domingo, 1 de diciembre de 2013

AVENTURAS MITOLÓGICAS CLANDESTINAS.CAPÍTULO VIII LA OGRESA ACURATANAK DESCUBRE UNA INSCRIPCIÓN REVELADORA





CAPÍTULO VIII LA OGRESA ACURATANAK DESCUBRE UNA INSCRIPCIÓN REVELADORA


 
Iban a emprender la marcha hacia el interior de la isla. Los perros de Balliulka, excepto Minurl, permanecerían allí vigilando esa entrada de la isla. Minurl era aquel que por la mañana matinal moviera la cola alegremente y hablara con Rosemeriamli, ninfa de trenzas doradas que le llegaban hasta los tobillos, mientras los dos humanos lentamente...,y  conocedora ella del arte de las mil lenguas e infinitas interpretaciones, mientras comenzaban a despertar perezosamente  los humanos, y con pecas aromáticas incluidas en ella, dispersas entre los poros más genuinos de su piel .Los perros, pues, quedarían vigilando, así fue pactado, y lo harían con la colaboración de algunos de los duendecillos que incordiaban a las ninfas para aparearse, aquellos que fueron seleccionados por ellas como los más holgazanes e insistentes en tales lujuriosos deseos voluptuosos de máximo acercamiento. Protestaron ellos, los holgazanes, pero los perros ladraron y ellos callaron. Al ver esta respuesta por parte de los cánidos fue que algunas de las ninfas decidieron quedarse, y de ellas algunas se fundieron en las piedras y en el mar y otras miraban complacientes a los duendecillos. Así pues la expedición estaba compuesta, sin importar el orden en la relación de sus personajes, por: el perro de Balliulka Minurl, la ninfa Rosemeriamli, los humanos  Jonás, del clan de “Prusimea la Cierva” y Hemérito VI, del clan  de “El Burro Nicafor”, la ogresa Acuranatak y un coro de ninfas  y otro de duendecillos. Iban ahora siguiendo uno de los senderos que eligieron por parecerles a todas y todos el más singular, pues aparecía el camino inundado de cantos rodados de muy diversos colores cálidos .


Las islas, en general, si están desiertas de hombres y mujeres permanecen ajenas o desconfiadas a las leyes universales del justo equilibrio que traen extranjeras y extranjeros...; ¡claro está!, porque nadie del reino humano habita en ellas, no hay nativos o nativos ni quienes de fuera llegaran.  Fácilmente deducible es decir que no son sometidas cuando han sido descubiertas si no fueron colonizadas, o aún así y siendo sometidas resulta que es menos firme su disciplina servil a ese otro reino que viene de fuera a someterlas. Todo esto es así porque el viento las rodea ,y ellas aprendieron del viento sin haberse abrigado, pues hubo un tiempo en que había muchas islas y se desplazaban por el mar, un tiempo incluso anterior a las diosas y dioses que habitan en la tierra.Tantas había que entre ellas muy poco espacio quedaba; además estaba el hecho de que tenían una tendencia amorosa a unirse. Podría decirse que casi se acoplaban unas con otras y que todo era un manto de tierra agrietada, y tales grietas los caminos que deja el mar  o los caminos del mar sin tierra con grietas que dejan huellas, o simplemente un efecto de la naturaleza en sus demostraciones de mágica sabiduría.Con el tiempo, fueron subiendo desde el fondo y se alimentaron de esos espacios flotantes de tierra..., ¿Quiénes?, pues lógicamente los monstruos marinos.¡Sí!, ellos se alimentaron de las islas y las devoraron casi en toda su totalidad; y allá, en el ancho firmamento, un espacio para el encuentro,donde la luz de las otras islas celestes, las llamadas estrellas incidía de  forma tan jocosa sobre las islas terrenales que llamaba la atención de esos engendros que habitan en el fondo marino. Llamaban así la atención de los monstruos las estrellas , aunque desde luego que no era la intención que abrigaban con tales disposiciones  para con los ellos, y puestos en el caso de que alguien pueda decir lo contrario...,¡pero no!...,  en realidad lo único que pretendían ellas era jugar con las islas;. Y es que...el hecho de..., y es que..., no entendían ellas  de que sus inocentes y sensuales aproximaciones  pudiesen ser vistas como una incitación que abriera el apetito de tenebrosas criaturas, pues las islas en el cielo permanecen a todas luces ingenuas de ese fondo marino. Luego del festín se sumergieron las bestias. Quedaron pocas islas. Tan pocas que son varias las versiones. Sabido es que en los tiempos actuales se generaliza ahora la idea de que solo quedó una, de la cual nació la tierra después de una explosión; pero lo cierto es..., lo que verdaderamente cuenta para las gentes que por aquí pueblan es que quedaron tres, las islas de las sepultureras, pues es tal como así narran también  las sagradas escrituras.Y  que luego ocurrió que los ogros del mar devolvieron, fruto de la indigestión en ellos producida por tal glotonería, y así se creó la tierra en torno a ellas, en torno a las tres islas. Lo primero que apareció fue flotando una montaña, la del  pico más alto del golfo de Bradenia, que no era otro que  Ismatumba, en la ahora pequeña república de Gotagma. Las águilas circundan el cielo. Más bien nacieron de él, y bajaron a la tierra para ver a la montaña primigenia. Esa lava del fondo marino expulsada en proceso de indigestión por ogros y ogresas, un pico alto y flotante que busca el cielo y encuentra el vuelo perspicaz de tales aves depredadoras, esa montaña adonde llegara  resucitara la mujer de nombre Pruseima, y que así lo vieran  dos campesinas de la villa de Pantoimenka que venían de vuelta de las llanuras de Vendrelielka, en Vistrikam, hoy la ciudad de Las Bestias Sagradas; que la mujer malherida se convirtiera en una Cierva como el tamaño de un elefante, que subió tal sagrada montaña por la ladera norte, la ladera encantada; que a ella nunca más entre mortales se le viera, y que se llamaba la Diosa Prusimea. ¡Sí!, era así que solo se trataba de un juego, un juego enormemente divertido que también entendieron como tal los primeros enormes habitantes del fondo del mar, pues ellos pensaban que las islas eran como galletas, como obleas que las estrellas, tan amables como siempre les brindaban como almuerzo


