jueves, 13 de marzo de 2014

AGARRARSE A UNA ESPERANZA DENTRO DE LO ABSURDO




La pluma voló a la muñeca y Jonás la agarró con fuerza.

“Al juzgar por tu aspecto se diría que no vienes de muy lejos cuando te veo a través de estas fotos que a mi me haces llegar, sin embargo son mil kilómetros los que nos separan. Que bien debes de estar pasándotelo por el litoral, amor mío. Ya sabes que yo no dudo de tu fidelidad para conmigo. Seguimos compartiendo estos juegos románticos de misivas que nos hacen sentir más primitiv@s, y dentro de lo salvaje que hay en lo primitivo somos felices por estar viv@s. ¡Que dichosa es la felicidad en primavera cuando hay una ventana por el medio..., y sabes que la puedes abrir!..., y un ascensor que te puede bajar y pasear por la gran avenida Yo con esas pequeñas cosas me conformo. Tu ya lo sabes...” Tu ya lo sabes bien, Inauldiwa. Tú y Rebecca y estaréis muy contentas..., pues hacía tanto tiempo que no os veíais que ahora estaréis las dos semanas primeras dedicadas tan solo a recordar las cosas que juntas vivisteis en la infancia y la adolescencia. Recordareis entre otras cosas como al ir al colegio por las mañanas el rocío que helaba las falanges de los dedos hacía que vuestras manos se entrelazasen mientras pequeños filamentos de vapor se deslizaban hacia la boca del volcán labial para así desprender un chorro de vida gaseosa manufacturada .Todas estas cosas...,las cosas bonitas de la vida...,pues estas cosas son las que le dan sentido y no otras..., todas estas cosas  hay que contarlas. Julia aquí crece con fuerza y Alvarito está ya hecho un hombre.

¡Llaman a la puerta!, llaman a la puerta estrepitosamente. Toc, toc y Toc...y luego otra vez Toc, toc y Toc

-Señor Jonás, es un telegrama para Usted...

-¡Ahora no!, Zanguito, ¡ahora no!, que  estoy comprometido en una carta de amor, ahora no, Zanguito...

-Pero, verá, Señor Jonás. La cuestión es de decir también que Alvarito no quiere subir...

 Jonás levanta sus posaderas de la silla de caoba y con voz ahora más ronca se mesa el bigote, al tiempo que se dirige hacia la puerta:

 -¿Qué Alvarito no quiere subir?

 Abre la puerta violentamente Jonás. Se asusta Zanguito

 -¡Te pillé!...ja, ja, ja...bromea tras la broma Jonás, es decir, siguiendo la broma

 -Pero..., qué susto me ha dado Señor Jonás..., un día... ¡un día va usted con estas cosas a acabar conmigo! Hágase cargo..., yo ya soy mayor para estos juegos...

 -¿Cuántos años tienes, Zanguito?

 -Noventa y siete...

-Pues en tu honor debo decir que por ti no pasan los años, y en tal caso es lo que a mí me puede llevar a confundirme, creyendo así que es usted un colaborador de nuestra especie adulta que frisa los sesenta. A partir de esa edad, quienes como a mi les gusta este juego de la algarabía sorpresiva debemos tener en cuenta el corazón de las nobles gentes...

-Bueno..., la verdad es que oyéndole a usted Señor Jonás uno se reconforta luego de tales pequeñas maldades tan divertidas...

-Ah!, Zanguito, alégrate, pues por ese camino llegarás a los ciento cuarenta y tres

-Eso espero, Señor Jonás, eso espero...

-Espere usted, Zanguito espere...

Mientras esto decía Jonás daba una vuelta de trescientos sesenta grados a pequeños saltitos tatareando esa eterna canción de cantando bajo la lluvia. Iba como si fuese un pequeño helicóptero de juguete en diferentes fases de nivelación, si es que existe tal cosa, pues en caso de existir sería lo más parecido a su carácter juguetón en aquellos momentos. Hasta que llegó así a la vitrina de madera de teca, situada en la parte esquinada donde nunca llegaba el Sol. De la familia Lamiacea, la Reina de las Maderas. Poderosa Afrodita, amiga de los minerales, decadente..., ¡y cuanto más vieja más bella por ser sabia! Abrió con delicadeza y llave bañada en oro la puerta vertical. De ella con sumo cuidado sacó el humidor de puros. Con las dos manos...; como si fuese la materia a sostener la de un bebé en constante poder de germinación, para acto seguido, abrir la tapa maciza que así y por el efecto de su densidad compensa el equilibro en las relaciones de peso. Comprobar la sujeción del higrómetro fue todo luego en uno..., con gesto de devoción católica interpretó. Colocó el humidor sobre la mesa ratonera con techo de cristal y miró al cielo, tapado en este caso el cielo por la inconveniencia de un falso techo..., que es lo que en realidad veía..., ¡claro está!.

