí, en el golfo de Bradenia donde se rinde tributo desde tiempos inmemorables a dicha diosa. La vara dirige a un lado y al otro su fuerza, que no es dicho ímpetu más que la reunión de distintas vibraciones caprichosas de los cuerpos celestiales; y cuando las estrellas se incomodan con los árboles es sabido aquí en este paraíso, en este rincón de la tierra, que entonces ocurre que los árboles mueren abrasados. Todo en su conjunto es una  relación de diferentes aptitudes, diversos estados  de ánimo representados en impulsos eléctricos que llegan a la tierra por medio de la diosa Soilalbiam. Dicha diosa agarra tenazmente y con su enorme brazo cristalino la gran estaca sagrada, cargada de energía acumulada por la selección tornadiza de toda un etéreo devenir celestial de voluptuosidades, pero que generan vida donde lo terrenal y meridianamente perecedero. Nadie que viva de la ciencia humana puede negar estos hechos, pero sí que pueden renegar de la ciencia las estrellas y otros astros que observan de arriba y hacia abajo todo lo que cuelga de la bóveda celeste.

-  Una noche escapamos del templo, –responde ahora el perro de Balliuljka a la ninfa Rosemeriamli- hartos de ser perros que solo vigilasen la figura fosilizada de un dios, de un dios que respeta a los muertos. Tualba contactó con nosotros telepáticamente una vez que aquí llegó y construyó trineos especializados para volar por el cielo e instalarnos en esta la primera isla que se divisa desde el golfo de Bradenia, pero Horrintae vino una noche, al darse cuenta de que Tualba por aquí se escondía, y nos dijo que no nos iba a matar pero sí que nos iba a poner de su lado, hasta que llegaron estos dos humanos que rompieron el maleficio
-  ¡Ah!, ¡qué cosa más interesante!, - decía ahora Rosemeriamli-  ¿y como hicieron los dos humanos, Jonás y Hemérito VI para deshacer el maleficio


-Uno de los dos humanos dijo las siguientes palabras –responde el perro de Balliulka-

 
"Fuente sublime de boca curiosa

En tu pedestal ella nacerá

Y de Formoi hija nacida al mundo.

Tú ¡Fuente llamada Minxial!,

Que precipitas tu manantial

En la cercanía de mi aliento juvenil.

 
Vuelves ahora a mí en forma de Diosa,

La ilusión de mi vida por ver que estás con vida,

Mi joven Ninfa del amor.

 
Y arrojas tal cantidad de agua que

Solo el verte recogiéndote el cabello

Que desprende chispas de fuego infantil

Me hace sentirme bien;

¡Ese agua que brota de tus ojos

Hechos al amanecer!,

Y que luego de un éter suspiro

Riega mi amor para contigo.

 
Aquella sensación que también brota

Y arroja de mi pequeñito corazón,

Como la esperanza de mis días

Que ven florecer albas del mediodía

En las noches más oscuras

En que un ogro pudiese morar.

 
¡Abrid pues los ojos, perros rencorosos,

Menguad vuestra posición y dejad que

Pasemos los gentiles de

Jonás y Hemérito VI!

¡Dios Formoi!,

Mientras que tú,

Que brotas del agua del manantial,

Mi hermosa mujer que haces

Que mi vida cobre sentido

 
Después de las largas horas

Dedicadas al estudio de las letras

Con su cinturón de la ciencia, 

Atrapadas caigo y rendido en mis tinieblas, a tus pies,

Y ahora te veo ya no como antes sino como tu piensas”.

 
Hablar de la  ninfa Rosemeriamli es hablar del cielo porque entre otras cosas de allí es su madre la elfina de las abejas. Esas pequeñas aves casi metálicas que tenían su lugar de reposo dentro de una concha marina y que vivían siempre dormidas en la bóveda celestial. Pegadas unas tras otras en hileras haciendo guirnaldas fluorescentes en el firmamento, como prolongados pobladores gusanos de seda celestes y flotantes en el universo, así vivían las elfinas, y también los elfos de las abejas , solo que estos eran más vagos e iban siempre en la retaguardia, detrás de las elfinas y continuamente acosándolas para que ellas les sirviesen en sus caprichos voluptuosos, rendidos ante ellas . Bajaban de cuando en cuando elfinas y elfos por voluntad propia. Iban así  a lo terrenal  en medio de la lógica confusión estremecedora que se producía cuando  la vara de la diosa del firmamento Soilalbiam se agitaba, debido al enérgico y seco movimiento de su brazo cristalino, prolongado y ejecutor de las inclinaciones caprichosas de  astros y demás cuerpos y divinidades celestiales. Bajaban hiperactivas, llenas de energía propia después de haber invernado tanto tiempo junto a los caracoles marinos dentro de sus conchas; y traían chispas de fuego con las que volaban de un sitio a otro arrojándolas en puntos estratégicos de la tierra, y cuando en ella posaban se transformaban en ninfas las elfinas y en duendecillos los holgazanes y lujuriosos elfos de las abejas.

-¡Vaya!, pues..., la verdad..., lo cierto es que esto dice muy buenas cosas de vosotros.¡Que sensibilidad! -decía así ahora Rosemeriamli mientras alegre giraba dando vueltas por sí misma sin parar-

Al tiempo que esto decía Jonás se levantaba del singular jergón mientras exclamaba

-Pero.., ¿qué ocurre aquí?....esto..., buenos días ante todo, pero... –decía Jonás mientras su vista no dejaba de estar clavada en la hermosa figura de Rosemeriamli, ninfa de trenzas doradas que le llegaban hasta los tobillos y con pecas aromáticas dispersas entre los poros más genuinos de su piel-

-Hola pues –decía ahora Rosemeriamli- parando de girar y mirando a Jonás- estamos conociéndonos, yo le cuento algo de mi vida y él de la suya, ¡es maravilloso!, pero...,¡por favor!, tu...,¡tu debes también participar!, ¡todas las almas de las tierra y del cielo, todas las almas que habiten en el centro de la tierra y en el fondo de los Océanos más inaccesibles, todas y todos debemos participar y dejar que se nos conozca en esta vida para que así sea menos triste el hecho de nuestras existencias. Hola ogresa, ¿qué tal estás?. Y tu, Hemérito VI, levántate tú.¡Venid, ninfas!,¡corred, duendecillos!, ¡hoy es un gran día!.Nos internaremos en la isla para explorarla y así buscar a Tualba, y si no está en esta iremos a las otras después de ir recogiendo las armas que fueron depositadas en los sacrosantos cementerios naturales.¡Tiembla Horrintae!

 
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