¿Y bien?, supongo que tendrás muchas cosas que contarnos, debe ser apasionante haber visto a una diosa -hablaba así ahora Rosemeriamli a Minurl cuando iban caminando, adentrándose al interior de la Isla, y por uno de los senderos que eligieron por parecerles a todas y todos el más singular, pues aparecía el camino inundado de cantos rodados de muy diversos colores cálidos-

-No sé que quieres decir por apasionante –responde secamente Minurl, el perro de Balliulka-


-Pues..., en fin..., de tus palabras tan austeras se deduce una desidia amatoria...


-¡Yo soy un perro y tu una ninfa!

- ¡Ya!..., pero sois perros elegidos por diosas y dioses, y eso os hace ser diferentes, debierais de estar más orgullosos -habla ahora la ninfa Rosemeriamli, mientras se detiene en el camino para beber de las líquidas emanaciones de agua que se desprenden desde las raíces de un enorme cerezo-

-Pero soy aun así un perro, mi anterior amo era el Dios Formoi y el templo donde se le venera, en la villa de Digamndia en el golfo de Bardenia. Vosotras las ninfas os parecéis bastante a las humanas. Aunque igual que diosas y dioses sabéis volar, nosotros los perros al igual que ellos no podemos volar, pero no nos parecemos tanto, aunque sean nuestras y nuestros mejores amigos. No diferenciamos pues entre humanas y humanos, diosas o dioses, ninfas, duendecillos...

 - Pero, fuisteis llamados por la diosa Tualba, a quien debemos localizar...-interrumpe con asombro Rosemeriamli -

-Cosas del azar, -interrumpe con firmeza Minurl - ella nos necesitaba y nosotros servimos a quien bien nos trata. Como dije antes, mi anterior amo era el Dios Formoi y el templo donde se le venera, en la villa de Digamndia en el golfo de Bardenia. Dios, cierto es, que protege el espíritu de guerreros y guerreras caídas en batalla, pero nosotros los perros solo entendemos que era nuestro amo, y como tal su casa debíamos guardar. Luego llegó lo de Tualba...

Hablaban así pues Rosemeriamli y Minurl cuando el grupo llegó hasta una planicie de la que sobresalían algunos árboles dispersos con tronco de culebra que llevaban en sus ramas colgantes jaulas de plata con pequeños animales disecados. Cuando el grupo comenzó a acercarse a dichos árboles pudieron adivinar que se trataba de búhos, cuervos y cabezas reducidas de mujeres y hombres, estas últimas sin jaula, colgantes de los pedúnculos, como si se tratase de enormes cerezas podridas.

- ¡Por Tualba!, exclamaba ahora entre asombrado y aterrorizado Hemérito VI-, pero..., ¡oh!, todo esto... ¿que significa?.., es..., es algo verdaderamente horrible.

-Tiene que haber una explicación –decía Rosemeriamli mientras miraba de un lado a otro buscando alguna pista y hadas y duendecillos volaban precipitada e inquietamente-

-Pero, ¡fijaros!... ¡Acuranatak!... ¿adonde va?

Se dirigía la ogresa hacia una piedra vertical que se hallaba emboscada entre la maleza. Cortó dicho matorral, luego se lo comió y quedó desnuda la piedra. Había una inscripción. Hizo gestos al grupo para que se acercase. Con asombro asi lo hicieron. La ogresa Acuranatak pidió a la ninfa Rosemeriamli que descifrase el enigma. Y Rosemeriamli, primero leyó para si misma, para acto seguido, y presa de una emoción incontrolable, pareciendo ser sabedora de lo que eso iba a significar miró al cielo, alzó puño en alto y gritó:

 
“Que se oigan estas palabras

Y su verdadero significado,

Que se entienda que las diosas

Ayuda también necesitamos,

Tualba soy y habito en tu corazón

Y tu vendrás a salvarme”.

Eran estas, así pues, las palabras escritas en enormes caracteres pictográficos. Lloró Rosemeriamli y el cielo se abovedó de una luz intensa y metálica, sonó un estruendo arrollador, como el trueno del juicio final. La tierra tembló y crujió de tal manera que se partió en dos cayendo en el abismo una ninfa y dos duendecillos. Las jaulas explotaron y  de búhos y cuervas y cuervos salieron figuras etéreas de guerreras y guerreros que cicatrizaban en el aire como espectros. Las cabezas minimizadas cayeron del pedúnculo y de la tierra germinó un grupo de hombres y mujeres, humildes campesinas y marineros
 

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