- Pero..., ¡Ah, pero que bien! ¡Tome un habano! ¡Fume usted!...,mi querido amigo... y servidor Zanguito...

-Para no hacer feo...fumaré...

-Ah, granuja..., ja, ja...usted..., ja, ja...con lo que le gustan a usted los puros...Pero, tome..., tenga...Pero..., ¡espere...! -y se llevo la mano izquierda a la cintura para desanclar de la trabilla de la extrema derecha el llavero de plata fina que servía de cortador, y se puso a olisquearlo como si fuese Jonás un pequeño pekinés. Algo sin sentido- ¡Ya está!..., pero..., ¡tome!, ¡tome usted!, tome el cortador...,¡decapite usted!, ja, ja...decapite...-decía ahora Jonás al mismo tiempo que cogía uno de los puros y lo olisqueaba como si fuese una pequeña marmota brasileña-

-Es usted todo un experto, mi señor, olisquear los puros y también el cortador...

-Ja, ja, ja...bien sabes tu apreciar las cosas buenas...Antes de decapitar olisquear igual que antes de fumar, ja, ja, ja...todo concuerda...pero..., dame, dame ese telegrama entonces...

-¿Se lo mando en avioncito de papel como otras veces o prefiere esta vez darle un toque más diplomático y formal... ? ¿Una forma en bolita esférica que recuerde a la tierra, o un toque de carácter reverencial que decore tan excelsa figura la suya cual que parece etérea?

- ¡Ah! El telegrama de la ilusión. Dámelo tal cual..., o mejor..., ábrelo y dime lo que dice

Abrió el sobre del telegrama Zanguito mordiendo el extremo que se fija en su parte Oriental superior y deslizarse así una tira de papel a ligero mordisco manufacturada , que como su dentadura, viajaba hacia Occidente...¡Cómo hace el Sol!..., girando..., aunque sin dentadura ni papel pero desprendiendo calor. Extendió el papel y leyó en voz alta :

“Llego en breve. Estoy muy cerca. Te siento ya casi a mi lado. Michu está muy feliz también”. En fin... ¡Esto es lo que dice el telegrama! El lugar de origen y la persona que remiten son todo en una...., pero... ¿qué es ese ruido? -decía así Zanguito mientras a través del cristal se observaba a una paloma que en el alfeizar anidaba y picoteaba el sólido y frío cristal- ¡Oh! quiere entrar ya la paloma...,¿La hago pasar?. El telegrama es de su amiga..., Gönül Levi Fuat-Özkan, la simpática joven de Esmirna que...

-¡Ahhh! –Interrumpe Jonás a Zanguito, al tiempo que se dirige a la ventana - Gönül Levi Fuat-Özkan y Michu, Michu y Gönül Levi Fuat-Özkan...

-Un gato Van Turco y una mujer turca, una mujer turca y un gato Van turco. En efecto....Así es, mi querido señor Jonás...Algo conmovedor... ciertamente...

Una pareja de palomas construían su nido en el alfeizar de la ventana costumbrista. Jonás abrió la ventana y una paloma fue a parar al hombro izquierdo de Jonás y la otra al hombro derecho de Zanguito. Jonás apoyó sus dos manos sobre el alféizar y gritó

“Saldré de esta prisión y en Alvarito y Julia me centraré y hacia ella y él me volcaré... ”

Y justo en ese momento es cuando Zanguito decapita el purito...

- Pero...y hablando de Alvarito.... ¡No lo veo abajo! ¡No está jugando en el patio con los demás! ¡Oh, Alvarito!, tu que en todo un hombre te convertiste... ¿donde estás? ¡Por favor, Alvarito! ¡Soy tu padre, Alvarito! Y Julia..., mi querida hijita Julia. Hace ya mucho tiempo que no viene por aquí.

El caso es que en esos momentos en Jonás se estaba produciendo una profunda transformación. Ahora lloraba Jonás desconsoladoramente mientras las dos palomas se lanzaban en frenético vuelo hacia el exterior.

-Cálmese mi querido compañero Jonás –decía Zanguito con voz afectada de voz  de un compañero de ruta sincero adquirido en tales circunstancias-. No se deje llevar ahora por las emociones. No se aflija usted en este mundo más de lo convenido, y aunque Inauldiwa le haya abandonado, aunque Julia no pueda ahora entenderle y Alvarito prefiera irse con su adinerados tíos de la gran manzana metropolitana..., y si de algo le sirve, yo a nadie tengo ahí afuera que vaya a recibirme, y eso sí que... ¿Cuántos años tienes, Jonás?

-Bien es cierto lo que dices... Trece años, dos menos de los que tiene Alvarito..., más veinte años más, cuando aquí entré -habla ahora Jonás un poco más calmado-. Y sigue hablando ahora de tu a tu a la Junta de Tratamiento al tiempo que dirigía su dedo índice a la comitiva penitenciaria. - Que no piensen ustedes que por estar en esta situación uno se doblega con mayor facilidad a representar una pretendida por su confederación falsa sumisión para con ustedes en esta obra que es la definitiva.

 -¡Treinta y tres, como dicen los de Cristo al morir!-sentencia Zanguito-

 -¡Eso es!, mi querido amigo...

-¡Genial!. ¿ Acaso no, Arguimiro ? –decía ahora la directora de la Junta de tratamiento Soledad de la Rivera Pozuelos

Quien también se estaba fumando un puro habano, al igual que el recluso Zanguito, era el Juez Central de Vigilancia Penitenciaria Arguimiro Cifuentes de Las  Rozas y Mendoza, que ahora dejaba entrever una sonrisa sarcástica al tiempo que jugaba con la ceniza del puro al juego del equilibrio. Una sonrisa que deja entrever un signo de admiración hacia el mérito de la vecina o el vecino.

- Yo, aunque no tenga los noventa y siete en que antes en esta obra se argumentaba, tengo cincuenta y cuatro...-continuaba Zanguito

-¡Y es que hay obras que rejuvenecen!- por toda respuesta Jonás-

-¡Genial!. –decía ahora admirado el Juez Central de Vigilancia Penitenciaria Arguimiro Cifuentes de Las  Rozas y Mendoza-¡Realmente magistral!, si no fuese por ese incidente del dedo índice...

Así pues, le acompañaba al Juez Central de Vigilancia Penitenciaria Arguimiro Cifuentes de Las  Rozas y Mendoza, la directora de la Junta de tratamiento Soledad de la Rivera Pozuelos y otras personalidades entre las que se encontraba la trabajadora social a cargo de los dos amigos, Jonás Y Zanguito, que compartían celda y programa de tratamiento específico, la sicóloga Virtudes Alegres Puertollano, quien se distraía limándose las uñas de los pies.

-Yo no veo ninguna accidentalidad, sino un objeto de libre expresión-decía ahora la sicóloga Virtudes Alegres Puertollano, al tiempo que dejaba la lima sobre un viejo periódico enmohecido.

Y sonó el timbre del recreo. Esta sesión se estaba desarrollando en la propia celda. Se trataba de la última sesión y de una pieza artística. Que los dos reclusos realizaran una obra que les diese los suficientes méritos ya definitivos y un diploma de condecoración a la creatividad del reo... Para pasar de un régimen ordinario a uno abierto y de Inserción Social, de un segundo a un tercer grado, donde se va viendo la luz. Va como quien cruza esperanzada y esperanzado el río... Jonás y Zanguito, dos amigos de módulo, de celda, dos amigos de la vida y el presidio

-Quiero oír hablarles algo de sumisión a ustedes, un algo de redención, unas palabras de arrepentimiento...- exigía el el Juez Central de Vigilancia Penitenciaria Arguimiro Cifuentes de Las  Rozas y Mendoza

-¡Y una mierda!- estalla Zanguito-

 -¡Y una mierda!- estalla Jonás

Zanguito, pasó un año más y murió de un infarto. Otro año más y Jonás pasó a régimen abierto. Ahora está libre. La realidad es que Alvarito, Julia e Inauldiwa nunca existieron. En tal caso un deseo.
 
 
Licencia Creative Commons
Este obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.